Epílogo.

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(1 mes después de los sucesos)

Él lloraba.

Lloraba por ella, por los hijos que él mismo se quitó.

Por la vida que él mismo se arrebató de las manos, sin notarlo.

Por una felicidad que la vida le había dado, pero que se encargó de destruir.

¿Y ella?.

Ella reía.

Ella reía y se sanaba un poco más, estaba comenzando a unir las piezas que nunca pensó juntar de nuevo.

Estaba superando de apoco su triste pasado.

Parecía que por fin todo tomaba su curso. Parecía que por fin a ambos el destino les estaba dando lo que verdaderamente merecían.

Pero ambos necesitaban sanar, por más que uno no lo mereciese.

Ella lo estaba logrando.

Pero él parecía caer cada vez más abajo en un agujero, uno que no tenía fin.

Él la necesitaba superar, necesitaba perdonarse, para seguir adelante. Pero no podía.

No se sentía capaz de nada desde que ella se fue. La extrañaba.

¿Y la tribu?

La tribu, lugar donde sus habitantes quedaron en shock con la noticia, de alguna u otra forma todos conocían a Aydan, por su belleza, otros por su carácter, como sea, todos entendían a su jefe.

Absolutamente todos lamentaban su pérdida, menos ella y Enver.

Ellos estaban más felices que nunca.

Nunca pensaron que su plan resultaría, algo tan arriesgado, que si no resultaba tenia la posibilidad de que ella muriese, sin embargo, en el instante que ella había tomado la decisión de llevarlo a cabo, le daba lo mismo si sucedía lo peor, no le importaba, no le importaba morir en el intento de ser feliz.

(4 meses después de los sucesos)

Ella estaba junto a Enver, en una nueva casa, en una nueva ciudad, comenzando algo nuevo, casi dominando el idioma de su nuevo país, surgiendo de nuevo y volviéndose a encontrarse a sí misma.

Ahora mismo, estaban acomodando unos muebles nuevos que Enver había comprado, gracias al trabajo reciente que había conseguido.

Estaba sudando pero feliz de haber dejado la sala de estar tan linda, y estaba segura de algo, no quería dejar este mundo por nada, porque estaba teniendo todo lo que alguna vez soñó.

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Él estaba en la habitación, tirado en la cama, mirando el techo, con un vaso de vodka en una mano y con la otra sobre su frente, pesando seriamente en acompañar a su Aydan.

Estaba acabado.

Pero una pregunta vino a su mente y se quedó ahí, y luego vinieron más.

¿En serio pensaba ir a acompañar a su Aydan, cuando nada en su tribu había cambiado?.

¿En serio teniendo el poder para hacerlo no iba cambiar una de las razones que ella se fue de este mundo?, ¿En serio era tan egoísta?.

Y la respuesta vino rápidamente a su mente.

No, no lo era.

No iba a dejar que la muerte de Aydan pasara como una más, claro que no, lo mínimo que podía hacer en su nombre es cambiar el trato de la tribu hacia las mujeres. Es cambiar toda la maldita sociedad de ahí.

Es hacer lo que su Aydan quería.

Tal vez hacer eso no borraría la culpa que él sentía, no, claro que no, nada, jamás borraría la culpa, pero si sentiría menos peso en su alma.

Entonces se prometió a sí mismo que cambiaría todo, incluso si todos se volviesen en contra de él, todo por su Aydan.

Y bueno, luego de 4 meses de la supuesta muerte de Aydan, esta era la vida de ambos.

Tan distintas. Tan cambiados.

Pero algo era muy seguro. Nada iba a borrar el recuerdo que cada uno tenía del otro en sus mentes, eso fue grabado a pulso, con un sello imborrable. Tal vez, se olvidarían a ratos de ese recuerdo pero siempre iba a estar ahí.

Uno se convertiría en alguien mejor, gracias a lo sucedido, pero para el otro era una de las peores etapas a de su vida, la más desastroso que le había pasado.

Siempre ambos estarían en la mente del otro, tal vez como un pasado que quisieras borrar o como un pasado que quisieras revivir para poder hacer todo distinto.

Mi Maldición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora