veintidós.

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Enero.

Me levanté de la cama con un horrible dolor de cabeza y caminé hasta mi baño, me miré en el espejo; una sombra negra se asomaba debajo de mis ojos, me acerqué más al espejo y estiré más mi piel para poder alcanzar a distinguir más las tonalidades de esa sombra. Corrí por mi celular y marqué el número de Juli.

-¿Qué pasa?- me preguntó mi amiga

-Creo que padezco de anemia.

-¿Porqué lo dices?

-Tengo una mancha grisácea debajo de mis ojos.

-¿Te sientes cansada?

-Tengo algo de sueño.

-¿Tienes ganas de dormir todo el rato?

-Ajá.

-Amiga, no tienes anemia, solo son ojeras.- me informó -Se hacen cuando tienes mucho cansancio, y al parecer tener sexo con Tomás te está cansando.

-¿Cómo sabes que he tenido sexo con él?

-Es evidente, ¿cuántas veces los han hecho desde la vez del hotel?

Me puse a pensar, la verdad no llevaba la cuenta, pero habían sido demasiadas, y todas ellas llevan algo nuevo, algo más espectacular cada vez.

-Unas quince veces.- admití

-¡Mierda ____! ¿Descansas al menos?- preguntó sorprendida

-No.

-Deberías de darte un tiempo, sé que el sexo es espectacular, pero al menos pídele un descanso hasta el cumpleaños de tu madre, así podrás tener todo el sexo que quieras con él sin tener que respirar.

-No me vengas con..- dije al escuchar un grito fuera de mi ventana. Era Valentín que traía una canasta y un ramo de rosas -Mi novio está aquí, te llamo luego.

-¿Novio? ¿Qué novio? ¡____ tienes que contármelo todo!

-Lo prometo.

Le sonreí y hondeé mi mano en el aire para saludarlo.

-Oh, mi Julieta Capulet, estos días te ha extrañado noche y día, tus ojos se me revelan a la hora de dormir y la hora de amanecer. Oh, Julieta, permíteme llevarte tan lejos que nadie nos vea.- citó a Romeo

-Oh querido Romeo, que cosas decís, en el momento en que vosotros crucemos la puerta, mi padre os llevará a la hoguera, oh mi Romeo, ¿estáis seguro de lo que queréis hacer?- imité a Julieta

-Julieta, estoy seguro de querer pasar la vida entera con vosotros, no me dejéis aquí, solo y prisionero de mis deseos, que mi corazón solo pertenece a ti, os ruego que me acompañéis, estarás aquí antes de las diez.

Le sonreí y bajé las escaleras para colarme por la ventana de la cocina, ya que no quería buscar las llaves. Me ayudó a escapar y me cargó entre sus brazos. Reímos un poco después de la escena trágica que habíamos recreado.

-Hola, princesa.- me saludó

Besé la comisura de sus labios y abracé su cuello para no caer.

-Hola, amor.

Sonrió de oreja a oreja y claramente pude ver un brillo en sus ojos. Apretó sus labios contra los míos y me depositó en el suelo para que pudiéramos ir hasta su auto. Lo que me encantaba de Valentín era que a pesar de que me veía más pequeña que él, no le importaba manifestar nuestro noviazgo, siempre me tomaba de la mano y cada que podía me besaba frente a todos, si no fuera por el reglamento de la escuela, juraría que no le importaría y me basaría en clase, en los pasillos, frente a los profesores, directores y de más, eso era lo que amaba de él, me había tomado solo dos semanas para saber que lo amaba, que no lo quería, lo amaba.

Valentín y yo solo mantuvimos relaciones 3 veces, las tres veces las hicimos con amor y delicadeza.

-¿En qué piensas?- me preguntó al darse cuanta que tenía la mirada perdida

-En que no sé qué haré en la escuela cuando no pueda besarte ni tomarte de la mano ni abrazarte ni nada.

Agaché la cabeza, me hacía sentir triste a veces.

Me giró para que mi cuerpo quedara frente al suyo y pudiera mirarlo justo a los ojos, a esos azules y hermosos ojos.

-No, no pienses en eso. En clase te mandaré miradas de coqueteo, si quieres de repente le pediré a algún compañero tuyo que se levante a leer para yo sentarme detrás de ti y hacerte maldades a escondidas, pero acuérdate que no vas a deshacerte de mí, al menos que me lo pidas.- dijo con ternura

Me puse de puntillas y besé sus labios, abrí mi boca para dejar entrar a su lengua y juguetear con ésta. Siguió el beso se una manera exquisita y de repente sus labios no se sintieron igual, se sintieron feroces e imparables, ese beso ya lo había sentido antes y no había sido con Valentín, no era de los besos que me dedicaba Valentín, era el beso de Tomás.

Abrí mis ojos para comprobar que seguía besando a Valentín y no era así, Tomás sustituía a Valentín, me separé de sus labios y empecé a pestañear para tener una clara imagen de lo que estaba pasando, sí, estaba empezando a alucinar y me sentía terrible, despreciable, Valentín abrió los ojos y ladeó la cabeza.

-¿Pasa algo?- preguntó preocupado

-¿Recuerdas que me enfermé hace poco? Siento que volveré a recaer.

-Uhm.

-Lo lamento, no quiero que te enfermes.- inventé un nuevo pretexto

-Qué va.- dijo sin importancia -¿Quieres que nos vayamos?- me invitó

-¿A dónde me llevarás?

-Es sorpresa.

-Solo quítame la duda de algo- lo detuve en seco -¿Voy arreglada para la ocasión?- pregunté mirando mi ropa

-Por supuesto que sí, te ves preciosa, todos envidiaran a la mujer que llevaré cómo compañía.

Besó la comisura de mis labios y sonrió.

-Solo te presentaré a unos amigos, dijeron que podíamos llevar a nuestras parejas, y decidí pasar por ti.

-¿Y la canasta para qué?

La abrió y alcance a ver algunos quesos y vinos.

-Para el aperativo.

Sonrió de nuevo, me tomó de la mano y me metió al auto, tenía miedo, claro que sí, todos ellos ya mantenían un trabajo o incluso una familia mientras que yo apenas tenía dieciocho años, maldita mi suerte.

Sex Instructor | C.R.O | TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora