treinta y nueve.

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Cómo cualquier otro día, me desperté entre muchas sábanas, solo algo cambió; Tomás dormía a un lado de mí, recargado en mi hombro, su labio inferior hacia una especie de puchero que me daba muchísima ternura, su cabello estaba todo revuelto y su rostro era más que perfecto en ese instante, en todos los instantes. Era la primera vez que veía a Tomás dormir y no quería que fuera la última, saqué mi brazo de entre el desastre de sábanas y con mi mano froté mis ojos para quitar todas las legañas que se formaban en los lagrimales de mis ojos.

Seguí admirando a Tomás hasta que un sentimiento involuntario me hizo querer besarlo, en ese instante, me acerqué lentamente a su rostro y planté un beso suave en sus labios, que no respondían a mi beso, pero aún así se sentía como subir a la novena nube.

-Hmm...- soltaron los labios de Tomás aún cerrados -Sabes delicioso.

Me asomé a su rostro y vi una sonrisa dibujada en sus labios, aún tenía los ojos cerrados.

Volví a besar sus labios peri ésta vez respondió, su mano acarició mi hombro, se removió para quedar en la misma posición que yo y acariciar mi torso sobre las sábanas que cubrían mi cuerpo aún desnudo, me besó durante unos cinco minutos tan deliciosamente que no quería separarme de sus labios jamás.

-¿Quieres desayunar?- preguntó aún sobre mis labios, maldije por dentro ya que no quería separarme de sus labios

-Amm...- vacilé

-No quieres, bien, quedémonos aquí un rato más.

El brazo de Tomás pasó por detrás de mí para abrazarme y pegarme a su cuerpo, puedo sentir la necesidad de seguir besándolo, me recargué en su regazo y cerré los ojos.

-No quiero regresar a Santa Fe, me retracto a regresar allá, quiero vivir en otro lugar, contigo, para siempre.

-Pero necesitas a tu familia, a tus amigos, a todos los que hacen tu vid a tenga sentido...

-Solo tú le das sentido a mi vida, Tomás.

-No, no digas eso, tu madre y tu padre te dieron la vida, es gracias a ellos que puedes estar aquí y ahora conmigo, Julieta, ella también me ayudó en su momento a espirarte y poder estar contigo, no puedes irte de Santa Fe conmigo cuando a duras penas sabes quién en realidad soy, y poco a poco lo sabrás, claro, pero no puedo hacer que vivas con un extraño para siempre y dejes a las personas a las que más les importas en éste mundo.

-Hablando de familia...- susurré después de un momento ese largo silencio -Conocí a Angela, y me dijo ciertas cosas que probablemente no tenía que saber, pero no tenía que saber, pero que entiendo que estés enojado y todo eso, pero como me lo acabas de decir, son los únicos que al final del día estarán contigo siempre...

-¿Qué te dijo exactamente?

-Me contó que venían chicas a tu pent-house.

-No, ____.

-¿Entonces?

-Es el hecho de que tengo miedo de que por ese tipo de situaciones creas que soy un tipo psicópata que le encantan las niñas y tener sexo, simplemente las mujeres venían a mí como abejas a la miel y no me molestaba...

-Ni te molesta.- solté

Observé el rostro tenso de Tomás y como se transformó a un gesto burlón.

-¿Acaso estás celosa?- preguntó con tono burlón mientras enarcaba una de sus cajas

-¿Celosa? ¿yo?- dije casi ofendida, solté un bufido y rodeé los ojos

-Hey, apenas llevamos un día juntos y ya me haces shows, preciosa- dijo mientras me abrazaba y plantaba besos en mis mejillas

-Quiero desayunar.- dije soltándome de su agarre

-No, ahora no te saldrás con la tuya.

Me puso justo debajo de él mientras intentaba zafarme de su agarre, grité varias veces para que me soltara pero no funcionó, de repente su mano hizo un imitación de una pistola y apuntó hacia mí, sus dedos caminaron hacía mis costillas y sus manos empezaron a darme una tremenda oleada de cosquillas por todos lados.

Mi cuerpo se retorcía debajo del suyo mientras me reía tan duro que ya no sentía mis cachetes.

-¡No! ¡Cosquillas no!- dije entre risas

-¡Admite que estas celosa!- exclamó aún haciéndome cosquillas

-¡Prefiero comer monos!

-Ah, conque sí.

De repente su boca se juntó con la mía en un beso caliente y humedo, una de sus manos juntó las mías por encima de mi cabeza y no dejó que las moviera, desocupó una de sus manos y con ella empezó a bajar dentro de las sábanas entre mis senos u mi abdomen hasta llegar a mi pelvis.

Sus labios se detuvieron en la guerra de mi cuello y empezaron a succionar mi piel.

-Di que estás celosa.

-No... no, no estoy celosa.- dije entre jadeos

-¿Segura?- sentí su mano bajar todavia más hasta llegar a mi punto más débil -Di que estás celosa y no tardaré nada en enseñarte un verdadero orgasmo con solo introducir un dedo dentro de ti, amor.

Apreté mis labios, el calor en mi cuerpo iba en aumento y de verdad quería sentir ese orgasmo, pero no quería darle el gusto y darme por vencida.

-No lo haré.

-Uhm, qué lástima.- dijo mientras su boca bajaba hasta mis pechos y empezaba a solucionarlos con su lengua como una bestia

Su mano no hizo ningún otro movimiento ahí debajo hasta que no de sus dedos empezó a deslizarse muy despacio dentro de mí, pero no lo metió todo.

-¿Se siente bien?

Oh, claro que sí.

-No diré nada.

-Vamos, nena, lo único que tienes que hacer es decir que estás celosa y poder hacerte mía una vez más.

¡Estoy celosísima! Hazme tuya de nuevo.

-No estoy celosa.

De repente, su mano salió de mí, se pegó más a mí y la punta de su longitud empezó a entrar en mí, pero hasta ahí la dejó..

-Vamos, ésta bestia puede estar dentro de ti en menos de tres segundos, solo tienes que admitir que...

Apreté mis labios, casi los mordí, una gota de sudor cayó sobre mi nariz y todo mi cuerpo pedía ser follado por el cuerpo de Tomás, era como una droga.

-¡Ah! Estoy totalmente celosa... ¡Ya! Mételo..

-Esa es mi chica.

Sus labios clavaron un beso en los míos, cuando creo que íbamos a tener sexo de nuevo, se le ocurrió a un estúpido tocar la puerta de la casa e interrumpir todo el momento mágico que Tomás iba a darme.


Sex Instructor | C.R.O | TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora