CUARENTA Y OCHO

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-¿Por qué me cuentas esto?- Preguntó Rose, quién seguía pensando en lo desesperado que debía ser sentirse tan dolido como para refugiarse en un demonio tan poderoso como Lilith.

-Vamos...- Malic casi suelta una risita incrédula. -Se que sabes porque, no eres tan estúpida. Se que te pasas las noches pensando si tu destino será el mismo que el de ellos o incluso que el del brujo Asmen Whools.-

Rose trago saliva y recordó cada minuto en los que había llorado por eso, cada lagrima amarga que llevaba consigo un horrible miedo en su pecho.

-Y voy a ser sincera contigo, Rosie.- Malic se coloco frente a ella, el mismo lago dorado que Mercurio había creado con su sangre se reflebaja en sus ojos. El mismo lugar a que la vidriera le reveló que pertenecía. -El Consejo acabará contigo cuando sepa lo poderosa que eres.-

Rose no se dio cuenta que estaba llorando hasta que la brisa helada congeló su rostro en el pequeño camino creado por lágrimas. La rubia intentó respirar, probablemente llorar no la ayudaría de nada.

Jungkook confía en mi.

Taehyung confía en mi.

No debo defraudarlos.

-Estoy acostumbrándome al hecho de que quieran matarme.- Respondió soltando algo de odio y falsa tranquilidad. Malic no hizo expresión alguna ante el comentario.

-¿Tu quieres matar a alguien?-

Rose se había planteado la misma pregunta durante las semanas en la enfermería, al principio lo que más quería era asesinar a Malic por hacerle pasar los peores momentos de su vida, pero... Luego de casi morir en su propia casa las cosas habían cambiado.

-No.- No había duda alguna en su voz y Malic se sorprendió al oírla. -No te odio como tu lo haces conmigo.- Decirlo en voz alta era mucho más liberador. - No voy a vivir toda una vida alimentandome de odio y rencor hacia ti.-

-No eres mejor que yo, matademonios.- Escupió Malic, quien ya no podía soportar llamarla "Rosie" porque odiaba a esa niña con toda su alma desecha.

-No creo eso.- Admitió, mirando como la falsa cordura y control de el Hada se desvanecía lentamente e intentó no sentir miedo. -Y tu tampoco me odias, aún que así lo creas.-

-Voy a arrancarte la garganta y se la llevaré a tu madre.-

Alex gimió de fondo, era imposible soltarse las vendas y cintas que lo amarraban en el suelo, pero ver la muerte de su mejor amiga no era un opción.

-Odias lo que represento, odias que mi padre logró seguir con su vida después de ti.- La garganta de Rose se congeló, pero aún así las palabras no dejaban de salir de su boca.

Yo confío en mi y eso es lo que más me da fuerza.

-Mi padre te amaba, pero el amor no es único e irrepetible.- Tal vez Rose comenzó a hablarse a  sí misma esa noche.

-¡Basta!- Gritó Malic interrumpiendo el discurso improvisado de la rubia, Rose no llegó a decir una palabra más para cuando Malic se lanzó sobre ella y ambas comenzaron a rodar sobre el césped. -Voy a matarte con mis propias manos.- Gemia entre los golpes.

Rose vio como su mano se llenaba de sangre gris que brotaba de la nariz de Malic, pero el hada no se quedaba atrás y logró darle una fuerte parada en el estómago a Rose para alejar sus ataques.

La rubia cayó perfectamente al suelo, aún que el dolor en su estómago era imposible de ocultar y extrañamente su nariz también dolía, aún que nadie la había lastimado ahí.

Rose sacó de su cinturón la daga familiar, aquella arma decorada con cristales azules y miles de años en la familia. Malic solto una risa impresionada.

-Eso no te pertenece.- El hada escupió sangre al terminar de hablar y una mancha gris arruinó el perfecto verde del césped. -Tu padre me lo dio el día que prohibieron que estemos juntos.-

Rose sintió lástima por ella, pero no la suficiente para entregarle su daga.

-Esto le pertenece a los Park y tu no lo eres.- Respondió firmemente, mientras tomaba aire para calmar su dolor.

-¿Por qué soy un Hada?-

Rose pudo notar en el dejo de su voz que Malic había vivido toda una vida pensando que ella era menos por el simple hecho de nacer siendo un Hada, pero de cierta forma no era su culpa. Los Greys se lo habían hecho creer.

-Porque estas demente, no tiene nada que ver con tu Reino.-

El rostro de Malic se desfiguro, su rostro se veía mucho más tenso y volvió a escupir sangre. Mientras que los tatuajes de flores tan inocentes se volvían mucho más fuertes.

-Realmente espero que cuando te mate, todos vean como el Consejo a destruido vidas enteras.-

Rose estaba de acuerdo con que el Consejo debía terminarse, pero el mundo no podía ser manejado por una persona repleta de rencor y odio.

-Si muero esta noche, tu te vas conmigo.- Aclaró con sinceridad en su voz, lista para esperar lo peor y preparada para luchar hasta que su cuerpo se agotara.

-¿Estas segura de que eres alguien sin tus dones?-

Rose no dudo un segundo en contestar.

-Viví toda una vida pensando que no los tenía, sobrevivire sin ellos una pelea.-

Malic lanzó la primera patada que Rose logró esquivar con facilidad, pero no vio venir el corte horizontal que el Hada le otorgó luego de girar. Una herida superficial que comenzó a emanar algo de sangre.

Rose sintió ese pequeño ardor de magia demoníaca, pero esa vez ya casi no le efectaba. Quizás porque había liberado esa parte oculta que llevaba consigo, una parte de si misma con sangre de demonio. Exactamente la misma que Malic tenía.

En movimientos rápidos y acertados la rubia logró que Malic cayera al suelo y se colocó encima de él hada, tomando sus brazos contra el césped. Ambas tenían la respiración agitada y mucha sangre en el cuerpo.

-Vivirás el resto de tu vida en el presidió del Ángel.- Susurrro con palabras ahogadas, su cuerpo ardía en lugares donde ni siquiera había sido herida.

-Lo se.- Malic deslizó con cautela el arma que tenía bajo la manga, sin que Rose la viera. La rubia estaba tan confundida por las palabras de Malic que no lo noto. -Pero te quitaré la vida antes de irme.-

Rose sintió como en su cuerpo un objeto filoso se le introducía bajo las cosillas, metálico y ardiente. Calor tan intenso que todo su frío cuerpo se detuvo. Luego su vista se volvió borrosa, pero pudo distinguir el arma que Malic tenía en su mano apunto de disparar.

Sangre gris inundo su cuerpo al mismo tiempo y los aullidos de dolor de Malic resonaron por toda su cabeza. El hada no alcanzó a saltar el gatillo... No, alguien más la había herido.

Cuando cayó al suelo todo se volvió aún más confuso, su cerebro quizo apagarse pero Rose intentaba entender que estaba apunto de terminar con su vida. Con las manos frías intentó tocarse donde había sido herida, pero ningún cuchillo estaba ahí.

Solo una herida que emanaba sangre sin razón y un dolor infernal por la pérdida de la misma, luego logró escuchar las voces de su equipo por todos lados.

-¡Rose esta herida!-

Vio como Taehyung levantaba el cuerpo de Malic del césped y se manchanba de sangre gris y espesa... Luego entendió todo.

Noto como el Hada tenía una herida en el mismo lugar donde Rose expulsaba sangre, a diferencia de que el cuerpo de Malic era atravesado por un cuchillo de empuñadura roja.

El responsable la cargo en sus brazos, aquellos tan cálidos y repletos de fuego. Rose se acurrucó en el porque aunque estuviera apuntó de morir sentir a Jungkook siempre era un alivio.

~ALIUM~ |BTS&BP|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora