CUARENTA Y TRES

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-No te odio, Jungkook.- Confesó Taehyung, mientras el carruaje comenzaba a estacionarse, frente a una pequeña casucha de barro y enredaderas. -Intente hacerlo, pero no puedo.-

-Tampoco te odio, o bueno. Solo cuando me llamas niño.- Hasta Yoongi solto una risita aliviada al escucharlo tan tranquilo, el pelinegro volvia a ser el bromista algo egocéntrico que siempre fue.. -En especial cuando soy mas alto que tu.-

-Ni sueñes que te voy a llamar "líder" o cualquier otro nombre que alimente tu gran ego.-

Jungkook iba a protestar entre risas aliviadas, pero el sonido de la puertas del carruaje abriéndose de golpe lo detuvo.

-Llegamos, caballeros.- El cochero era un duende, que como todos, parecía hecho de tierra y árboles. -Las señoritas ya ingresaron a la casa, quizás deban apresurarse.- Advirtió y en un solo segundo los cuatro chicos salieron del carruaje, aún que Jimin no tenía desespero alguno por entrar a aquel lugar donde el amor prohibido de su padre había crecido.

Por instinto Jungkook sacó su daga, esa casa tenía un historia más que cercana para el y probablemente secretos que nunca habían sido contados. La mujer dueña de esa vieja y maltratada casucha había asesinado a sus padres cuando él sólo era un niño.

Una persona más en la lista de venganzas, justo por debajo de Ancel que anteriormente era el único. Quizás Taehyung, pero Jungkook nunca podría hacerle daño real.

Al entrar por la puerta Yoongi notó esa sensación de estar invadiendo el pasado, la privacidad de Malic y todos los recuerdos que ella extrañaba entre llantos cada noche en el Presidio del Ángel.

El vampiro recordaba con sumo detalle el momento exacto en el que se dio cuenta que se había enamorado del hada, fue un viernes justo antes de que el sol se ocultara. Malic había intentado suicidarse al cumplir el aniversario de los cinco años encerrada en ese horrible lugar.

Yoongi lloro toda la noche, pensando que la vida tan injusta de Malic la atormentaba cada día y ella permanecía en silencio.

-Lo único que me motiva a seguir aquí  es tu regreso, saber que vendrás a mi cada día y podrás mantenerme con vida por una noche más.-

Los recuerdos aún dolían con la misma intensidad que hace ocho años atrás cuando ella huyó.

-¿Todo está bien?- La vocecita temerosa de Jimin resonó en sus odios, sacándolo de sus pensamientos. Yoongi se había mantenido estático viendo una fotografía de Malic cuando era niña y le temblaban las manos.

-No lo se...- El vampiro miró a Jimin, aquel chico algo bronceado con mejillas grandes y ojos rasgados. Se obligó a sonreír falsamente, pero el rubio no lo noto. -Vamos, lindo matademonios. Debemos encontrar algo útil para salir de aquí y volver a casa.-

Casa, el instituto comenzó siendo un lugar extraño y exageradamente confuso al principio. Donde Yoongi convivía con gente que ni siquiera le agradaba, pero ahora todo era distinto.

Rose, probablemente la más afectada o conectada con Malic. El hada que intentó matarla pero a cambio le entregó su magia demoníaca, Rose se preguntaba si quizás Malic estuviera al tanto de la conexión que habían formado o se mantendría igual de ignorante que ella hace unas horas, cuando su vida parecía tener sentido.

Entró a una habitación pequeña y con una cama hecha de flores y árboles. Todo parecía ser tan artístico y hermoso, quizás la magia de los demonios así lo era.

Supo que era el cuarto donde dormía Malic al ver unas fotos de su padre en la esquina de un espejo, Bland estaba sonriendo y parecía realmente feliz, sin arrugas ni muchas preocupaciones.

~ALIUM~ |BTS&BP|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora