Mis pensamientos cambiaron en tiempo récord.
El sábado al medio día me encontraba viendo el clásico junto a mi primo, hace minutos había empezado el segundo tiempo y nosotros aquí teníamos un alboroto.
Primero que todo, el árbitro estaba equivocándose con las faltas y segundo le habían anulado un gol a mi equipo supuestamente porque estaba en fuera de lugar, pero no, estaba habilitado. Oliver se moría de la risa cuando nos cobraban algo que no era. Tramposo.
Mis padres junto a mis tíos se encontraban organizando una parrilla en el patio, aprovechando que era fin de semana.
El juez marca tiro de esquina para los azulgranas y Oliver se levanta del sofá, gruño cuando anotan el primer gol.
—Ve preparándote para la goleada, mi amor.
Lo miro seria y él vuelve a reírse.
—Apenas comenzó el segundo tiempo, no cantes victoria todavía —resoplo abriéndole los ojos.
35 minutos después, estoy que me termino de comer todas las uñas de mis manos de los nervios, el partido aún sigue 1-0, no hemos podido empatar y yo no quiero soportar los comentarios de Oliver todo el día.
—4 minutos de reposición y se acaba por fin —habla mi primo.
Vuelvo a mirar el televisor y han marcado tiro libre a favor de los blancos, me coloco de pie con las manos en forma de oración y empiezo a suplicarle al que vaya a patear que no la cague, es nuestra última oportunidad.
Cristiano se apodera del balón y cuando el árbitro suena el silbato sigo con mis ojos la trayectoria de la pelota hasta que rebota frente al arco y luego entra.
Pego el grito del siglo.
Me monto en el sofá y empiezo a dar saltos como loca, al tiempo en que sigo gritando, me importa terminar con la voz quebrada. Observo que Oliver está negando con la cabeza y tira insultos al aire contra sus jugadores.
—¿Cómo no te voy a querer? ¿cómo no te voy a querer? —canto a todo pulmón como si no hubiera un mañana —si eres campeón de Europa...
—Contrólate, loca. —comenta Oliver jalándome el brazo.
Ahora yo soy la que sonríe frente a mi primo.
—Tú mismo salaste a tu equipo —le digo con una sonrisa de superioridad.
—Tu equipo es muy de buenas, esa es la razón. —se defiende él alzando los hombros.
Me siento a su lado con una sonrisa de oreja a oreja.
Final del partido, empate.
Me levanto del sofá y me dirijo a la cocina por un vaso de agua, mi garganta había quedado reseca de tantos gritos, pero al menos valieron la pena.
—Necesito una pastilla que me calme la rabia de dejarse empatar al último minuto.
—Las de aquí se acabaron, mi padre enloquece cuando juega el Liverpool FC.
Oliver sonríe.
—¡Vengan a ayudar, par de flojos! —nos grita mi madre desde afuera.
Empezamos a caminar hacia el patio y cuando salimos vemos que los mayores han improvisado una especie de asado cerca al roble, mi tío se encuentra echándole fresco a la barbacoa, mientras mi madre y mi tía están picando verduras.
—Huele rico —dice Oliver al momento en que estira su mano para introducirlas en una tasa llena de alguna mezcla, pero mi tía se la aparta enseguida.
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En Medio de Coronas
Novela JuvenilNicole nunca se imaginó fijarse en él, pero su desinteresada forma de ver el mundo y su maravillosa manera de hablar la volvían loca. Él tenía apariencia de chico coqueto e insensible, pero lo que nadie sabía era que sobre su espalda recaía el rumbo...