era

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Gracia

Era la primera vez que veía el comportamiento de una chica en la vida real, la presión en Sugey era evidente que estaba saliendo de su sistema. Ya había pasado la etapa difícil, empezaba a caerme bien. Hoy descubrí que Eneko y ella tienen la misma alergia, lo cual es una pena porque la nuez es una de mis favoritas.

Fue demasiado gracioso el cómo comía la pizza, muy despacio, como los caracoles cuando se desplazan. Esperen, esperen, hablé de Eneko implicando que dejaría de comer nueces… Ya deliro…

Mi vida había vuelto casi a la normalidad, estando en el grupo con chicos sin carrera militar hacía la vida más relajada. Después de todo era diferente para los chicos con el gen mutado. Extrañaba la acción y los retos

Lo que era difícil era mantenerse en buen estado después de enlazarse. Apenas aguantábamos estar en pie, la comida había sido servida y estábamos a duras penas comiendo, tratando reponer las calorías perdidas.

Pero nos atacaron con paralizadores de sistema nervioso, ninguna alarma sonó hasta que ya era demasiado tarde. La pesadez inundó mis sentidos y quedé sumergida en la inconsciencia. Pasaron varios días en que nos trataban como animales, amarrados, encerrados y sin privacía.

Algo que no toleraba es dormir en el suelo, no después de mi traumática niñez, día a día perdía un poco la cabeza, los recuerdos llegaban y cada vez era más difícil contenerlos. Gente revisando mis signos vitales y calculando el estado de mis órganos internos, la suciedad y mugre impregnadasen mi piel, como ahora.

Aguanté un poco más, Jesse había contactado a Eko, y empezamos a planear nuestra huída. Dejaría que el odio y locura siguieran embotellándose en mi interior, cuando fuera el momento Jesse y Phil vendrían por nosotros.

Dalton estaba preocupado, mi hermano todavía se preocupaba por mí. Sonreía cada vez que leía sus palabras. Me daban ese soporte consciente, eran fortaleza para mis cimientos mentales. Dalton siempre estaba ahí.

Eko había sido un buen amigo, sería el primer amigo que no se incomodaba por mis tendencias sanguinarias, podría asegurar que Sugey jamás me aceptaría por completo. Se veía que tenía un gran repudio contra daños a terceras personas. Ella de seguro no se podía perdonar las cosas que hizo en el Caribe, el silencio era agotador. Pero hoy era el día en que explotaría.

Los chicos estaban abajo, hablaban de clones, Jesse me había dicho que los destruyera, aún no estaban autorizados y era mejor que La unión Latina empezara los procedimientos como movimiento revolucionario. Tenía algo de sentido lo que me decía. No podíamos permitir que otros países tuvieran adelantos en la ingeniería genética.

Aparte ellos habían sacado nuestras muestras recientemente. Las huellas digitales no serían reproducidas o estaríamos en graves problemas, porque pasaban estas cosas ahora que había “paz”

Necesitábamos evitar una guerra a toda costa, al menos mientras se establecía el nuevo régimen y se empezara el desarrollo de la tecnología espacial. Habían abierto las puertas, ya sabía dónde estaban los chicos y Sugey. Pero lo primero que debía hacer era encontrar armas, podía quitarles fácilmente a los guardias las suyas. Los chicos me tendrían que ayudar.

Después de una pelea en los pasillos empezamos a ver dónde estaban los sensores y los bloqueamos con los cuerpos de los guardias. Sus armas tenían silenciadores, pero necesitaba más armas por si nos seguían.

Al bajar por los demás chicos perdimos muchas municiones los enemigos salían de todos lados. Sin descanso logramos abrirnos paso. Causamos mucho ruido solo esperaba que no irireamos a nadie Laura había sido herida, una bala había atravesado su hombro izquierdo y perdía sangre. Uno de los chicos más delgados se quedó a cuidarla en el cuarto de armas. Cintia también se quedó, para tratar la herida y mantener presión en la herida de Laura.

SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora