treinta.

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-Te extrañé.- susurró en mi oído

-Y yo a ti.

Nos separamos de nuestro cálido abrazo, mantuvo pegada a su cuerpo y se acercó tanto a mi rostro que pude sentir su respiración chocar contra la piel de mi mejilla. Admiré sus hermosos ojos azules.

-Tenemos que hablar, Valentín.- solté sin ningún rodeo

-Dime, preciosa.

Cerré los ojos e intenté no soltar las lágrimas que se avecinan en mis ojos, tomé un suspiro.

-No quería hacer esto, por que sé que me lastimo yo y te lastimó a ti, pero no es correcto mentirle a la persona que te ha hecho feliz durante varios meses, quiero aclararte que han sido de los mejores meses que he vivido y que esos recuerdos no se irán fácil de aquí.- puse amabas manos en mi pecho señalando al corazón y alcé la mirada para poder notar un par de lágrimas en los ojos de Valentín -Te amo, de verdad que lo hago, pero ya no puedo engañarme a mí ni a nadie más..

-Ve al grano, ¿quieres?

-Siento cosas por otra persona, y creo que no mereces sufrir no quiero hacer lo mismo que tú me hiciste a mí, prefiero besarte hoy todo el día en lugar de acostarme con cualquiera mañana, te invité ésta tarde como amigo, como parte de mi vida, por que lo que pudimos vivir no fue cosa de inventos, fui sincera contigo y creo que tú también lo fuiste, pero hoy solo quiero disfrutar de tu amistad, de tu compañía, tal vez de tus besos, de tus abrazos y de todo lo que no podré volver a tener nunca más.

Cuando terminé me solté a llorar, estaba decidiendo en un hombre, en uno solo, cuyo nombre era Tomás Campos.

Después de unas horas, casi cuando el sol ya no daba a más, Valentín decidió recostarse conmigo, me quedé dormida y cuando desperté ya ni estana el aroma fresco de Valentín cerca de mí, se había ido, y en la marca hundida de la cama solo quedó una hoja de papel doblada por la mitad y una foto mía y de Valentín en  nuestro mes número dos, primero examiné la foto, yo estaba sonriendo, mi rostro estaba pegado al de Valentín y él parecía estar riendo, el osito que me regaló ese día estaba en mis manos que se mantenían entrelazadas con las de él, detrás estaba la feria de los suburbios y toda la gente que igualmente esperaba su oportunidad para una foto.

Puse la foto en la cama de nuevo y tomé la hoja de papel entre mis manos y empecé a leer.

"Querida ____,

No quiero que me disculpes, solo quiero que seas feliz con él, que disfrutes tanto y más cómo lo hiciste mientras estuvimos juntos, olvídame, sé feliz y sigue adelante, te mereces todo en el mundo, te amo y siempre lo haré, princesa.

Con el corazón en la mano y siempre tuyo, Valentín."

Sonreí, estaba contenta de dejar todo en claro con Valentín para así poder ser sincera con Tomás, me levanté de la cama y bajé las escaleras en busca de mi celular, cuando lo encontré marqué el número de Tomás.

-Diga.- contestó la voz masculina de Tomás

-Tomás, soy ____.

-Oh, ____. ¿Pasa algo?- preguntó

-No, no pasa nada, solo quería saber si podía meterme a la piscina desnuda esta noche.- sabía que después de decirle eso, dejaría todo sus compromisos de largo solo para verme nadar.

-Ahm, supongo que sí.- dijo con dificultad

-Bueno, gracias.

Colgué y nuevamente subí las escaleras en busca de una toalla y todo lo que necesitaría para empezar mi juego, a mi manera.

Cuando tuve todo lo necesario para poder ir a la piscina, me solté el cabello y anduve descalza hasta llegar a ésta, en la esquina de la piscina había una regadera, me quité la bata y me metí para calentar un poco mi cuerpo, me detuve en la orilla de la piscina y me eché de un clavado, desnuda, salí de la superficie y eché todo mi cabello para atrás, no saqué nada más que la cabeza, sabía que Tomás estaba mirando, y no lo decía sólo porque sí, sentí su mirada en algún lugar, estaba espiándome de nuevo como la vez que nos encontramos en el hotel.

No dejé que viera mi desnudez solo hasta que él llegará a mi encuentro.

-No seas tímido.- dije entre labios, sabía que me estaba mirando, estaba casi segura de ello.

Volví a nadar, mi rutina que hacía cuando iba a natación, di dos vueltas y mi querido Tomás no apareció, sino hasta que decidí salir de la piscina pude escuchar el sonido de la puerta de entrada, me metí a la regadera de nuevo para enjuagarme el cloro del cuerpo e incorporarme a la vida real con mi ropa interior ya puesta y una bata encima de mi cuerpo.

-¡____!- gritó la voz de Tomás

-¿Sí?- contesté

-¿Estás en la piscina?

-Ya salí.

Saqué mis pies y esperé a que se apareciera en la puerta.

-Esperaré a que subas.

Rodeé los ojos, lo bueno que no estaba mirándome, tomé la toalla y sequé mi cabello, abrí un poco la parte de la toalla que lograba mostrar un escote y subí las escaleras para encontrarme con Tomás  junto con una canasta de flores preciosas en sus manos, dibujó una sonrisa en su rostro  y me recorrió con la mirada.

-Son para ti.- dijo al final

Sonreí y las tomé, las admiré unos segundos para después regresar a la vista de Tomás y encontrarlo sentado en el sofá, acomodé el arreglo floral en la mesa y me senté en una de las sillas altas de la cocina.

Era tanta la emoción que sentí cuando Tomás regresó con el arreglo floral impresionante al pent-house, que sólo pude empezar a desnudarme frente a él, me sentía dichosa por tener la mirada de Tomás atenta a mí, a mi cuerpo, a mi semidesnudo cuerpo, que al final de todo, sería suyo siempre, en cualquier momento o circunstancia.

Empecé a quitarme la toalla y luego me acerqué a Tomás, que estaba sentando en el sofá admirando mi cuerpo, soñando con tenerlo una vez más en su cama.

-Como me gustaría hacer esto todo los días.- dijo

-No hay imposibles, amor.

-¿Amor?- enarcó la ceja -Eso suena más sexy cuando lo dices tú a cuando lo dice cualquier otra chica con la que he estado.

Sonreí amargamente.

-Soy única en toda tu colección de princesas y muñecas de porcelana .

-Oh, por supuesto que sí, eres la más chica, la más sensual y la más extrovertida.

-¿Ah sí?

-Estoy seguro de ello, dulzura.

Me acerqué a él y me senté en sus muslos para al fin poder saborear sus labios una vez más, deseaba tanto a Tomás que era imposible contener las reacciones en mi cuerpo en cuanto sus manos rozaban cualquier parte de mi cuerpo, era imposible no querer estar encima, enfrente, debajo o acostada a un lado de Tomás Campos, era simplemente imposible.

Sex Instructor | C.R.O | TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora