Capítulo (11).

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VIEJO.. ¿AMIGO?

"A fuerza de desengaños, descubrí que ni los cuentos de hadas ni el amor verdadero existen"

-(Elizabeth Eulberg)

Nuestra familias ya se habían ido, era tarde, estábamos nuevamente en la habitación

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Nuestra familias ya se habían ido, era tarde, estábamos nuevamente en la habitación.

Estábamos a punto de acostarnos, era tan raro estar esperando para dormir junto a él, después de que estos últimos días solo imaginaba y creaba mil escenarios de esto en mi mente, pensé que nunca ocurriría, pero aquí estamos.

Yo estaba a punto de pedirle el uso de pastillas anticonceptivas. El uso de estas se habían aprobado hace poco en el concejo para que las mujeres la usen—Hubieron demasiadas discusiones a causa de esto, estuvieron meses discutiendo sobre el tema—sin embargo, se podían usar solo con la aprobación de tu esposo. No podía esperar otra cosa.

Una estupidez más a la lista.

La mayoría de los esposos la aprueba luego de tener a un hijo varón, porque claramente en este parte del mundo las mujeres no son mirada como algo valioso, y nadir quiere dejar solo descendencia femenina. Yo sentía que Emirhan no sería la excepción.

—Emirhan.—Lo dije seria, él estaba en uno de lo sillones de la habitación, mirando su celular, mientras que yo estaba sentada en la cama. Luego de unos segundos dejo lo que estaba haciendo y me miró.

—Dime.—Vi como bloqueo la pantalla del celular, y se giró hacia mi.

Parece que le gustaba hacerme sentir nerviosa e incómoda. Su mirada podía robarme la valentía que tenía poco a poco.

—Quiero tomar pastillas anticonceptivas.—Lo dije; rápido y claro.

—Mmh—lo pensó durante un segundo.—No.—Y volvió a tomar su celular.

Ni siquiera lo pensó realmente. Su respuesta fue en modo automático, y no sabía si era porque le gustaba decirme que no o porque realmente quería que tenga un hijo de él.

Me comencé a poner un poco nerviosa.

—Estoy hablando en serio.—Realmente no quería tener un hijo a los 17 años—Soy demasiado joven para tener un hijo. Lo sabes.—Dejo su celular nuevamente, y volvió a poner su atención sobre mi.

—Cuando llegue al extranjero, fue un choque de culturas, Aydan.—¿Qué conexión tiene el extranjero con mi petición?—Me di cuenta que ese es el mundo con el que sueñas, las mujeres tienen todo tipo de derechos, bueno tienen todos los derechos con los que sueñas. Ni siquiera piensan en pedir permiso para pastillas anticonceptivas, porque son libres de decidirlo.—No sé a qué quería llegar con todo esto.—Pero lamentablemente tú no naciste, ni estás allá. Tú dependes de lo que yo decida sobre ti. Ahora dime, ¿Por que debería dejarte tomar esas pastillas?.

Mi Maldición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora