cincuenta y seis.

1.9K 83 2
                                    

En la mañana me desperté gracias a la
gentil voz de Tomás que me recordaba que eran las 5 de la mañana y tenía que llevarme a casa antes de las seis. Lo miré con suspicacia cuando interrumpió mis dos cortas horas de sueño.

- Cinco de la mañana, ____.

- Entiendo. ¿Puedo irme así? Pienso
regresar a casa y dormir. – dije con
tono adormilado.

- Sí. Puedes dormir en el auto, solo
dame las llaves de tu casa para que te
lleve directo a tu cama.

- Están en la cocina.

- Vale, voy por ellas. Mientras ponte
mis supras, están en el armario.
Me levanté de la cama y rebusqué las
supras de Tomás en su armario. Tomé
las primeras que vi y me las puse en
los pies. Salí de la habitación y Tomás
me levantó en sus brazos mientras yo
volvía a dormir.

- La bolsa. Dámela. – le pedí a Tomás.
Tomás tomó la bolsa ágilmente y la
colocó en mi regazo. Después, dormí
profundamente.

Tomás:

Tenía a _____ mientras bajábamos el ascensor hacía el sótano donde estaban los autos. Me entre mis brazos gustaba verla lo hacía cerca de mí. La amaba, la amaba como nada en este mundo y era lo único que me importaba, lo único que veía como importante, por lo cual valdría la pena perderlo todo.

Ella era mi razón.

Cuando estuvimos en el sótano, fui
directo a mi auto. La acomodé en el
lugar del copiloto y la besé en la mejilla mientras le colocaba el cinturón de seguridad de la manera más extraña.

Tomé un momento para observarla,
así, vulnerable y sin ningún tipo de
defensa personal visible. Era hermosa, ______ la mujer más hermosa que haya conocido jamás, la dueña de mi mundo, La amaba. Tuve que pasar por momentos de confusión hasta llegar a la conclusión de que era mi persona ideal, la mujer a la que había esperado durante mucho tiempo. Era ella a la que amaría para toda la vida. Cuando me detuve frente a la casa de _____
observé el interior asegurándome de que su madre aún no estuviera ahí y así poder infringir en su casa y dejarla dormida en su habitación. Bajé a auto y tomé la bolsa de plástico para ponerla en su regazo y encaminarnos a la acera de su casa.

Saqué las llaves de mi bolsillo y abrí la puerta dejándonos ágilmente del
entrar con sumo cuidado. Cerró la
puerta detrás de mí con la pierna
y caminé hasta las escaleras, la deposité en su cama delicadamente
cuidando que no se despertara.

La bolsa de plástico que llevaba en su
regazo la puse en el sillón que se
situaba a un lado de la ventana con
Me adentré en el cuarto de vista a la calle. Miré el exterior y recordé aquél
momento, aquél momento en el que la espié, en el que vi cómo se preparaba para verme, para encontrarnos una vez más a espaldas de todo el mundo, ocultando lo que sentía por ella y toda la confusión que encarnaba en mí el contacto de su piel con la mía. Recordé cada instante que había pasado junto a ella, averiguando si de verdad la amaba solo era un acostón como cualquier otro.

Fue en ese momento, cuando la vi destrozada en el cuarto del hotel, cuando la vi completa y absolutamente destruida supe que necesitaba estar con ella, que hubiera dado cualquier cosa por terminar con mi trabajo de cuarta y darle todo a ella y a nadie más. Me había gustado sentirla sobre mis piernas y no necesariamente desnuda, sino  protegiéndola de cualquier cosa que pudiera hacerle daño. La quería así para toda la vida.

Estaba completamente enamorado de
Medina. Me alejé de la ventana y me senté en la cama, ____ seguía dormida. Puse mi mano derecha al costado de su cuerpo y me incliné delicadamente sobre su rostro. Acerqué mis labios hacia los suyos hasta juntarlos en un beso suave y delicado.

- Hm...

Me separé rápidamente de los labios de ____ encontrándomela sonriendo de una manera divertida.

- Hola. – le sonreí mientras acariciaba
su frente. – ¿Cómo dormiste? Arrugó la nariz y me sonrió abiertamente. Se frotó los ojos y se estiró sobre la cama libremente.

- He dormido muy bien. – dijo con voz
ronca.

- Me alegro, mi amor.

Le acaricié la mejilla y pude sentir su
suave piel hacerme estremecer.

- Tengo que irme.

Miré a ____ y besé su mejilla.

- Bésame en los labios. – me ordenó. –
bésame como nunca lo has hecho. Te lo pido.

Las palabras me calentaban como un horno, y de verdad quería volver a estar dentro de ella, que se retorciera debajo de mí y pidiera por mí, pero ya no era lo único que quería de ella ni lo que más me gustaba. Me acerqué despacio a su rostro, tomándolo entre mis manos y que observando sus deliciosos labios. Mi dedo índice levantó su mentón y lo acarició lentamente mientras hacía contacto con sus labios. Los acaricié con los míos y los rocé varias veces hasta plasmar un beso entre ellos. Me encantaba besarla, me encantaba sentirla tan profundo que con tan solo pensar en tener su aliento cerca del mío me hacía suspirar y quererla junto a mí toda la vida. ¡Maldita sea!
La amaba de verdad.

Seguí besándola lenta y suavemente,
hasta el calor de nuestro beso se
fue intensificando y aumentando
a medida que nuestros cuerpos se
juntaban aún más. La besé ferozmente, casi devorándole la boca, pero no me importaba, era completamente ignorante de todo lo que pasaba a mi alrededor. No me importaba nada más que no fuera _____.

Empecé a abalanzarme lentamente
contra su delicado pero hermoso
cuerpo, hundiéndola sobre la cama
y acorralándola con el peso de mi
cuerpo. Pasé mi mano por detrás de su espalda baja y la empujé hacía mí de manera que sentí como mi miembro chocó contra su pelvis.

Ella gimió y pasó alzó sus brazos hasta mi cuello, me atrajo hacía ella y me beso todavía más apresuradamente. Nos separamos lentamente para tomar un respiro y mirarnos a los ojos.

- Te he besado como jamás te había
besado. - le informé mientras apretaba con delicadeza sus caderas.

- Me di cuenta. – mordió su labio
inferior y me sonrió gentilmente.

- Te amo, ____

-Yo aún más.

- No lo creo. - le guiñé un ojo y me
levante de su cuerpo. - Tengo que
irme. Tu madre no tarda en llegar y no quiero que te metas en problemas por mi culpa.

Le di la espalda y me asomé por la
ventana a ver si el auto de su mamá no estaba afuera aún.

- Tomás... - susurró mi nombre.

-¿Sí, nena?

– No me juzgues, nunca.
Me volví para mirarla con confusión.

Arrugué el entrecejo y me acerqué a
ella.

- ¿De qué hablas? - le pregunté
mientras acariciaba su rostro repetidas veces.

- No, no lo sé. El sueño me ha
atarantado, pero... promete que nunca me juzgarás.

- Nunca lo haré, dulzura. No hay
razones por las cuales juzgarte. - me
puse en cuclillas frente a ella y besé sus labios nuevamente.

Sus manos acariciaron mi rostro y me
atrajeron cada vez más a su rostro.

- Tengo que irme, sentí como a ____
le costó trabajo soltarme y dejarme salir por la puerta de su habitación, pero al final me dejó ir.

– Te mando un texto en la noche, ¿sí?

- Lo esperaré con ansias. – le guiñé un
ojo y bajé las escaleras despacio.

Quería regresar corriendo para estar
de nuevo a un lado de ______
había prometido a mi madre llegar a su desayuno, a su tan alabado desayuno donde estaría Nicki. Me tendría que enfrentar a ella, por el estúpido desayuno, pero no me importaba, a pesar de lo que ella sospechaba de era totalmente absurdo. Ella no podía estar embarazada, era muy chica aún y se había cuidado todo el tiempo.

- ¡Te amo! - exclamé antes de abrir la
puerta y salir de la casa de ____

- ¡Yo más!- me contesto desde su
habitación.

Sex Instructor | C.R.O | TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora