Mi nombre es Nicole Ridder y no soy británica.
Noviembre
Era finales del mes y ya el invierno estaba encima. Llevaba seis horas sentada en este incómodo puesto. Mi cerebro ya se había muerto hace rato. Y mis ojos trataban de descifrar lo que estaba escrito en el tablero. Eran las 2:20 pm, solo faltaban 10 minutos para largarme de este infierno inglés. Y digo inglés porque no estoy en el país donde nací, estoy al otro lado del mundo, en el país de origen de mi padre, quien de hecho debe estar sentado en su oficina dirigiendo a los demás, sin tener misericordia con su hija que no quiere estar más aquí. Aunque bueno, ya llevo suficiente tiempo en Inglaterra, debería de haberme acostumbrado, pero a veces me niego por mi eterno y jurado amor a la cultura latina.
—Miss Nicole, ¿puede leer esta parte por favor?
Mis ojos se quedan fijos en la cara de la profesora Hallier quien me mira inquieta.
¿Qué carajos escribió ahí?
Empiezo a adivinar los jeroglíficos y solo entiendo el punto al final de la oración.
¿Por qué? Es la última hora de clase, la profesora tiene una letra horrible y tengo 0.75 de miopía.
Concéntrate, Nicole.
Intento hacer mi mejor esfuerzo con la última neurona que tengo viva.
—Covent Garden is a district in London —leí eso más lento que nunca sintiendo que se me iba a explotar la retina —on the eastern fringes of the west end, between St. Martin's Lane and Drury Lane. —termino de leer y no sé si lo habré hecho bien.
Como verán, yo no soy americana ni inglesa —gracias a Dios, porque prefiero el español mil veces —llevo un año y medio viviendo en pueblos británicos gracias a mi padre, quien un día se le ocurrió la maravillosa idea de traerme a mi madre y a mí a vivir a una ciudad en donde vemos más la lluvia que el sol, conducen del lado contrario y nadie entiende mi sabroso idioma.
Estudio en una escuela de intercambio, en donde hay muchos hispanohablantes, pero obviamente la mayoría son citadinos y asiáticos, quienes obviamente no hablan español. Según mi padre —que aún después de varios años viviendo en Colombia, de donde mi madre y yo somos, su español no es tan claro —fue la mejor decisión que pudimos tomar teniendo en cuenta mi futuro, es que nunca olvidaré el 10 de enero de ese año cuando en la mañana me dijo que teníamos que irnos, recuerdo sus palabras como si hubiera sido ayer:
"Tú eres very inteligente, sabes que lo mejor para ti es irte, well, ¿Cómo se dice you will have? (Le preguntaba a mi madre), ah tendrás tú más amigos."
Ese día yo no sabía si reír o llorar.
Siento que alguien me toca el hombro, volteo y encuentro a Eliana confundida, tal vez no leí correctamente, era lo más seguro, porque ni sé qué fue lo que dije.
—¿Qué significa eso? —pregunta haciendo una mueca, también anda perdida como yo.
Esta semana había sido agotadora y apenas estábamos empezando el ciclo escolar, nuestro último ciclo escolar, la rutina nuevamente nos había cacheteado de forma brusca y las levantadas temprano nos estaban masacrando, odiaba los horarios tan herméticos.
—Solo entendí Londres y el punto, debe ser alguna tontería gramatical —susurro sin que la profesora se de cuenta, aquí en Inglaterra son muy fieles al respeto por el que está hablando.
A Eliana la conocí el primer día de clases, llegamos el mismo año a Liverpool, el azar nos unió para que trabajáramos juntas en una actividad de ciencias, al final terminamos hablando más de series y películas que sobre el tema en sí. Teníamos muchas cosas en común y dentro de esas era que nos encantaba parlotear todo el tiempo, que nacimos en el mismo lugar y que nos moríamos por Rafael Miller.
ESTÁS LEYENDO
En Medio de Coronas
Genç KurguNicole nunca se imaginó fijarse en él, pero su desinteresada forma de ver el mundo y su maravillosa manera de hablar la volvían loca. Él tenía apariencia de chico coqueto e insensible, pero lo que nadie sabía era que sobre su espalda recaía el rumbo...