Capítulo 14

248 21 46
                                    

Horribles ganas de decir la verdad.

Después de que nuestra boca tocara el piso por la noticia, comenzamos nuestra jornada escolar, y que mejor manera de hacerlo que viendo a Kennar.

Qué honor volver a verlos, queridos estudiantes —habla mientras pasa el borrador a un tablero más blanco que los dientes de Max —ya extrañaba verles la cara de frustración a todos.

Qué empático es, me dan ganas hasta de abrazarlo.

Aquí tengo sus trabajados calificados —continúa hablando, ya esta vez se despega de la pizarra y abre su maleta, ni me acordaba de ese trabajo —la verdad estoy sorprendido por su rendimiento en trabajos grupales, ¿los mandaron a hacer?

A mi lado Eliana estaba escribiendo garabatos en la última hoja de su cuaderno.

Felicitaciones a su grupo señorita Ridder —el viejo Kennar deja caer nuestro trabajo sobre la mesa frente a mí, abro mis ojos al ver un 5.0, nunca había sacado tanto en esta materia, lo máximo había sido un 4.0.

I don't believe it —pronuncio palabra por palabra, estupefacta.

El profesor me mira alzando una ceja.

¿Qué no cree? Si quiere devuélvamelo y lo rectifico otra vez —me dice caminando de nuevo hacia mí, pero yo niego con la cabeza enseguida, estaría loca.

Eliana me arranca los papeles de la mano y ahoga un grito cuando ve la calificación, Maxim a su lado le quita el trabajo y también queda en shock, Korie a su lado se ríe de su cara, para ella es normal, casi nunca saca un básico.

—Lo enmarcaré, para colocarlo en la sala de mi casa —expresa Max después de besar dramáticamente la hoja.

Me rio junto a Eliana.

—¿Puedes hacerme el favor de pasarme el trabajo? —cuando escucho su voz a mi izquierda, la felicidad provocada por la nota desaparece.

Desde la vez en el estudio de la madre de Eliana, él no había vuelto a hablarme, se sentía raro que lo hiciera, parecía un desconocido.

—Max, él quiere ver.

Hacemos el mismo juego de manos hasta que tengo las hojas yo, alargo mi brazo sin mirarlo y cuando siento que agarra los papeles recojo mi mano.

El receso fue un calvario.

Me encontraba en la típica mesa que siempre usábamos, Eliana a mi lado devorando una rebanada de pizza, Maxim haciendo sonar su pitillo dentro de una malteada, Korie contando una historia sobre sus abuelos y el frijol tecleando algo en su teléfono.

Si se preguntan cómo describiría estas primeras clases, la respuesta sería incómodas y amargas.

Los chicos ya habían entablado conversación con él, Max hasta le había tomado el pelo por como Leslie había pasado a darle un beso frente a nosotros, porque sí, eso hizo, frente a mis ojos, sentí repulsión al verlos juntos, pero más repulsión al ver como el frijol le correspondía. Eliana no ha podido ocultar su fastidio, ya hasta se lo dijo en cara al castaño, pero él le cambió el tema. ¿Y yo? Pues, hago un voto de silencio.

—¿Tus abuelos también nacieron en Shanghái? —le pregunta Eliana a Korie.

—Sí, toda nuestra familia procede de allí.

Yo juego con mi taza de frutas, mi mente divaga por ratos y siempre recae en el mismo punto, ya debería superarlo. Pero es difícil y más si lo tengo cerca en todo momento.

En Medio de CoronasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora