había podido

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Sugey

Había podido ver de reojo a Phil al salir forzadamente del hospital. Y al entrar al auto  ataron mis manos y piernas. Pusieron el acto de la capucha, otra vez. Increíble. Pero esta vez no me importaba mucho donde me llevaran, ya no tenía miedo y lo más seguro es que regresara al lugar llamado D34. Estaba cansada mental y físicamente, caí en un sueño corto pero reparador.

El calor era sofocante y la capucha no ayudaba mucho en que pudiera respirar con normalidad. Seguíamos en movimiento y entre el movimiento y la sofocación empecé a sentirme mal del estómago, mi pulso se aceleró y una ansiedad me inundó. Sentía como se me cerraba la tráquea.

Empecé a gritar como loca, la bolsa tenía residuos de nuez, no sé porque no me di cuenta antes. Las personas a mi alrededor pensaron que no era nada grave, hasta que les dije que era alérgica a las nueces, mis brazos a estas alturas ya estaba llenas con salpullido. Ellos notificaron a alguien sobre la situación, y al llegar a D34 habría una ambulancia lista para administrarme el tratamiento.

Era imperante que conservara la calma, entre más ansiedad podría acortar mis oportunidades de salir sin secuela de esto. Aguanté unos minutos más hasta que mis piernas se rindieron y caí al suelo.

Al despertar Eneko estaba sujetando mi mano. Gracia estaba fuera de la habitación la puerta estaba abierta. Era un cuarto con filas de catres dobles. Eneko despertó y todo parecía un sueño. Era de noche y la luz encendida me había provocado un dolor de cabeza algo molesto.

El salpullido había desaparecido por completo, me quité la mascarilla de oxígeno, mis vías respiratorias estaban desinflamadas y funcionales de nuevo. Suspiré de alivio, mi hermano menor me abrazó fuertemente, parecía que la sangre era más espesa que el agua.

Phil tenía razón era mejor estar del mismo lado, del lado que ganaría la Guerra del Caribe y que brindaría paz, después de todo la paz no viene en muestras gratis.

Al amanecer empecé con las pruebas pero antes de todo, pregunté todo lo que se me veía a la cabeza. No me iba a enlazar a cualquier cosa sin saber cómo era exactamente que se hacía. Los oficiales me tuvieron mucha paciencia y cuando estuve segura que la conexión al ansible era segura e indolora accedí. Nunca pude soportar el dolor y no empezaría ahora.

Ya tenía la información suficiente y proseguí a una habitación vacía con un robot del triple de mi tamaño. Corrí hacia él y lo mire por todos los ángulos posibles desde el suelo, subí a él e inspeccioné también los interiores, la cabina era asombrosa, me enamoré del interior, era como el mejor proyecto de la historia, separando que bueno… era una arma militar.

Traté de no pensar en eso, repitiéndome una y otra vez que esto sería en pro de la evolución de la humanidad. Otro paso más.

Al enlazarme todo iba perfecto y era completamente seguro y sin dolor. Básicamente el mecha se movía precisamente como lo pensabas. Pero los movimientos que hacías al caminar no los pensabas a cada rato de manera natural, así que hice lo mismo con el mecha

SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora