veintiséis.

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-Nunca me imaginé que Tomás y tú se conocieran.- dijo Valentín cuando cerró la puerta de su apartamento una vez que Tomás ya sé había ido

-Sí, lo conocí gracias a mi padre.- mentí

-Bueno, una cosa más que tenemos en común.- alzó mi barbilla y me besó

-Já, sí.

¿Para qué contarte todo lo que pasó después? Seguí teniendo sexo con Tomás y con Valentín, no me importaba la hora ni el lugar, lo hacíamos donde queríamos, Valentín era dulce y delicado, Tomás era duro y feroz.

El cumpleaños de mi madre pasó y mis padres volvieron a pasar tiempo de calidad conmigo, ya casi no salía, solo hasta que empezaron las clases.

Valentín y yo cumplimos unos cinco meses juntos y entinces llegó Abril, el calor era inmenso y la tristeza sabía a dulzura, no me importaba lo mucho que le doliera pensar en dejar a Valentín, no me importaba.

-Hey, no estés así, estoy segura de que si te ama, podrá entenderlo.- decía mi amiga al mismo tiempo que comía su ensalada de frutas

-No es tan simple.

-¿Porqué no es tan simple? No es que lo hayas engañado o algo.

Enarqué la ceja y una sonrisa burlona se dibujó en mi rostro.

-¡Demonios ____!

Me levanté.

-¿Qué haces?

-Ya no puedo, tengo que decirle lo que ha pasaso.- le dije mientras tomaba mis pertenencias con mi bolsa y colgaba en mi hombro

-¿Quieres que te acompañe?

-No, gracias, me saltaré las clases que faltan, iré al despacho de Tomás y hablaré con él también.

Avancé en medio de toda la multitud que se formaba a la hora del almuerzo, el equipo de americano empezó a aullar estupideces cuando pasé frente a su mesa, yo solo les regalé un guiño y seguí caminando, atravesé la sala de maestros y pasé de largo hasta la oficina de Valentín, me quedé inmóvil frente a la puerta de doble hoja y sentí como mis manos y mis piernas empezaron a temblar junto con gotas de sudor en toda mi frente y en el pecho.

-Tranquila, lo entenderá.- me dije a mí misma

Rodeé la manija de la puerta con mi mano y la abrí, la siguiente escena me dolió tanto que casi me caigo del dolor.

-¿¡No sabes tocar maldita sea!?- gritó Valentín

Había ropa tirada por todos lados y una mujer de cabello castaño claro de espaldas a mí gimiendo y sudando encima de él y Valentín tomándole de las caderas, lamiendo su busto y metiendo su miembro dentro de ella.

-¿Qué?- solté un grito

-¡Demonios ____!- gritó mi novio -No es lo que parece- se acercó a mí aún desnudo y se puso delante de mí

-Maldito.- gruñí entre dientes, lo empujé aún desnudo dentro de la oficina y salí rápidamente de ahí

Sentí cómo las lágrimas se apoderaban de mis ojos y salían incesantes, corrí fuera de la sala de maestros y me dirigí al estacionamiento, saqué las llaves de mi auto, metí mi bolso y todo lo que traía en el baúl y lo azoté la puerta de éste, me dirigí a la puerta del asiento del piloto y me metí tan deprisa como pude, metí las llaves, arranqué el motor y salí de la escuela inmediatamente.

No paraba de llorar, aunque quisiera, no podía, la imagen borrosa de mí novio revolcándose con otra rondaba en mi cabeza sin salir de ésta ni un instante.

Me metí a la carretera para tomar el camino que me sacaría a la ciudad hacia la oficina de Tomás. Valentín me había dado esa información.

Mi celular empezó a vibrar, vi de reojo la pantalla y era una foto mía junto a Valentín, era Valentín quien estaba llamando, no atendí y solo mantuve mi vista en el camino, mi teléfono siguió sonando y sonando pero no contesté ni una sola vez.

-¡Deja de llamar!- grité entre sollozos y lágrimas

Tomé el celular y atendí.

-¿Qué demonios quieres?- exclamé aún llorando

-Tienes que dejar que te explique...

-¿Explicarme qué? Tenngo 18 años, soy lo suficientemente madura para entender lo que vi allá, soy lo siguiente tonga para creer que me querías.

-No es lo que piensas.- suplicó detrás de la bocina

-No, solo estabas metiendo tu pene a otra mientras salías conmigo. ¡Hemos terminado Valentín!

Colgué y apagué el celular, cuando llegué a la caseta puse música.

Llegué a la ciudad y me detuve en una tienda para comprar una botella, me sentía algo mareada, cuando alcancé a ver el edificio donde se encontraba el despacho de Tomás, estacioné como pude el auto, saqué las llaves y entré al edificio.

Me tambaleé hasta el ascensor y choques con un tipo guapísimo a decir verdad.

-¿Le sucede algo señorita?- me preguntó suave mientras me veía

-Ah, no pasa nada.- dije

-¿Viene por alguien en especial?

-Quería ver al señor Tomás.- dije con dificultad - Pero es que mi estúpido novio decidió revolcarse en la cama con otra.- empecé a reír, el alcohol me estaba mareando mucho

-¿Cuál es su nombre?- me preguntó mientras me recargaba en su regazo

-¿Cuál es el tuyo?

-Ignacio.

-Ignacio, quiero que le hables a Tomás, necesito a Tomás.

Y un golpe en el estómago me hizo estremecer, sudaba frío y las náuseas me carcomían, miré con sorpresa a Tomás y empecé a llorar de nuevo.

-¿Sabes en qué piso se encuentra Tomás?- me preguntó al oído

-Doce, piso doce.- dije con dificultad nuevamente

-Lo llamaré, no te muevas de aquí

Maldita sea, necesito a Tomás. ¿Porqué demonios había dicho eso?

Sex Instructor | C.R.O | TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora