-TREINTA Y DOS-

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Luego de caminar minutos largos y pesados ambos chicos decidieron parar entre las sombras que regalaban los árboles, Rose se alejo solo unos metros de Jungkook para poder verse sus heridas con más detenimiento.

Su mano izquierda comenzaba a sanar, mientras la poca magia que tenía su cuerpo se esforzaba por desintoxicar la piel de Rose por el contacto de aquel agua en la Laguna. La derecha aún tenía la marca donde la daga de Jungkook la había tocado.

Nada dolía, probablemente Rose pudiera golpearse la cabeza contra una roca y se sentiría igual que una brisa suave y fresca en su rostro.

El hechizo de Taehyung sobre ella había sido tan fuerte que esa misma noche el brujo casi no había podido levantarse de la silla.

Entonces recordó a Taehyung de forma casi involuntaria, con su cabello tan perfectamnete arreglado y atuendos tan extravagantes como el. La facilidad con la que parecía expresarse delante de ella y como no dudaba ni un segundo en tomarle la mano o decirle algún cumplido.

-¿Todo bien?- Preguntó Jungkook al aparecer detrás de ella, dándole un susto y sacándola por completo de sus pensamientos.

-Si, solo que este bosque va a matarme.- Exclamó Rose, había leído sobre el efecto de este lugar en el corazón de las personas. Dejaba al razocinio descansar y solo se actuaba por impulsos emocionales

Nada muy diferente a su vida cotidiana, pero se preguntó cómo está hacia efecto en la cabeza de Jungkook.

El vio sus manos con más detalles, la palma derecha era atravezada por una línea gruesa de color negro y subtonos rojizos.

-Nunca nadie había tocado esto más que yo.- El aún traía el arma en su mano, con restos de lo que creía era un viscoso flujo natural de sirenas. -No sabía que iba a lastimarte.-

-Ni yo.- Rose intentó no pensar porque un objeto sagrado la había lastimado, lo que resultó extrañamente fácil cuando Jungkook se coloco frente a sí. Dejandole una vista perfecta de su rostro.

-Se que probablemente una parte de ti piense que soy un imbecil.- Los ojos azulados de Jungkook eran tan intensos cuando Rose los tenía cerca, era como ver un océano grande y salado en el medio de la nada.

-Una gran parte.- Interrumpió con algo de gracia, pero el no se rio y Rose no lo culpo por eso.

-Y si.- Jungkook sintió como le pesaba contestar eso, sentía miedo con sólo la idea de pensar la repuesta de Rose. Esperó unos segundos en silencio pero la castaña parecía confundida.

-¿Si que?-

-Me preguntaste si me había enamorado.- Comenzó a explicar, viendo como el cuerpo de Rose se sobresaltaba un poco como repuesta, pero ya era demasiado tarde. Jungkook había abierto una parte de si que tenía guardada desde hace muchos años. -Y lo hice, cuando era niño y llegaste al instituto con tu emoción desmedida y fascinación por todo.-

-¿Q-que...- Antes de que Rose pudiese hablar Jungkook la interrumpió, tratando de librarse de todo por completo.

-Y cuando me fui a los doce años, pensé que seria el fin. Que para cuando volviera tu ni siquiera me recordarias y en cierto modo eso era seguro para mi.-

Jungkook trago saliva para poder seguir hablando.

-Porque todo lo que he amado me ha quitado un poco de alma.- Los recuerdos de su niñes tan lejana se acercaban a callarlo. -Pará cuando te vi pensé que ya no quedaba nada, que estaba completamente vacío, Rose.-

-Tu no estas vacío, Jungkook.- Rose sintió el sabor salado de sus lágrimas viajar por su rostro hasta su boca, estaba llorando de solo escucharlo. Jungkook quién siempre se veía tan distante y arrogante se estaba abriendo con la delicadeza de una pintura sobre un cristal.

~ALIUM~ |BTS&BP|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora