🧠 El nuevo refugio 🧠

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En ocasiones el perdón no es difícil de lograr, lo difícil es recuperar la confianza.

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Una figura femenina caminaba por las solitarias calles de su capital. Procuraba no ser vista por aquellas criaturas que habían vuelto a la vida. Aún se encontraban ahí el verde blanco y rojo reinando sobre el día de la Independencia. La nostalgia invadió su ser.

Hace ya cuatro meses que cumplí años como nación independiente —bajó la mirada.

Un gruñido la hizo sobresaltarse. A su izquierda al final de la calle se encontraba un hombre con las tripas de fuera y los ojos salidos de sus cuencas. Su cuerpo estaba lleno de mordidas que dejaban a la vista la carne. Apestaba a sangre seca y putrefacción. Venía seguido de otros tantos zombies con los cuerpos desfigurados.

México se asustó. Tomó el bate con clavos entre sus manos y empezó a atacar a cuantos se atrevieran a acercarse. Destrozaba cabezas y amputaba extremidades. Eran demasiados, tuvo que salir corriendo de ahí. Al otro lado de la calle parecía estar despejado, sin embargo, poco fue el tiempo que pasó para que ese lado también se llenará de aquellos seres.

Estaba rodeada, o tal vez no por mucho. Siguió golpeando con fuerza a los zombies, comenzaba a cansarse y el sudor perla a su piel morena. Corrió hacía una de las paredes cubierta de edificios y rascacielos buscando alguna forma de salir de ahí. Estaba desesperada, no iba a morir, no ese día y no de aquella forma. Encontró un callejón e ingresó en este seguida de la enorme orda de zombies. Había un muro alto con fragmentos de vidrio en la parte superior, típico en México.

No por nada la llamaban la saltamuros, y haría honor a aquel apodo. Lanzó el bate al otro lado y sujetó uno de los ladrillos con una mano subiendo su pie en otro. Empezó a escalar aquella pared.

¡Ah! —sintió cómo un par de frías manos sujetaba la tela de su pantalón razgandola un poco—. ¡Saquese, pinche puerca! ¡Vete a la verga! ¡Sólo mi novio puede morderme!

Pateaba con desesperación esquivando velozmente las mordidas que el zombie quería darle a su tobillo. Cuando se soltó del agarre, logró escalar más alto, no tuvo mucho cuidado al subir encajando un fragmento de vidrio en su cadera, lo que provocó que cayera del otro lado con fuerzas. Se levantó adolorida retirando el pedazo de vidrio. Escuchó un gruñido.

En un acto veloz, sujetó su bate con su mano izquierda. El zombie fue más rápido y se abalanzó sobre ella intentando morder su cuello. México sujetó el bate con ambas manos poniéndolo entre ella y el zombie, provocando que le fuera imposible al otro atacarla como para ella intentar defenderse. Escuchó un par de disparos y cubrió su cuerpo con sus brazos asustada. Aquel cadáver cayó sobre ella completamente sin vida derramando sangre putrefacto sobre su cuerpo. México estaba asqueada.

Quitó al cuerpo encima de ella y se sentó. Vio a una figura masculina apuntarle con un arma, cabe recalcar que era de noche y en aquel callejon no había luz artificial. Sólo la Luna y las estrellas reflejaban una tenue luz que dejaba ver las siluetas de ambos.

P-Por favor... No me hagas daño —suplicaba México entre sollozos. Estaba asustada.

Мексика? —aquella grave voz...

—¿Rusky?

¿Qué haces aquí? Pudiste haber muerto.

—Rusia... ¿Por qué me seguiste?

—Note que ya no estabas en el campamento, es peligroso venir aquí y más aún cuando es de noche —la reprendió—. España fue el que notó tu ausencia al despertar, y sus gritos despertaron al resto. Sólo yo me animé a venir hasta acá. ¿En qué pensabas?

—Perdoname, Rusky... Y-Yo... Quería buscar un refugio donde pudiéramos vivir a salvo y donde Argentina pudiese criar a su hijo... No quiero morir, Rusia, y no quiero que ustedes también lo hagan...

—Pero no moriremos, Мексика —se acercó a ella para agacharse a su altura tomando sus manos entre las suyas—. Nos tenemos el uno al otro y estaremos aquí para protegernos. Si quieres que busquemos un refugio lo haremos, pero hagamoslo juntos.

México sonrió con confianza dejando que Rusia la ayudara a levantarse. Caminaron tomados de las manos sujetando sus armas en la mano contraria.

(...)

¡¿Dónde cojones se metieron?! ¡Nos tenían preocupados, tío! —España regañaba a su hija y yerno.

—Señor Espania...

—¡Señor España para ti, gilipollas! ¡¿Cómo se te ocurre, México?! ¡Casi mueren los dos!

Mientras España los sermoneaba, Argentina y Chile miraban de lejos.

Cielos, weon. ¿Qué creían que iba a pasar? —Argentina simplemente la ignoró, seguía enojado con ella—. Anda, po'. Ya basta de esta wea, sapo culia'o.

—No, pelotuda de mierda.

—¡¿Cuántas veces queri que te pida perdón?!

—Hazlo honestamente.

—Uf, bueno. Yo, la República de Chile, hermana de la República Argentina, te pido perdón desde el fondo de mi corazón por mi broma de mal gusto. Prometo y juro no volver a hacer aquello por tu bienestar y por el mío. Con esto de propongo paz —se disculpó Chile.

Pft, es el discurso más tonto qué he escuchado —dijo Argentina antes de estallar en carcajadas.

¡Cierra el hocico, po' weon conchetumare! —lo maldijo la chilena.

¡Cerrá el orto! —Argentina no podía parar de reír.

Ambos hermanos estallaron en risas, parecía ser que todo se había solucionado. Volviendo con España, Rusia y México, este seguía dando su sermón hasta que habló la mexicana.

Encontramos un refugio en la ciudad —dijo en voz baja.

¿Qué dijiste?

—Un refugio, estaremos a salvo ahí.

Todos guardaron silencio, veian a la pareja esperando a que estos dijeran algo. El silencio se prolongó varios minutos hasta que uno de ellos se dignó a hablar.

Tenemos que ir.

Арocalipsis [RusMex] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora