Difíciles de olvidar.
Me senté, mi cabeza estaba dando miles y miles de vueltas, no podía demorar otro minuto de pie, porque seguro me desmayaba. Aun ni siquiera había avisado a mis padres de lo ocurrido, tenía el celular de él en la mano y no podía ni mover un dedo.
¿Un puto príncipe? ¿Lowell un príncipe? ¿Lowell o Andreus? ¿Cuál de los dos?
Nikka me miraba atentamente, paso mi mano por su cabello y le sobo la espalda, ella debe de pensar que su hermana es una loca por el arranque de rabia que acabo de tener.
Las personas en la sala de espera se habían quedado anonadados por la escena que acababan de presenciar, quien no, dos adolescentes hablando en español, la chica llorando, el otro pálido y una bebé de por medio.
Respiro profundo y decido marcar el número de mamá como puedo, al primer timbre enseguida contesta.
—¿Lowell? —ella lo tenía registrado por obvias razones.
—Mamá, soy Nicole.
Silencio, seguramente muchas hipótesis de por qué tengo el celular de él están apareciendo en su mente.
—¿Nico? —inquiere y suspiro con lentitud —pero, ¿qué haces tú con el teléfono de Lowell?
—Estoy en... —busco algún nombre del lugar hasta que veo el sello en las puertas —en Broadgreen.
—¡¿Estás en el hospital?! —me pregunta gritando, al fondo puedo notar una canción viejísima de vals —¡¿qué te pasó?! ¡¿estás bien?!
—Tienen que venir rápido, Nick tuvo una reacción alérgica al maní y no podía respirar.
—¡¿Nick?! ¡¿qué?! —su voz enseguida se escuchó muy desconcertada —ya vamos enseguida para allá.
Corto de inmediato y pongo el teléfono en la silla que dividía a Lowell de mí.
Ya no sabía ni qué pensar, que me haya ocultado quien era todo este tiempo me parece de película, por Dios, quién en la actualidad se va a imaginar saliendo con un integrante de las últimas familias reales que quedan en la faz de la tierra, nadie.
Eso es demasiado irreal para alguien como yo.
Limpio mis lágrimas con el antebrazo, tanto llanto me está provocando dolor de cabeza, también arreglo un poco mi cabello, lo tenía todo desordenado. Nikka vuelve a recostar su cabeza sobre mi pecho y queda mirando en dirección a Lowell.
Me remojo los labios.
—¿Qué hay de Lowell? ¿te lo inventaste también? —le pregunto tratando de sacarme la duda de encima.
No lo miro, pero tengo la plena seguridad de que él sí lo está haciendo ahora.
—Es mi segundo nombre.
Niego con la cabeza sonriendo de forma irónica.
Supongo que por eso muchas personas ni lo llegaron a reconocer, aunque puede que sí los directivos de la escuela, por eso se comportaban raro con él, por ejemplo, Kennar esa vez cuando nos pilló besándonos en el estacionamiento no se enfadó y seguro fue por conocer la posición que cumplía Lowell, o el entrenador del equipo de natación, dejaba que él hiciera lo que quisiese a diferencia de los otros estudiantes.
Quiero darme tres bofetadas por haber sido tan ciega.
—¿Siempre me usaste? ¿siempre supiste que lo nuestro no iba funcionar? ¿siempre fui un pasatiempo de secundaria? —no sé ni con qué fuerzas le hablo, pero quiero saber la verdad, por qué tuve que ser yo la dichosa en salir con él, por qué tuve que ser yo a la que iba a hacer sufrir.
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En Medio de Coronas
JugendliteraturNicole nunca se imaginó fijarse en él, pero su desinteresada forma de ver el mundo y su maravillosa manera de hablar la volvían loca. Él tenía apariencia de chico coqueto e insensible, pero lo que nadie sabía era que sobre su espalda recaía el rumbo...