Argentina sujetó su estómago por tercera vez. Su barriga de nueve meses era enorme, pesaba demasiado. Le estaba comenzando a doler y no sabía por qué. Un fuerte dolor punzante iba y venía desde la parte baja de su vientre. Era de madrugada, había decidido salir a pasear por la plaza ya que no podía dormir por el dolor.
—Ngh... —gimoteo de dolor, sujetó su vientre.
Controlaba su respiración medianamente bien. Apenas y podía mantenerse de pie. Sujetó los bordes de un barandal. Respiraba lentamente.
—¡Arge! ¡¿Dónde estás?! —la voz del alemán hacia eco en el centro comercial.
—¡Alemania!
Escuchó pasos apresurados acercarse hacia dónde se encontraba. Pasó sus manos por su vientre acariciandolo. Vio a cierto país de ojos azul verdosos acercarse a él.
—¿Estás bien? ¿Te hiciste daño? —Alemania tomó las manos de Argentina entre las suyas y lo vio respirando agitadamente—. ¿Nuestro bebé está bien?
—S-Si... Sólo... —soltó un pequeño quejido de dolor, contracciones leves—. Necesito a Chile, o a México.
Alemania asintió y lo ayudó a caminar de vuelta a la tienda de muebles. Escucharon un grito detrás de ellos, al girarse pudieron darse cuenta de que no estaban solos. Un ser de piel verdosa se arrastraba con rapidez, no tenía piernas. Argentina se alarmó e intentó caminar más rápido, iban desarmados, no creían que pudiese haber zombies en aquel centro comercial. Apresuraban el paso mientras escuchaban como aquel ser se acercaba cada vez más.
—¡Chile! ¡Chile! —gritaba Argentina con cada contracción.
Vieron a alguien salir de la tienda de muebles, efectivamente era la vecina de Argentina, Chile. Vio al ser acercarse y apuntó su rifle directamente a la cabeza de aquel monstruo. Disparó. La carne podrida hizo un sonido asqueroso al caer al suelo. Argentina estaba llorando, se había asustado.
—¡¿Quién lo dejó entrar, conchesumare?! —grito furiosa de que tuvieran que despertarla.
El resto salió corriendo a la entrada al escuchar el sonido de un disparo. México tapó su boca con ambas manos, España palidecio y Rusia intentaba calmar el llanto de Kaysa. Chile señaló a Argentina y Alemania sólo lo observó alarmado.
—¡¿Qué?!
Bajó la mirada. Tanto había sido el susto que rompió la fuente, estaba en labor de parto activo.
—¡Tenemos que ir al hospital pero ya! —Chile comenzó a correr seguida del resto.
Alemania cargó a Argentina entre sus brazos y los siguió casi a la misma velocidad. El latino empezó a sentir un dolor aún más grande que el anterior, era el dolor más grande que alguna vez hubiese experimentado. Llegaron al hospital en menos de quince minutos siendo México y España quienes se encargaban de matar a los zombies que se atravesarán en su camino. Entraron rápidamente cerrando las puertas a sus espaldas. Alemania bajó a Argentina ayudándolo a sentarse sobre una silla de ruedas que trajo Chile. Lo empujaron buscando alguna sala de partos. El de escudo de sol sentía como su hijo se abría camino por su interior.
—¡Pelotudo lo estoy sintiendo! ¡Ah! —gritaba desesperado.
—Tranquilo, cariño, ya casi.
Sus gritos eran desgarradores. Encontraron una sala de partos e ingresaron. Entre Alemania y Chile acomodaron a Argentina. La chilena agarró mantas limpias, tijeras desinfectadas, guantes limpios y pinzas. Le retiro los pantalones y ropa interior al argentino separando sus piernas. Puso una mueca de preocupación.
—¿Qué pasa?
—Tu wawa viene de nalgas —en lugar de estar de cabeza, venía de pie, aquello podía afectar a Argentina luego de dar a luz, pero no había tiempo para voltearlo—. Alemania, has que respire.
—Arge, mírame. Todo va a estar bien, ¿de acuerdo? —tomó su mano entre la suya y le dio una mirada de confianza—. Respira por la nariz y boca.
Respiraban juntos inhalando y exhalando. Argentina apretaba la mano de Alemania con fuerza. Fue ahí cuando empezó a pujar. Chile estaba preocupada, esto tendría secuelas que podrían afectar tanto a Argentina como al pequeño.
—Respira, Arge, respira.
—¡Ah! ¡¿Cómo quieres que respire?!
—Tranquilo, por favor, aquí estoy. Solo respira.
Argentina respiraba entre contracciones y pujaba con fuerzas. Gritaba de dolor, finalmente se escuchó el llanto de un bebé. Chile sujetó con unas pinzas el cordón umbilical del pequeño para posteriormente cortarlo.
—Es un niño —les dijo alegremente después de limpiarlo.
Puso al hijo de Alemania y Argentina sobre el pecho del latino para que el bebé recibiera calor. Argentina respiraba muy agitado, se había lastimado al dar a luz al pequeño. Chile pasaba un trapo limpio sobre el delicado cuerpo del pequeño. Cuando se encontraban más tranquilos, la chilena salió de la habitación a buscar al resto, dejándolos solos un momento.
—¿Cómo le pondrás?
—No lo sé —el pequeño dejó de llorar para empezar a toser líquido de sus pulmones—. Tiene carita de Carl...
—¡Karl! Excelente elección, amor.
—Iba a decir Carlos, pero creo que el tuyo suena mejor.
Gracias a la falta de personas no pudieron hacerle cesárea a Argentina, por lo que tuvo que ser un parto natural de emergencia. El niño se veía bien, pues a pesar de haber nacido en la posición incorrecta el único afectado fue el argentino. El resto de países pasaron por la puerta para encontrarse con aquella conmovedora escena.
España y México rompieron en llanto, Rusia felicito a su amigo alemán y Chile sonreía ampliamente. Tanto había sido su deseo por ser madre que ya sabía cómo actuar en esos casos, pero sólo sus hermanos lo sabían.
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Арocalipsis [RusMex]
Romansa» Actualizaciones: Miércoles y Jueves « Cuando un experimento falla y sale de control, Estados Unidos pone en peligro al mundo entero. Aquellas criaturas con piel verdosa escapan del laboratorio contagiando a todo ser viviente a su paso. Es tarde pa...