Lo quiero.

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-Es una broma, ¿cierto? – Preguntó Daichi al joven de cabellos naranjas.

-Lo...Lo siento, Daichi-san, pero Akaashi-san dejo estrictamente claro, que no lo podía dejar entrar. - Hinata comentó nervioso mientras se ubicaba estratégicamente en la puerta.

Sawamura suspiró, sabía que esto iba a pasar. – Tranquilo...No te preocupes. – sonrió quedito.

Hinata solo asintió y entró nuevamente al restaurante, Kageyama inmediatamente bajó la guardia al ver que el peli naranja estaba bien y siguió atendiendo a la gente de manera normal.

Daichi dio media vuela hacia su carro mientras que pensaba que hacer, era obvio que tenía que hablar con Suga, tenia que disculparse y, sobre todo, tenia que remendar su accionar con Masaru.... Masaru, su hijo, hijo de Suga y él sin evitarlo sonrió, apretó el volante una vez que entró al carro. -Llamar a Asahi. – dijo en voz alta, su sistema automático reacciono ante la orden y marcó al abogado, sin más Daichi arrancó en dirección al hotel.

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-¿Un reconocimiento de paternidad? – preguntó Asahi mientras miraba su computador y terminaba de arreglar los papeles de divorcio entre Daichi y Yui. – Deberías esperar por lo menos a que Yui acceda al divorcio. – aconsejó precavido al recordar a la mujer, bien sabia que Yui era de cuidado y en verdad estaba preocupado, no por Daichi, sino por Suga y Masaru. – En serio.... No, pero tú sabes...Mmmm... De acuerdo... Si... Vale, nos vemos. – Terminó la llamada y se recogió el cabello en una coleta baja. Iba a morir de estrés y entre sus contactos buscó el numero de un conocido suyo que era detective. "Que vigilen a Mamoru y a Koshi" la vaga orden que Daichi le había dado.

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Ya había pasado una semana desde el incidente en el cual su hijo y él se habían reencontrado con Daichi y ese era el mismo tiempo que su relación con Ushijima llevaba, solo tenía una palabra para describir "Perfecto", el hombre de cabellos castaños era perfecto en todo sentido, era atento, amable, siempre procuraba por el y Mamoru. Aunque admitía que su sentido de humor era... escaso ya que todo lo tomaba literal, pero esa parte no le disgustaba, al contrario, le parecía lindo. Suga sonrió al ver como Wakatoshi le enseñaba a su hijo a pegarle a la pelota de voleibol una y otra vez, dejo la taza de té en la bandeja y se calzo los zapatos para acercarse un poco. - ¿Puedo jugar? – preguntó sonriendo delicadamente.

-¡Si! – exclamó Mamoru emocionado. Suga miró a Ushijima y este sonrió para luego asentir.

Aprovecharían esos días, estaban solamente lo tres pues esa tarde, la familia Bokuto se había ido de viaje a la ciudad natal de Akaashi.

La tarde paso entre juegos y risas. – Es mejor que entremos, tenemos que preparar la cena y ya es hora de tu baño, Mamoru. –

Sin replicar el niño asintió y se adelantó dejando atrás a Koshi y Waka-kun.

-Ahora parece estar mejor. – Comentó el pelicastaño refiriéndose al estado anímico de Mamoru, mientras acariciaba de manera sutil la mano del doncel.

-Eso es gracias a ti, no creo que tenga tiempo de preocuparse por eso, prácticamente lo llevas todas partes, que al zoológico al parque de diversiones a jugar... - dijo divertido Suga mientras entraba nuevamente a la casa, pero se detuvo al no sentir a Ushijima cerca suyo. – ¿Ushi-san? – Le miró de nuevo.

Me cuesta olvidarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora