cuarenta y seis.

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Cuando llegamos al puerto donde nos quedaríamos, los amigos y familiares de Tomás nos sorprendieron con una cabaña solo para nosotros dos, inmediatamente que entramos, Tomás me ofreció a meternos a duchar juntos y claro acepté.

-Iré a preparar la tina.

Me quedé hipnotizada por la manera en que caminaba hasta que de repente escuché el agua correr, me di prisa para seguirlo, cuando llegué al baño me di cuenta lo enorme que era, la tina era como nuestra propia alberca pequeña y la regadera era suficiente para que unas cuatro personas cupieran a la perfección, observé a Tomás mientras se quitaba la camisa y solo se quedaba en pantalones, delineé su perfecta espalda imaginariamente.

Un mechón de cabello le caía por la frente y todo su cabello alborotado le daba un aspecto perfecto a su rostro. Tomás notó mi presencia así que se dio vuelta y se acercó a mí, una de sus manos viajó hasta el escote de mi blusa y con la punta de su dedo acarició la piel que se mostraba desnuda, lo miré directamente a sus ojos café mientras sentía como mi piel se erizaba completamente.

-No puedo mirarte y no desear hacerte cosas impuras.- susurró con tono seductor

Lamió sus labios y pasó la otra mano por su alborotado cabello para "acomodarlo" un poco y luego tomar mi cintura con ella y jalarme delicadamente hacía él.

-Entonces no mires, no quiero que te vayas al infierno.- susurré

La mano que estaba en mi escote se posicionó en mi mano alzándola en una posición que parecía que estábamos bailando, de repente me hizo dar una vuelta y detenerme de nuevo frente a él.

-El problema es que no puedo dejar de mirarte.- admitió mientras la mano que estaba en mi cintura subió delineando todo mi cuerpo hasta llegar a mi cuello.

Tomás susurró algo que no pude entender pero después sentí y saboreé sus labios una vez más, lo impresionante era darme cuenta que cada beso que me daba era diferente, con otro toque de pasión mientras su respiración chocaba contra mi piel y podía oler el delicioso aroma de su aliento en mi boca, me rodeó con sus brazos por la cintura e hizo que nuestros cuerpos de volvieran uno sin dejar de besarme lentamente pero apasionadamente a la vez.

-No te vayas de mí, nunca, _____.- soltó Tomás sobre mí

-No lo haré.- tragué saliva

Tal vez físicamente lo haría algún día, pero mental y emocionalmente nunca lo haría, él siempre ocuparía una parte en mis pensamientos y en mi corazón.

-Ven.- dijo mientras se alejaba de mí, pero me tomaba de la mano para que lo siguiera -Quiero desnudarte, y no precisamente para cogerte.

Reí un poco.

-¿Te parece gracioso?- me preguntó enarcando la ceja

-Es que nunca me has desnudado para otro fin que no sea... cogerme.

Le dediqué una sonrisa pícara que contestó con un beso en el cuello.

-Hoy solo quiero desnudarte para admirar tú cuerpo, para mirar lo perfecta que eres. No quieri hacer nada más hoy que mirarte, solo eso.

Sonreí.

-Adelante.- le dije al tiempo que mi mano derecha acariciaba su mejilla

Tomás puso su mano en mi cabello mientras posaba su manos entre mis frágiles caireles y acomodaba de lado para después bajar a mi vientre y tomar mi blusa por la orilla y empezar a subirla hasta mi busto cuidadosamente, cuando me libró de la blusa desabrochó los botones de mi pequeño short y lo bajó delicadamente mientras besaba mis piernas, le tomó un par de segundos darme cuenta que no tenía nada más encima que mis pantis y mi sostén. Tomás regresó a su posición normal y pasó sus dedos por mis hombros bajando lentamente hasta mi busto.

Se quedó contemplándome unos minutos para después acercarse a mí y pegar sus labios a mi oído.

-Eres hermosa.

Después se deshizo de lo último y me acompañó a la tina que ya casi estaba llena, su mano se sumergió en el agua para revisar la temperatura.

-Perfecta, ya puedes meterte, mi amor.

Metí un pie y después me metí toda, el agua estaba deliciosa, Tomás puso un líquido en el agua que provocó que se crearán muchas burbujas y espuma en el agua cubriendo mi desnudes, Tomás se desnudó frente a mí, mordí mi labio y me sumergí en el agua para no seguir viendo su hermoso cuerpo.

Empezó a meterse.

-¿Quieres que te enjuague?

-Sería un placer.

Su mano empezó a sobar mi espalda y a echarme agua por todos lados mientras hacia movimientos circulares sobre mí espalda.

Me di la vuelta, de acercó a mí lentamente y me besó como si el mundo fuera a terminarse en ese instante .

Lo amaba... Lo amaría para siempre de esa manera: sin condición.

Sex Instructor | C.R.O | TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora