cincuenta y uno.

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Fui con Tomás a decirle que daría una
vuelta con Jessica. Se saludaron y Tomás iría por unas películas en lo que yo regresaba.

Caminamos unas cuantas cuadras lejos de donde estábamos para detenernos es un café con una terraza que daba al mar y la vista era espectacular. Nos sentamos en una mesita decorada con flores y en cuanto pude, cerré los ojos y
disfruté del olor del viento.

- ¿Cuántos meses tienes? - preguntó
Jessica.

- Casi dos.

- ¿Y cómo te enteraste tan pronto?

Tragué saliva y regresé mi mirada a
Jessica.

- Me sentí mal de repente - le conté.

Jessica abrió sus ojos como platos para después fruncir los labios y con la mano pedir la atención de un mesero.

- Buenas tardes, señoritas. ¿Desean
algo de beber? - dijo el hombre en
cuanto se acercó a nosotras.

- Una limonada, por favor. - pidió
Jessica.

El hombre dirigió su mirada hacía mí
esperando mi petición.

- Lo mismo.

El hombre hizo una reverencia y se
retiró.

-Jessica me tomó de la mano y se acercó un poco a mí.

- ¿Qué edad tienes? - preguntó con un
brillo extraño en los ojos.
- Dieciocho.

Observé como el ceño de Jessica se
fruncía.

- Juraría que tienes más de dieciocho. - comentó sorprendida.

El hombre llegó con nuestras
limonadas y las dejó en la mesa frente
a nosotras.

- ¿Desean algo de comer, damas?
- preguntó, pero esta vez sacó una
libretita junto con una pluma.

- Muchas gracias, pero con las bebidas
está excelente. - le sonrió Jessica.

El hombre volvió a hacer la misma
actuación que hace unos minutos;
reverencia y retirada.

Le dí un sorbo a mi limonada y disfruté de la fría sensación que dejaba en mi garganta.

- Cuando me embaracé de Timothée
tenía 22 años. Ahora tengo 25. Peter,
mi esposo, tenía 25. Al principio nos
dio miedo, pero él se acercó a mí y me
dio la seguridad que necesitaba en ese
momento, - comenzó - la esperanza
estaba aunada al cariño que nos
teníamos. Al principio pensamos en
abortar al bebé o darlo en adopción,
pero cuando sabes que esa criatura que llevaste 9 meses en tu vientre depende de tí, que te necesitará toda su vida, tu mundo cambia, se torna de colores y no solo de blanco y negro. - miré el mar a lo lejos para después regresar a Jessica - Eres muy jóven aún. Tienes tanta vida por delante que cuando ese bebé llegue será algo difícil pero no imposible, cariño. Tienes que tomar en cuenta que si ese niño o niña crece sin papá, - señaló mi estómago - no podrá ser igual que todos los niños. Siempre se hará preguntas, preguntas que tarde
o temprano tendrás que contestar. No
creo que Tomás te abandone porque
estés embarazada. Tienes que confiar
en él.

- Es que no entiendes, Jessica. - dije
con mis ojos cristalizados - Este bebé,
esta hermosura... corre riesgo. - una
lágrima se derramó por mi mejilla - Mi matriz es algo pequeña para él o ella.

Jessica agachó la cabeza y después
regresó su mirada a mí.

- Sé que me ama casi tanto como yo
a él, y si tengo razón, si alguno de
nosotros corre el riesgo de morir, -
tomé mi vientre entre mis manos - él
me va a elegir a mí y no a él.

Le sonreí tristemente y tomé su mano
entre las mías.

- Tengo muchas razones para
no decirle, pero también tengo
demasiadas para ir corriendo en este
preciso momento y contárselo todo.
Jessica se levantó de su silla y me
abrazó fuertemente.

- Eres fuerte,será tan perfecto como tú, pero dale la oportunidad a su padre de quererlo.

- Se la daré en algún momento, lo juro, pero no ahora. Tengo que estar fuerte para mi bebé. - le dije mientras me separaba de su abrazo.

Me tomó un minuto recuperar esa
especie de lineamiento que tenía
acerca de la idea de decirle todo a
Tomás, no era correcto. Él tenía que
seguir con su vida, hacer lo que se le
viniera en gana. Yo iría a estudiar lejos de Buenos Aires para darle lo mejor a mi bebé.

- ¿Qué harás? - me preguntó
regresando a su lugar.

- Estudiaré la carrera de medicina en Córdoba. Buscaré unbuen trabajo y viviré con mi bebé en una linda casa.

- ¡Yo soy de Córdoba! - exclamó
emocionada - Quiero ayudarte en todo lo que pueda, del embarazo. - abrí mi boca para decir algo, pero me interrumpió - No vas a detenerme.

Agaché la cabeza y suspiré duro en
señal de derrota.

- Gracias, Jessica.

- Jess, dime Jess.

Me guiñó un ojo y luego me regaló
una sonrisa increíblemente hermosa y sincera.

- ¿Ya encontraste un lugar mientras te
estableces? - me preguntó interesada.

- Es un apartamento, pequeño, pero es suficiente en lo que llega ésta criatura. - sobé mi estómago.

- ¡Asombroso!

Jess y yo hablamos mucho acerca de
dónde tendría a mi bebé y la manera,
pero preferí dejar eso para otra
ocasión. No quería adelantar ningún
proceso sino hasta saber que mi bebé
estaba perfectamente bien. Caminé
sola hasta la cabaña donde me estaba
quedando con Tomás.

Entré y me asomé hacía el interior de la cabaña para darme cuenta que
Tomás estaba solo en pantaloncillos
y estaba dormido. Caminé hacia su
posición hasta llegar al silloncito que
estaba justo a un lado de la cama. Me
senté y lo miré. Quería recordarlo así,
tranquilo, encantador. Él era todo lo
que quería y lo que deseaba, lo amaba
de tal manera que mi existencia era
insignificante mientras él estaba cerca. Había cambiado mi vida, mi manera de pensar y todo gracias a un letrero, a un pedazo de papel casi destrozado con el número que me llevaría a él, a ésa salita roja donde me habló por primera vez, donde sus ojos café me atraparon por primera vez, donde despertó todos mis sentidos.

Todo había iniciado ahí, y tenía
planeado que terminara ahí.

Sex Instructor | C.R.O | TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora