Te veo del otro lado del pasillo, Rusia.
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España corría tan rápido como le permitían sus piernas. Aquel pasillo parecía interminable y los gruñidos de los zombies cada vez se acercaban más. Sus pensamientos estaban nublados y sólo quería matar a aquellos seres. Entró en una tienda.
Los zombies entraban por la puerta del almacén. Chile estaba frente a México degollado cabezas de zombie. La norteamericana estaba llorando del miedo y su hermana comenzaba a cansarse, no dudaría mucho. España sacó su machete y comenzó a degollar más zombies abriendo un pequeño camino para que sus hijas pudieran salir de ahí.
—¡Chile!
La mencionada volteó un momento al escuchar su nombre. Inmediatamente fue derribada por un zombie dejando sin protección a México. España corrió hacia su hija embarazada decapitado cabezas en el acto. Al llegar, la ayudó a ponerse en pié y siguió de gollando cabezas. ¿Qué tenía España cuando estaba en peligro? Tenía la fuerza de un toro y cuernos pequeños.
—¡México! ¡Tengo que sacarte de aquí! —la futura madre tenía ya sus alas y una cola de serpiente cascabel.
Chile logró liberarse de aquel ataque para volver a levantarse y seguir matando a aquellos seres. Ella tenía una cola de lagarto con la que también golpeaba a los zombies. Padre e hija defendían a muerte a la mexicana, quien por su embarazo no podía hacer movimientos bruscos. Comenzaron a moverse hacia la salida, logrando así dejar que México saliera de aquella tienda.
—¡México! ¡Al final del pasillo se encuentra Rusia! Apresurate y alcanzalo —siguió degollado cabezas mientras México corría para salvar su vida—. Te amo, princesa Azteca.
Chile y España siguieron atacando a los zombies. Comenzaban a cansarse y el mayor sabía que no durarían mucho. Se disculpo con su hija y la pateó fuera de la tienda para ponerla a salvo. Trabó las puertas de aquella tienda y continuó atacandolos.
—¡No! ¡Papá! —Chile corrió hacia su padre haciendo de todo para abrir las puertas.
—¡Debes irte, ahora! ¡Corre con México!
—¡No! ¡No! ¡No te dejaré morir aquí! —siguió luchando.
—¡Qué corras! ¡Los estoy salvando!
—¡¿Y quién te salva a ti, conchetumare?!
—Te amo, Chile. Se fuerte por mí —le dijo España casi en un susurro—. Ahora vete. Yo saldré de esta.
—No... ¡No! ¡Papá! ¡Yo también te amo! ¡Sal de ahí! ¡No te voy a dejar morir! —comenzó a llorar de frustración y miedo al ver como su padre se adentraba entre la multitud para buscar otra salida—. ¡Papá! ¡No lo hagas! ¡Por favor! ¡Déjame ayudarte!
Rendida, cayó al suelo dejando caer su machete. Lloró con desesperación y rabia ante aquellas criaturas. Observó su reflejo en el vidrio de las puertas, cielos, ella también era uno de ellos. Y la habían reconocido como humana por atacar a los zombies.
El miedo de perder a alguien se había hecho realidad, y había sido quien le dio la vida, con quien más discusiones había tenido. Y ahora no lo volvería a ver, porque eran demasiados zombies para una persona.
Se levantó de ahí, ¿qué tal si Rusia aún no estaba en el pasillo? Debía proteger a su hermana. Corrió tan rápido como pudo hasta el final encontrándose con el resto de su equipo. Las lágrimas desbordaron de sus ojos de nuevo y corrió a abrazar a sus hermanos y buscar consuelo con ellos.
—Debí ser más fuerte —declaró con tristeza y la voz temblorosa.
Los otros dos países también lloraron con ella. Rusia y Alemania sufrían en silencio. Se había ido, se había ido a un lugar al que no podrían seguirlo literal y figurativamente. Los niños no entendían lo que pasaba.
—¿Y el abuelo España? —preguntaron ambos. Nadie respondió.
Al cabo de un rato, todos estaban más o menos calmados. Los hermanos latinos estaban sentados en una banca. Rusia y Alemania se habían llevado a los niños para que estos no les hicieran preguntas a los hermanos. Chile se culpaba a sí misma.
—Fue mi culpa, debí ser yo quien muriera —dijo en voz alta pensando que nadie la escucharía.
—No es verdad —le corrigió México—. Hiciste lo que pudiste, y España lucho por salvarnos a ambas. Nadie debió morir ahí.
Volvieron a guardar silencio en honor a la memoria de España. No hubieran querido que falleciera de esa forma y no dejarían que su muerte fuera en vano, debían buscar un lugar más seguro para vivir. Argentina se levantó de su lugar y se paró frente a sus hermanas.
—Debemos seguir moviéndonos. Si España murió, alguien más podría hacerlo. Y yo no quiero que eso pase, ¿están conmigo?
Ambas asintieron con la cabeza limpiando sus lágrimas. Se levantaron y fueron por Rusia, Alemania y los niños. Les explicaron que debían irse de ahí, no era seguro quedarse y arriesgarse a perder a alguien más.
Se dirigieron a la tienda de muebles, aquella tienda que les había servido por tanto tiempo. Recogieron sus armas y se fueron de ahí. No tenían nada que dejar en memoria del español, y eso les dolía aún más. Habían perdido a un hombre fuerte y amable, que a pesar de sus errores en el pasado se había esforzado por cuidar de sus hijos y buscar lo mejor para ellos. Arriesgo su propia vida por salvar a sus hijas y demostró su valor al atacar a los zombies. Sin duda, sería alguien que les haría falta en el equipo, y sería el mejor padre y abuelo que jamás haya existido.
¿A dónde irían ahora?
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Арocalipsis [RusMex]
Romansa» Actualizaciones: Miércoles y Jueves « Cuando un experimento falla y sale de control, Estados Unidos pone en peligro al mundo entero. Aquellas criaturas con piel verdosa escapan del laboratorio contagiando a todo ser viviente a su paso. Es tarde pa...