Silencio

empecé

Sugey

Empecé a platicar con Phil en lo que todos se adelantaban a la cafetería. Fuimos a comer algo porque nos moríamos de hambre, Eneko y yo al ser alérgicos a las nueces y que el menú de hoy tuviera nueces por doquier no ayudaba mucho la situación. Estábamos hambrientos y viéndoles comer sabrosamente todos los alimentos.

Cuando acabaron sus alimentos Jesse nos entregó a Gracia, Eko y a mí una caja con un ipod dentro. Habían implementado esta herramienta para mantenernos actualizados y para saber lo que pasaba en el mundo al instante, yo no quería un ipod, yo quería comer.

Eneko fue en busca de comida a la cocina, mientras yo trataba de distraerme en el ipod en una aplicación que Phil me recomendó mientras esperaba por mihermano. Eneko había regresado y lo único que pudo encontrar fue agua de horchata ya todo había sido sazonado con nuez. La cruel realidad. Vi a los ojos a Phil, pensaba en comida y recordé que en su habitación había comida siempre, esta vez se había unido a nosotros porque nos estaba entregando los ipods, pero siempre tenía comida.

Al terminar rápidamente mi vaso de agua, y azotarlo en la mesa, muchos de los demás integrantes de la milicia nos voltearon a ver extrañados, le pregunté a Phil que en donde siempre comía, los ojos de Phil se abrieron como platos, él sabía a qué me refería. Pero los demás no captaban a lo que me refería, después de todo no tenían el contexto, hasta que Phil empezó a mover su cabeza afirmativamente de manera frenética, me alivié, siempre fue difícil hacerme entender por otros.

Ya había captado  lo que me refería y les dijo que él vivía del otro lado de D34 y que de seguro había comida siempre se encargaban de abastecer su refrigerador. Los robots preparaban su comida y nos invitó a conocer dónde vivía. Y no podía pensar en algo coherente, no sabía si lo que decía tenía sentido todavía.

Al parecer nos tendría como vecinos próximamente, había ese rumor.

Eko jaló mi brazo alejándome del grupo, me iba a preguntar algo serio, o al menos su expresión así lo decía. Caminamos más lentos y yo estaba a la expectativa de su pregunta. El grupo se alejaba poco a poco, pero estaban a la vista.

Eko paró en seco y me preguntó cómo sabía yo que Phil Lester vivía en D34, si apenas lo había visto. Mi respuesta tenía que ser rápida y sin titubear, así que le respondí de la manera más lógica, con un ¡duh! y dándole un golpe a la nuca para que supiera que era obvio…

No podía decirle que él me había ocultado todo el tiempo en su habitación. Aún no sabía por qué no se lo había dicho a Eko, que se supone me protegería de todo a toda costa, es lo que los hermanos hacen, pero algo había cambiado en él. Ya no era la persona en quien más confiaba y de cierta manera traicionó todo eso al entregarme a la milicia y no ayudarme a escapar de todo lo referido a la guerra que acabábamos de ganar, pero el sabor de la victoria era amargo como la hiel.

Tal vez la distancia lo confundió, tal vez lo habían amenazado como a Jesse y vio como única alternativa para mantenernos con vida. Me preguntaba si sabía que mis padres ahora residían en algún lugar de Corea del Sur y que por su seguridad no podíamos verlos hasta que el asunto de la guerra quedará en la historia empolvándose. Estaba pensando demasiado y tenía que dar una respuesta ya.

Le dije que Phil al ir a la cafetería me había dicho que sería su primera vez comer la comida de la cafetería de este lado de D34, del otro lado de D34 no había tal cosa, el servicio era al cuarto. Y tenían grandes refrigeradores que rara vez usaban.

Había aprendido a sonar convincente desde que me trajeron a D34, cuando empezó todo este embrollo. Conocía a mi hermano lo suficiente para saber que se había tragado mi horrible mentira. Los chicos ya no estaban a la vista así que lo apresuré porque mi estómago empezaba a inflamarse y mis tripas se comía unas a las otras.

Corrí hacia ellos lo más rápido que pude pero el boost de energía se terminó pronto, Eko me rebasó y lo convirtió en una competencia. No quería perder pero no tenía oportunidad, siempre fue él quien traía trofeos de participación deportiva a la casa, no yo. Y era un hecho que las tortugas fueran más rápidas que yo en llegar a cualquier punto B.

Cerré mis ojos para encontrar el segundo boost y aumenté la velocidad pero un pequeño detalle… Eko se había parado a amarrarse su agujeta y yo me estampé o mejor dicho me tropecé, golpeándolo en la espalda y yo cayendo sobre mi hombro derecho dislocándolo.

El dolor era insoportable, la ola de deja vu golpeó de nuevo, esto ya había pasado antes cuando éramos pequeños, pero los papeles habían cambiado. Ahora era yo la del hombro dislocado y Eneko el de la mitad de la cara raspada. Empecé a reirme pero el dolor me calló. La lesión se enfriaba y el dolor aumentaba.

Eneko llamó a Gracia mediante facetime y le explicó la situación. En menos de un minuto ella estaba ahí con un botiquín de emergencias mientras Phil y Jesse llegaban con alimentos sin nuez. La histeria y el dolor fluían por mis venas.

Gracia observó el disloque y me distrajo diciendo que lo iba a acomodar que sentiría un poco de dolor y que empezara a contar hasta 4. Así que empecé la cuenta y tan rápida como un rayo lo acomodó. El dolor, mejor no hablemos de eso… Veía borroso.

Phil le había pasado a Eneko una rebanada de pizza a media temperatura que puso en mi boca para no escuchar mis sollozos o mejor dicho mis berridos. Gracia y Jesse movían su cabeza de un lado a otro de manera reprobatoria.

Digamos que la pizza es mi alimento favorito, en cuanto a comida rápida y harinosa y engordante se refiere. Y una probada de ese manjar podía teletransportarme al reino de las pizzas, donde solo pensaba en saborear la siguiente mordida muy lentamente.

La pizza ya estaba helada cuando terminé y ya había caído el sol. Por alguna extraña razón tenía un vendaje en mi hombro y estaba rodeada por 4 personas que me miraban con reprobación.