Capítulo 40

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Podían romper hasta fronteras invisibles.

Marbella.

Marbella y la familia real.

Marbella y Lowell.

Todo el fin de semana lo habíamos pasado en la región de Andalucía, tenía el cuerpo bronceado por el palpitante sol que no había parado de brillar, a kilómetros se notaban las marcas rojas sobre mis mejillas como reflejo de las horas que pasé dentro de la salada agua.

No recuerdo cuándo me empezó el dolor de cabeza de tanto reírme y hablar como loca con Brahim y Lowell, de hecho me obligaron a montarme en un velero de esos que se manejan con el viento, casi muero del pánico cuando esa cosa se quería voltear a cada segundo. Nunca más me vuelvo a montar en eso. 

La zona donde estuvimos quedándonos era restringida, los beneficios por ser de la realeza eran inexplicables. La mayoría de personas que nos acompañaron eran conocidos de la familia Banch y entre ellos estaban varios colegas de Lowell de su infancia, al parecer Brahim los invitó porque le agrada la gente mayor que él.

Vi surfear a los dos hermanos, lucían tan cómodos que me daban algo de envidia, observar cómo un niño de 10 años hacía cosas que yo a su edad no era capaz de hacer por puro miedo me daba hasta vergüenza. Mi padre nunca debió meterme en esas escuelas de patinaje, sino en clases de natación. Lo más valiente que hice fue acostarme encima de la tabla y que los dos me pasearan por el mar, incluso así estaba asustada.

Salí en todo tipo de medio informativo existente, mi madre se encargó de mandarme todos los enlaces que encontraba sobre mí, hasta se habían creado diferentes páginas con mi nombre, así como si fuera una celebridad, yo aún no podía creer todo lo que generaba salir a la playa con la familia real de Iberia.

Todos se enteraron de cada cosa que hicimos, así como cuando apareció el boom de las bandas británicas que lograron dominar el mundo entero o como el impacto que una vez tuvo la princesa Diana y todos sabían lo que hacían. 

Eliana se la pasó llamándome constantemente, quería estar enterada de cada uno de los movimientos de la familia Banch, hasta le hizo jurar a Lowell que algún día la llevaría España y que desde luego le presentaría a Ciro, porque sí, ese desfile también fue una bomba.

Conocí al tío preferido de la familia, al famoso Viriato, al administrador de los clubes The Praxy, me pareció una persona muy agradable que prometió enviarme el número de Joao. Se la pasó presentándome como la novia de Lowell a todos su allegados, esos fueron los únicos momentos incomodos que tuve, porque ni el castaño ni yo le explicábamos nada de lo que pasaba entre nosotros, pero es que no sabíamos en sí qué pasaba, por ejemplo, la primera noche en Marbella él se apareció en plena madrugada.

—¿Puedes salir un momento? —me preguntó mirándome fijamente, llevaba puesta una sudadera gigante con un short de playa, él no estaba durmiendo por lo visto y traía ese cabello casi que, cubriéndole los ojos, es que le crece demasiado rápido.

—¿Qué hora es, Lowell? —la voz me salió demasiado forzada, estaba demasiado rendida que incluso pensé que me hablaba en un sueño.

El chico miró su teléfono y luego se enfocó en mí.

—La 1:28 de la madrugada. —respondió bajito, mientras yo me sentaba en la cama y trataba de acostumbrarme a la luz que se colaba del pasillo.

—¿Qué haces despierto a esta hora?

—No tengo sueño.

Rasqué mis ojos y luego empecé a agarrarme el cabello con una liga que tenía al lado en la mesita de noche.

En Medio de CoronasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora