Él era un machista, en una tribu donde se regía por sus leyes.
Él siempre estuvo ahí para joderme la existencia, y alejarme de todo.
Él siempre me dijo que iba a moldearme a su gusto, y yo tendría que aceptar.
Nunca me cansaré de decir que es un gra...
ESTÚPIDA "Ponerse en primer lugar no es una cualidad negativa, es tu obligación para cuidar de ti mismo y obtener lo que necesitas."
-Anónimo.
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Siento algo en mi mano.
Respiro calmadamente e intento abrir los ojos, la luz intensa y blanca, me molesta, hace que cierre mis ojos automáticamente. Me duele tanto mi cabeza y esa luz me lo recuerda de una forma nada agradable.
Luego de unos largos segundos mis ojos se acostumbran, y observo en la habitación que estoy, una muy limpia y con máquinas; Una habitación de hospital, imposible no reconocerlas por su decoración y el olor que tiene. Hace mucho que no estaba en una. Las odio.
Después de observar la habitación y las maquinas conectadas a mi brazo, me doy cuenta quien está a mi lado, sosteniendo mi mano.
Me aparto rápidamente, su toque quema, me repugna. Ese pequeño acto hizo que mi cuerpo se moviera, solté un gemido ahogado, no sabia que estaba tan adolorida.
Mi respiración se acelera al recordar lo qué pasó gracias a él, el porqué estoy aquí.
Él alza su cabeza y me mira directamente.
Lo observo detenidamente, tiene los ojos rojos e hinchados, su cara parece descompuesta, luce realmente mal.
Eso me aterra. Para que él esté así debe haber pasado algo realmente horrible.
—Perdón, Aydan.—De pronto lágrimas involuntarias caen de sus ojos.
Me siento en la cama a pesar del dolor que me provoca la acción. Él me mira dolido. No me mires así.
Yo niego con mi cabeza.
¡¿Por qué me pide perdón?! ¡¿Cuál es la maldita causa por la que me pide perdón?!... ¿Por qué luce tan dolido?.
¿Por qué luce arrepentido?.
Mis labios comenzaron a tiritar involuntariamente.
Él jamás se había arrepentido de nada, ¡jamás!, ¿por qué ahora justo luce así?, mi pecho comenzó a sentirse pesado, desearía que estuviera haciendo esto en cualquier otro momento, menos en este.
No quería pronunciar las palabras que estaban a punto de salir de mi boca.
—¿Qué pasó?.—Mi voz salió rota.
No quería saber, no quería escuchar lo que en el fondo ya sabía que había ocurrido desde el primer momento que escuche sus malditas disculpas.
Quería detener el tiempo.
—Yo juro que no quería que esto pasara, yo no medí en ese instante lo que podía ocurrir.—Habla demasiado rápido y a mi me molesta, porque no me interesan sus malditas excusas.—Y realmente lo siento, Mierda.—Salen más lágrimas de sus ojos. No me interesa sus lágrimas, ni me interesa él. No tiene derecho de sentir nada, no tiene el derecho de llorar en mi cara.