TREINTA Y SEIS.

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La textura bajo su piel era tan cómoda y reconfortante que ni siquiera estaba segura de que si quería abrir lo ojos o seguir en la total ignorancia.

Luego de unos minutos se sintió prácticamente obliga a despertar al escuchar una armoniosa melodia de violin.

Bien, ya me mori.

Pensó Rose cuando abrió los ojos y vio donde se encontraba, una cama de plumas y seda costosa donde se acurrucaba pacíficamente, en medio de una habitación enorme con paredes altas e incrustadas en piedras preciosas.

-No, no estas muerta.-

Rose volteó rápidamente al escuchar una voz femenina preparada para soltar cualquier tipo de ataque, pero al ver como aquella mujer la veía a los ojos, supo que no era necesario aniquilarla... O por lo menos no por ahora.

-¿Donde estoy?- Rose se sintió estúpida por su pregunta, nada podía ser más obvio que aquella situación. La mujer tenía dibujado todo el cuerpo por flores y enredaderas verdes que se escondían detrás de su cabello violeta.

Rose nunca había visto un hada en su forma natural, con los ojos que reflejaban un campo y las dibujos trazados en su cuerpo.

La mujer le sonrió, sabiendo que ella ya había adivinado la repuesta. No era necesario tocar a Rose para ser lo que sentía, ella podía simplemente olerlo a quilometros.

-No estés asustada.- La voz tan armoniosa y pacífica del hada estremecía a Rose. -Nadie va a hacerte daño.-

Yo les voy a hacer daño...

Rose saco esa idea de su cabeza, recordando todo lo que había hecho en el pueblo y las pobres personas que había aterrorizado. Se sentía molesta y asustada, tenía ganas de llorar y gritar pero en vez de eso solo dijo...

-Tengo hambre.-

Y era verdad, aún que quizás no lo más apropiado para decir en aquella situación, pero el hada no parecía molesta. Sino más bien divertida.

-Sus amigos están cenando en el comedor principal.- Comentó al acercarse a la cama donde ella estaba, el hada se sentó sobre esta y Rose sin notarlo se abrazo a sus rodillas. Como hacia cuando era niña y sentía miedo.

Jungkook...

Automáticamente le vino a la cabeza la imagen de estar luchando junto a él y luego todo se torno negro y confuso.

Solo pensar en eso fue suficiente para que Rose se levantara de la cama y corriera hasta la puertas pesadas de la gran habitación. Antes de salir el hada solto un grito de atención y Rose volteó nerviosa.

-Señorita.- El hada seguía sonriente, una sonrisa tan carente de sinceridad que asustaba. Las Hadas no parecían tener emociones, eran sólo una máscara bonita e imitadora.

-¿Si?- Aún así Rose intentaba ser amable.

-Creo que sería una buena idea colocarse algún tipo de atuendo para salir al comedor.- Mencionó como si fuese solo una humilde sugerencia y Rose enrojecido al notar que sólo traia su ropa interior.

-¿Oh? Emm...- La chica trató de esconder su cuerpo con sus brazos pero era lo mismo que nada. -¿Buena idea....? - Contestó nerviosa y el hada río.

-Bella Qin, pero usted puede decirme Qin si eso gusta.- La risita del hada sonaba tan real que Rose pensó que ambas podían llevarse bien en otra situación. -Tengo un vestido para usted.-

-Preferiria mi ropa.- Rose miraba nerviosa por la ventana esperando que nadie pudiese verla pero luego entendió que estaba a metros del suelo y se tranquilizó. El palacio era realmente alto.

~ALIUM~ |BTS&BP|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora