VIII La batalla de Azanulbizar

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—Ha caído el rey Thrór! —exclama Balin ante la colonia enana y de uno que otro dunlandino que fisgonea de lejos— Salve el rey Thráin! —agrega, todos los enanos le contestan de igual manera mientras el aludido se posa erguido y febril.

Thorin es el encargado de encender una enorme hoguera en representación del rey Thrór ya que su cuerpo no está con ellos. Con una antorcha se acerca al conjunto de paja seca encendiéndola, él retrocede sin dejar de mirar el fuego que crecía en ella. Eurielle le coge de la mano izquierda sujetándolo fuertemente, mientras que a su derecha se encuentra Dís junto a Frerin; la hermana se le ve decaída, triste con los ojos rojos. Como no estarlo, su abuelo el que la consentía ha muerto de una forma horrible, quien sabe con cuantas torturas en su cuerpo y alma.

Frerin piensa en lo humillado que pudo estar su abuelo, la forma en que murió, lejos de su reino y gente, Thorin por su parte, piensa que la muerte de su abuelo fue producto de su enfermedad, su maldición hecha por un dragón que ahora gobierna Erebor.

—Pueblo!! —exclama Thráin con mucho dolor en su voz—, les pido que venguen a su rey! Azog, fue el causante, él debe morir... —sigue mientras mira el fuego consumiendo la paja—. El rey Thrór no debió morir de esa forma... —dice mas para él que para los demás— no tenemos nada que velar, ni que llorar... solo... —agrega mientras recuerda la cabeza de su padre con un semblante de horror pegado en su rostro—. ¡Por eso me dirijo a ustedes!! Pueblo de Durin... —exclama con una voz potente—, ¡venguen a su rey! ¡Por Durin! —grita con furia, el pueblo se levanta— Por Erebor... y por Moria! —Todos los enanos vitorean y aprueban lo que el nuevo rey ha dicho—. ¡Cuatro meses doy... para prepararnos y salir en camino hacia Moria!

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Ha pasado dos meses desde lo acontecido, Nár, que había caído desmayado después de entregar la cabeza del rey, habló con el nuevo rey narrándole lo sucedido y lo poco que sabía sobre la caída de Moria. Lo único que sabía era que todos los enanos que vivían ahí fueron masacrados, muy pocos huyeron hacia Montañas Azules.

Y por el otro lado, cuando se encaminaban hacia Erebor, Thrór, los cincuenta enanos y él, fueron seguidos por orcos, enormes tropas de orcos que les aumentaban por mucho, no tuvieron mas remedio que huir hacia Moria, garrafal elección.

Eurielle, Dwalin y Thorin se encuentran sentados en unos pequeños barriles vacíos de cervezas mirando con aburrimiento el vaivén de la gente. En ese momento, Thorin se le vino un grato recuerdo de Erebor, cuando apenas tenían 18 años de edad, en ese entonces, solo se dedicaban a entrenar o a molestar a los mas grandes.

—Porque tienes esa sonrisa tan tonta? —pregunta Dwalin despertándolo de su ensueño, Thorin lo mira con una sonrisa ladeada—

—Recuerdos... —responde levantándose consiguiendo una espada y dos hachas de una carreta que pasaba cerca de ellos— ¿Que tal si los revivimos? —agrega lanzando el hacha a Dwalin y la espada a Eurielle. Los dos le miran con una sonrisa y al instante ya estaban de pie.

—Las damas primero! —exclama Dwalin haciendo honor a su sobrina, la cual le sonríe y comienza a pelear manipulando tan bien la espada, sus movimientos impecables y una agilidad asombrosa, seguida por Thorin quien solamente le esquiva, pero arrebate contra Dwalin.

Los dos enanos chocan sus hachas tan fuertemente que hizo volar chispas. Eurielle aprovechó eso para hacer una estocada de revés sobre una sola pierna, la cual los dos enanos esquivan rápidamente.

—Eurielle cambiemos! —habla Thorin lanzándole el hacha y ella le lanza la espada, el cambio de peso hace que Thorin disminuya su fuerza, ya que el hacha es mucho mas pesada.

El Canto de Durin (Thorin Escudo De Roble)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora