La vida algunas veces es absurda.
—¿Te diviertes molestándome?
Lowell se había sentado junto a mí sin que yo le dijera algo, desde aquí podía sentir su loción, no estaba para nada mal, la verdad.
—Deberías de sentirte importante.
Ni ganas tenía de prestarle atención, mi rostro estaba fijo en las chicas que estaban en el escenario, quienes venían disfrazadas de cascanueces.
—Ah bueno. —le digo indiferente, espero que mi sequedad lo aburra.
De un momento a otro Lowell agarra mis pastas y empieza a comerlas con mi único tenedor. Lo mato.
—Oye, dame eso —trato de quitárselas, pero se aprovecha de que tiene unos brazos larguísimos para evitar que las agarre.
Respira Nicole, respira.
—Deberías de explicarme algo primero.
Pienso en colocarme de pie y arrebatárselas, pero hay gente aquí y no quiero que parezca otra cosa. La imagen, ante todo. Nah mentira, pero también hay profesores y de sus comentarios no me libro.
—Dame eso, animal.
Se ríe de cómo lo llamé y sigue comiendo, su risa es muy peculiar.
—¿Cómo es eso de que voy al baile contigo?
Lo miro fijamente por un momento y luego me recuesto en la silla, vencida.
—Yo sé que te mueres por mí, pero tampoco imaginé que llegarías al límite de presumirlo. —habla de nuevo.
Lo miro alzando una ceja. El descaro en persona.
—¿No tienes más nada que inventar, Lowell Banch?
—No me has contestado aún.
No hay quién lo soporte.
—Todo es mentira, ¿sí? —le contesto, pero él me mira en plan de que le explique todo y como ya quiero que se vaya lo hago —hay un chico que me jode la vida y el primer nombre que se me ocurrió para que me dejara en paz fue el tuyo, ¿feliz?
No quise meter a Max en esto, él solo trató de ayudar. Lástima que su hermano se pase de idiota.
Lowell sonríe sin mostrar los dientes.
—¿Tanto me piensas?
Ruedo los ojos.
—Ya quisieras tú. —le respondo.
El castaño vuelve a comer de mis fideos.
—¿Hablas del que dijo que le había robado a su tía, es decir, tú?
Asiento.
—Ya dame eso, Leonardo.
Trato de alcanzar mi comida, aprovechando de que estaban a mi alcance.
—Pero ¿irás al baile conmigo? —pregunta alzando las pastas de nuevo, antes de que yo las tocara.
—¿Por qué o qué? —le pregunto sonriendo maliciosamente.
Él me mira de soslayo y se ríe.
—Porque tengo una larga fila de chicas que quieren ir conmigo —alza los hombros limpiándose los labios, fue inevitable no desviar la atención —y claro, como buena persona puedo ayudarte con tu mentira.
—¿Buena persona? ¿tú? —inquiero de forma sarcástica —¿crees que ya se me olvidó cómo me trataste ayer?
Lowell deja de masticar por unos segundos y luego enfoca sus ojos en mí.
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En Medio de Coronas
Teen FictionNicole nunca se imaginó fijarse en él, pero su desinteresada forma de ver el mundo y su maravillosa manera de hablar la volvían loca. Él tenía apariencia de chico coqueto e insensible, pero lo que nadie sabía era que sobre su espalda recaía el rumbo...