Las monedas de oro centelleaban a tal fuerza que su brillo era hermoso e hipnotizante. Pero el silencio de la sala de oro comenzaba a incrementar la locura del rey Thorin, primogénito del, alguna vez, rey Thráin. Era sofocante tal silencio que Thorin optó por irse de ahí no antes, cerrando las puertas resguardando el oro, la capa de piel se hondeaba conforme el paso del enano entre los pasadizos del reino. Cabeza gacha, ojos desorbitados y respiración entrecortada era el manjar de él todos los días, desde que puso las manos en ese oro maldito. Algo le decía a él a gritos que no estaba bien, la soledad era su prueba.
Caminaba y caminaba hasta llegar al salón donde estuvo luchando contra Smaug antes de bañarlo en oro. Ahora el piso de la sala relucía brillante y dorada por dicho líquido. Thorin entró al salón mirando los pilares hechos de piedra que sostenían esa monumental estructura que se encontraba debajo de la montaña, pilares gruesos tallados por manos de enanos de antaño, cuando su abuelo Thrór, vivía como rey.
Los pasos del enano, junto a la armadura que llevaba, dejaba un eco retumbando en cada rincón de la sala.
"Tu no debes de ir a la guerra, Thorin" ...
Escuchaba en su cabeza, taladrándole con más fuerza.
"Siempre serás mi rey"
Decía otra voz en su adentro.
"Sé que no eres igual a tu abuelo... hay algo en ti que lucha por salir, Thorin"
La imagen de Aûstryth diciendo esas palabras le vinieron a la mente, triturándole cada vez más.
"Thorin!! Me soñé que te hundías en un pozo lleno de oscuridad, donde Smaug te estaba esperando"
El recuerdo del sueño de Eurielle, lo hizo recapacitar; hay algo en él que no está bien.
—Qué me pasa? —susurra el rey, mirando sus manos temblorosas. Su aspecto deplorable se hizo ver en el piso de oro, por primera vez, hace mucho tiempo. No se reconocía, ese, no era él.
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El Canto de Durin (Thorin Escudo De Roble)
FanfictionLos esplendorosos pilares rodeados de piedras preciosas iluminaban los pasadizos del reino más rico, poderoso e importante de toda la tierra media; Erebor, se dejaba ver ante el sol que poco a poco crecía en el horizonte. Desde muy temprano, los ena...