Capítulo (5).

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MIEDO.

"El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son."

-Tito Livio

-Tito Livio

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—¿Es un broma, cierto?—Parece que mi pregunta le hizo gracia, porque sonrió.

—No, princesa. Hablo en serio.

—Sabes que no haré eso. No somos nada aún, y no puedes obligarme.—Me miraba intensamente.

Emirhan siempre me ha mirado como un león mira a su presa.

—Lo haces tú o lo haré yo, y no te gustará.—Lo mire con mi ceño fruncido. No me gustaba por donde iba este asunto.

Mi valentía se había ido por un tubo, y ahora se encontraba una chica indefensa ante un hombre el doble más grande y fuerte que ella. Como siempre había ocurrido.

—¿Qué? ¿por qué haces esto?.—me estaba desesperando.

—No te tocaré, lo prometo. Solo quiero verte. Y lo hago porque puedo.—lo dijo como si fuera lo más normal del mundo, una expresión de sorpresa y asco llegó a mi cara. Esto es abusivo.

—¿Con qué derecho?. No puedes verme hasta la noche de bodas, lo sabes.—mi voz salió un poco más chillona de lo normal, me miro fastidiado.

—Apúrate, Aydan. No me importa lo que digas. Así que solo hazlo y déjate de toda esta mierda de excusas, ¿O prefieres por las malas?.—Lo decía como si estuvieran tan aburrido de esta situación.

Maldito cerdo. No quiero esto. Sentía mis ojos nublarse por las lágrimas que amenazaban con salir.

No me moví.

Él rodo lo ojos y comenzó a acercarse, sin titubear.

Lo detuve con mi mano.

Mierda, no puedo creer lo que estoy a punto de decir y hacer.

—Yo lo haré, ¿está bien?. Solo no te acerques más.—dije con la voz temblorosa. Él asintió, y se le formó una sonrisa. Idiota de mierda.

Unas ganas de patearle donde más le duele y salir corriendo, sin embargo, no se si la puerta de esta casa que da a la salida le puso bajo llave, maldición.

Mi vestido era de una sola pieza, solo tenía eso y mi hiyab que se encontraba en mi cuello como bufanda—Por todo lo que había pasado— en vez de cubrir mi cabeza.

Me saqué mi hiyab lentamente, no quería esto, sin embargo, no iba a llorar, no delante de él. Al terminar de sacármelo, tome mi tiempo para dirigir mis manos al inicio de mi vestido.

Él miraba todo muy seriamente y sin perderse detalles. Lo mire a los ojos, esperando que me dijera que solo era una broma de mal gusto, pero solo me miro, y me dijo que siguiera. IMBÉCIL, mil veces.

Mi Maldición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora