🧠 Miedo 🧠

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El miedo es la emoción más difícil de manejar. El dolor lo lloras, la rabia la gritas, pero el miedo te atrapa silenciosamente en tu corazón.

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Rusia bajó a la cocina a media noche, México tenía antojos. Fue a la cocina y comenzó a prepararle algo de comer a su esposa. Escucho ruido detrás de él, cuando se volteo encontró a sus sobrinos con las miradas cansadas y mucho sueño. Se acababan de despertar.

Vayan a dormir, es tarde —Rusia siguió cocinando.

¿Qué estás haciendo? —Karl tallaba sus ojitos con sueño.

—México tiene hambre. Vine a hacerle algo de comer.

—Tío Rusia —el contrario asintió haciéndole saber que la escuchaba—. Dice el tío Arge que tú y México estaban jugando a las luchas grecorromanas el otro día. ¿Nos puedes enseñar ese juego?

—Claro —parecía ser que Rusia no había entendido lo que le habían dicho, o tal vez era muy inocente—. Miren, es como lucha libre. Por supuesto, tiene ciertas reglas y...

—Pero si es una lucha, ¿por qué la tía México decía que te amaba y no que te iba a destruir?

Fue en ese momento en el que algo hizo sentido dentro de la cabeza del ruso. Sus mejillas se volvieron tan rojas como la bandera de su padre y tapó su rostro con sus manos, apenado. Los niños comenzaron a reírse de él. Rusia se controlo y los volteo a ver serio.

Mejor vayan a dormir, no les voy a enseñar nada hoy.

—Ah, que aburrido.

—Ya se puso delicado.

—¿Disculpa?

Ambos infantes salieron corriendo antes de que los regañara. Rusia negó con la cabeza varias veces. Tomó un plato con la comida de México y caminó hasta su habitación. Seis meses de embarazo, faltaban tres para que naciera su hijo. Al llegar a su lado, beso sus labios y luego dejó el plato al lado de ella, quien acariciaba su vientre desesperada.

¿Qué pasa, cariño?

—Siento una molestia aquí, en la parte superior —puso una mano donde le molestaba—. Chile dijo que eran contracciones.

—¡¿Co-Co-Contracciones?! Блять! Блять! —comenzó a ponerse realmente nervioso—. ¡¿Por qué no estás asustada?! ¡Ya va a nacer!

—Rusia, faltan tres meses, no puedo dar a luz todavía.

—¡Tres meses! Нет! Нет! Нет! ¡Esto no está bien! —Rusia se apresuró a salir de la habitación, pero volvió a ingresar en cuestión de sólo segundos—. ¡Me va a tocar recibirlo!

—¡Rusia! ¡Tranquilisate por favor!

—México, no grites, tranquila. Eres fuerte y vas a poder con esto —comenzó a quitarle los pantalones—. Sólo respira.

No. ¡Rusia! ¡¿Qué verga?! —se volvió a poner la ropa—. Escuchame, no son contracciones de parto. No me duele, solo es molesto.

—¿No va a nacer todavía?

—No, Rusky. Ahora por favor calmate y dejame comer mi antojo a gusto —agarró el plato un tanto molesta y comenzó a comer.

Lo siento.

Rusia agachó la cabeza apenado por su ataque de pánico. México le sonrió enternecida y acarició sus rubios cabellos, deslizando su mano hasta tocar su mejilla. Tomó la mano de su marido y la puso sobre su barriga, dejando que el otro sintiera las pataditas aceleradas de su hijo.

Es curioso, pero esto le pasa cuando te alteras —Rusia no dijo nada—. Siento que se va a parecer a ti. Con sólo escuchar tu voz me patea y al escucharte alterado se altera también.

—Siento que va a parecerse más a ti.

—No lo sé —dejó la mano de Rusia ahí—. Pero si te pones así cuando vaya a nacer, va a terminar con artritis de tan nervioso que lo pusiste.

—Lo siento.

—Está bien. ¿Qué crees que sea?

—Una zarevna, por supuesto. Se ve que es fuerte y que será muy apegada a ambos.

—Yo digo que es un niño, un tlatoani. Con las tremendas patadotas que a veces pega no lo dudo.

México logró calmar por completo el ataque de pánico de Rusia. Sólo estaba nervioso, iba a ser padre por primera vez, no sabía cómo actuar, no habían ejercicios que pudieran prepararlo para tan grande e importante momento. Todo se enfocaba en México y sólo en México, pero ella quería que Rusia también se sintiera listo.

Rusia, escucha. Faltan tres meses, sólo tres meses para que nazca nuestro pequeño. Quiero que te prepares para ello —hizo una pausa retirando la mano de Rusia de su barriga para tomarla entre las suyas—. Debes saber que pase lo que pase durante el parto, yo voy a estar bien. Sé que tienes el mismo miedo que yo tengo por la llegada de nuestro hijo, pero va a ser un hermoso momento y lo vamos a atesorar en nuestros corazones. Siempre te voy a amar, mi principito, mi querido zar.

—Мексика, pareciera como si te estuvieras despidiendo de mí. No quiero perderte.

—Y no lo harás. Es solo un bebé, un bebé tamaño Rusia. Mi abuela y mi madre pudieron el parto, ¿por qué yo no?

Le sonrió apreciando aquellos ojos azules que tanto le gustaban de su rostro para luego probar lo que le encantaba, sus labios. Beso sus labios con confianza y dulzura, tratando de calmar a su marido ruso. En una forma de decirle que no se separaria de su lado.

A su mente le vino un rostro. Cielos, Rusia era tan parecido a España en algunas cosas. España también temía por el parto, temía por la vida de México sobre todo en ese mundo Apocalíptico. Y Rusia también tenía miedo, mucho miedo. Temía lo que fuera a pasar después de eso y temía no ser lo suficientemente bueno como para ser padre de esa criaturita.

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¿Aburrido en cuarentena sin saber que hacer?
¿Buscando reír un rato con alguna babosada?
¿Quieres perder el tiempo de manera entretenida?
¿Leyendo esto con voz de comercial?

Entonces estos dos videos que te dejaré a continuación, son para ti :³
Disfrutalos UwU

No es obligatorio verlos, pero son realmente graciosos.

Арocalipsis [RusMex] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora