cincuenta y cuatro.

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Me metí al baño para ponerme el
bañador que la mucama había empacado para mí. Era uno de dos piezas, nada fuera de lo común. Mi ropa interior la metí en una bolsa de plástico y encima del bañador me puse el mismo short que llevaba puesto minutos.

Salí del baño y ya se escuchaban los
chapuzones al agua. Me acerqué a
todos y me miraron extrañados.

- ¿No vas a meterte? - exclamó Teresa
dentro del agua.

Miré el agua nerviosa, no sabía si sería buena idea meterme al agua. Me estiré del cárdigan hasta las
palmas de las manos y me cubrí la cara mientras negaba apenada.

- Vamos, está tibia.

Dudé un poco hasta que me senté
en la orilla y metí mis pies al agua
disfrutando la sensación de calidad en
mis ellos. Cerré los ojos y me detuve a pensar en lo mucho que me gustaba esa sensación.

- No querrás que Tomás lo haga- dijo
una voz detrás de mí.

Me volví para averiguar quién era.
Nicki. Estaba cubierta por una
playera holgada que le llegaba hasta
los muslos. Še lo subió hasta la cabeza
para dejar ver su cuerpo semidesnudo.

Sentí un vuelco en el estómago. Era
linda, mucho. Aventó el ropaje a un
lado y se sumergió en el agua como si
fuese algo que hiciera todo el tiempo
para después salir a la superficie y
acomodarse el cabello mojado hacia
atrás.

Me levanté algo enojada y empecé
quitándome el short. Tenía unas
piernas muy lindas; rellenas pero
moldeadas de la manera más linda que pudiese haber querido gracias a todo ese entrenamiento en gimnasia.

Luego me quité el cárdigan con cuidado y me acomodé el sostén del bikini para impedir algún accidente.
Mi piel estaba ligeramente bronceada
por la cantidad de tiempo que había
pasado en el sol la semana anterior.
Era un tono canela muy tenue, pero
que se veía perfecto con todos mis
atributos. Volví a sentarme en la orilla
dándome cuenta que los amigos de Tomás me miraban asombrados. Ellos se habían dado cuenta de lo que su amigo había conseguido, todos lo sabían en ese momento. Me metí delicadamente alagua y aguanté lo más que pude dentro, pero mis pulmones gritaban por algo de oxígeno así que salí a la superficie y nadé hacia donde estaba Teresa.

- Está deliciosa. – dijo mientras salía
del agua.

- Perfecta. – agregué.

Nos quedamos un buen rato hablando
y jugando dentro del agua hasta que
Tomás apareció de la nada detrás de mí dándome un susto increíble.

- ¡Demonios! – refunfuñé aventándole
un poco de agua al rostro.

Él soltó una carcajada tan escandalosa
que tuve que reírme tan bien.
Estábamos riéndonos, siendo felices
nuevamente.

- ¿Quieres matarme acaso? – le
reclamé.

Me acercó a él jalándome por la
cintura. Puse mi mano en su pecho por reflejo y toqué sus labios con mi dedo pulgar.

- Es lo último que haría, créeme. –
comentó con tono seductor.

Sonreí ligeramente y le besé la mejilla.

- No quiero que me beses en la mejilla, ____

- Pero tus padres están viéndonos.

- ¿Hay problema con eso? Todos aquí
saben que te amo como a nada en el
mundo.

- Pero ellos no saben que amas a una
niña de 18 años. – le recordé.

- Arriesgaría lo que fuera para estar
siempre a tu lado, a buscarte hasta el fin del mundo y ____, créeme. Iría solo para besarte una larga y lenta vez,
para no olvidar lo que se siente tener
tu olor tan cerca, tu piel, tus ojos, todo
de ti. No me importa si tu padre tiene
que arrestarme después, sé que habrá
valido la pena ese maldito minuto en el que pude besarte.

Sex Instructor | C.R.O | TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora