Lo sabía.
Octubre
—Dime que los perdimos.
Lowell mueve su cabeza lentamente y revisa el panorama alrededor de nosotros, estábamos metidos en una cabina telefónica con tres bolsas llenas de mercado y un desesperado Nicholas que ya estaba que gritaba.
Habíamos corrido desde el centro comercial a más de tres cuadras hasta este lugar, huyendo de una manada invasiva de fotógrafos que nos estaban esperando en toda la puerta de salida, pareciera que le hubieran instalado un chip de rastreo en el cuerpo a Lowell, porque lo ubican hasta en los baños.
De verdad que yo no podría soportar que me pisaran la sombra a cada instante, prefiero mi derecho a la intimidad.
Ni se imaginan todo lo que nos gritaban, hasta metieron a la Eideth en las preguntas, les juro que quería detenerme y ponerme a decirles su pocotón de cosas, pero eso sería lo peor, ellos se aprovechan de lo más mínimo para crear una acusación y un escándalo.
—Ellos están de pie ahí buscándonos todavía. —me avisa él riéndose, la forma en cómo corrimos debió causarle gracia a más de uno.
No se imaginan todo lo que habíamos atravesado, Lowell con las bolsas en mano y yo con Nick enganchado a un costado de mi cuerpo como si fuera un koala, no sé cómo le hice para no caerme porque este niño pesa demasiado. Parecíamos unos mismos desquiciados que acababan de robar un supermercado y la poli los perseguía.
—Lowell —escucho que mi hermano llama al castaño con un tono de cansancio que me hace sonreír, él ha aprendido a pronunciar casi que todos los nombres de la familia y mis amigos, pero el mío aún no, ni que fuera tan difícil.
—¿Si, Nick? —le responde Lowell haciéndole cariñitos en la cara, los dos se han vuelto buenos amigos, el español ha ido más frecuente a la casa, porque los proyectos finales nos han tenido atareados y mi casa es la favorita de todos para trabajar.
Estábamos en un lugar muy estrecho como para que nosotros tres nos estemos escondiendo de esas personas, Nick estaba en la mitad de nuestros cuerpos y jugaba con las cadenas de Lowell, en eso me doy cuenta de que lleva la que me regaló aquella vez y como acto automático se me aprieta el pecho.
—Tengo hambre —susurra mi hermano haciendo que los dos nos riamos, esa frase es la que mejor le sale en español, mi madre ha progresado mucho con sus clases y yo siempre trato de decirle palabras para que vaya acostumbrándose y él lo ha captado muy bien, a veces se emociona diciendo agua y hambre como loco.
—A ver, Nick, ahora vamos para la casa y allá puedes comer —comento colocándolo en el pequeño espacio que quedaba en la cabina, el niño pesa mucho y ya me dolían los brazos.
Nicholas asiente, pero con un gesto triste, a lo que Lowell me contradice sacándole una pera de una de las bolsas, ese era el mercado de su casa.
—¿Solo quieres una o dos? —le pregunta él alzando una ceja de manera chistosa.
—Pero Lowell, no debemos...
—Dos —me interrumpe feliz y dichoso el pequeño inteligente, el castaño le pasa las dos frutas y Nicholas se hace un sitio en el piso y se sienta.
—Es solo un niño, Lunar y un niño hambriento no es algo que me agrade. —me reprocha Lowell asintiendo.
Sonrío luego de rodar los ojos.
Observo a los inquietos fotógrafos que trataban de ubicarnos entre la gente que caminaba tranquilamente por la calle, hace días nos estaban esperando afuera del colegio, la que lo disfrutó completamente fue Eliana y el montón de gente que se reunió para salir en cámara, a Lowell le tocó salir por la salida alterna porque de verdad no iban a dejarlo salir en paz si se iba directamente hacia donde estaban ellos.
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En Medio de Coronas
Novela JuvenilNicole nunca se imaginó fijarse en él, pero su desinteresada forma de ver el mundo y su maravillosa manera de hablar la volvían loca. Él tenía apariencia de chico coqueto e insensible, pero lo que nadie sabía era que sobre su espalda recaía el rumbo...