Silencio

cuando

Gracia

Cuando me enteré de que le darían una oportunidad más para que Eneko Suk y los demás pudieran reintegrarse a nosotros, mi cara esbozó una sonrisa, traté de ocultarla… pero la emoción era tan fuerte que me duró todo el día…

Extrañaba mucho a mi hermano Dalton, seguía en búsqueda de la persona que ocasionó que Eneko y los demás sufrieran de esta manera. Esta misión era muy noble, y me llenaba de orgullo porque mi hermano de seguro encontraría al malhechor. Yo lo haría pagar por ocasionar que Eneko estuviera en ese estado, por privarme de su presencia.

Había durado 4 días inconsciente y pasé por el mismo tratamiento que Sugey, era muy molesto que mi voz se escuchara débil e infantil, pero si seguía tomando tés y desinflamantes en muy poco tiempo eso pasaría a la historia y no me vería tan angelical.

Al reponerme y enterarme de que no podría ver a Eneko Suk hasta que estuviera completamente rehabilitado es decir que no tuviera ninguna droga o sustancia psicoactiva en su sistema y que estuviera en condiciones mentales para ser parte del equipo otra vez, me enfurecía en soberana manera.

Lo único que podía calmar mi furia era destruir la resistencia de las potencias del norte. Todos los grandes laboratorios y distribuidores de las armas biológicas habían sido destruidos, seguían encontrando laboratorios express pero poco a poco iban disminuyendo, algunos países neutrales dejaron de serlo y apoyaron a las potencias unidas, como solíamos llamar a la contraparte de las potencias del norte, es decir a nosotros.

La 3era guerra mundial duró 5 años, 4 meses y 28 días ese día era cuando cumplía 26 años, Dalton se había tomado el tiempo y regresó a festejarme, y festejar que ya se había acabado la guerra. Había cambiado de estrategia según me contó, y había rendido frutos, Dalton estaba casi seguro de que esa persona era el infiltrado.

Tenía un cómplice, me dijo que era un tal Heffet y una tal Erika, mi hermano me prohibió buscarlos en la red o intentar encontrarlos, eran muy escurridizos aun sin saber que se les estaba persiguiendo, como para darles evidencia para que destruyan las pocas pistas existentes.

Eneko Suk podía recibir visitas, lo habían dado de alta, esa visita que había esperado hace mucho tiempo, al fin se me permitió, hablamos de las últimas noticias y la sensación confortable ahí seguía, era como si nunca se hubiera ido, pero la edad se notaba en su piel y en la mía, ya no éramos los jóvenes que solíamos ser y a la vez permanecíamos como ellos.

Paseamos y platicamos alrededor de la base, Eneko apenas había notado que no estábamos en México, la vegetación, clima, todo era diferente. Le costó adaptarse al rudimentario estilo que teníamos aquí.

Empezamos a formalizar nuestra relación, y a los 3 meses nos casamos, fue algo sencillo. Dalton asistió a la boda y no cabía de la felicidad, bromeaba que ya era un quedado, estaba a mitad de sus treinta años y nadie parecía ser perfecta para él.

Sin duda alguna fue un día que nunca olvidaría, más feliz no podía ser.

Meses después Sugey mató a mi adorado esposo… a Eneko Suk su hermano. La ira nubló mi sensatez. Fui en busca de los laboratorios clausurados y destruidos, una colonia de microorganismos se había salvado todo este tiempo. Infecté a Sugey, sin importar que abriera la caja de pandora. Ya no tenía nada que perder.