treinta y cinco.

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Después de haber comido el platillo principal, Tomás pidió un postre realmente delicioso, lo comimos entre risas y miradas coquetas que nos contestábamos cada que podíamos, cuando comíamos el postre, Tomás le pidió al camarero que nadie pasara a donde nosotros estábamos en lo que terminábamos el postre y él mismo lo llamaría para pagar la cuenta, el mesero aceptó y simplemente nos dejó a solas.

-Ven aquí.- dijo mientras se levantaba se la silla y me ofrecía su mano

Me levanté y acomodé el vestido mientras me acercaba a él y tomaba su mano.

-¿A dónde vamos?- le pregunté cuando noté que nos estábamos acercando a un cuarto

-Estuve preparando esto hace mucho, pensaba decirte que te quería de esta manera, pero te me adelantaste.- hizo un puchero y besó mis labios

-¿Yo me adelanté? Tú fuiste quien decidió confesarse, amor.

-Admitámoslo, no podías sacarme de tu mente.- guiñó un ojo, solté su mano y crucé mis brazos en mi pecho con gesto de indignación -Ven, vamos, no te enojes, ya verás lo que tengo preparado.- dijo mientras me daba un cariñito en el mentón y me tomaba de la cintura

-¿Vas a secuestrarme Campos?- empecé a actuar

-Sí, quiero robarte y hacerte cosas que jamás se han inventado.

-¿Cómo qué?- mientras íbamos avanzado, Tomás se alejaba un poco de mí

-¿No te imaginas ni un poco?

Cerré los ojos y sentí como el peso del cuerpo de Tomás me hizo quedar de espaldas y pegada a una superficie plana y dura, abrí los ojos y el brazo de Tomás estaba recargado sobre de mí en la pared, impidiendo que me alejara de él.

-Te daré pistas: te quiero hacer mis en este restaurante una vez más.

Mi corazón se puso a latir muy rápido mientras sentía que los piernas temblaban, tomé aire e intenté que no se notara mi nerviosismo.

-¿No te enojas si te digo algo?

-¿Qué?- dijo algo desconcertado

-Mañana empieza mi regla y no quiero sorpresas, me gustaría que usarse condón solo por hoy.- le pedí

-¿Crees que eso me enoja?- preguntó ofendido -Acepto que me gusta hacerlo contigo y sin condón, es una sensación nueva y realmente satisfactoria al final, pero también entiendo que quieras cuidarte.

-Perdón.- bajé la mirada

-No, no te disculpes, ahora eres mi niña y no puedes pedir disculpas cada que sientas que hiciste algo mal.

Asentí con la cabeza, le sonreí y me acerqué a él para besar sus labios nuevamente, su beso junto con sus caricias me hizo caer rápidamente en el juego que me acababa de arrancar, tomó mi cabello en su mano y le besó el cuello bajando a través de mí escote y haciendo que sintiera como mi feminidad se iba mojando poco a poco.

Solté un gemido y dejé que Tomás hiciera lo que tenía que hacer.

-¿Crees que tu madre me odie si te llevo muy lejos de aquí?- preguntó aún con los labios pegados a mi cuello

-Tengo dieciocho, no necesito pedirle permiso a mi madre de nada.

Besé su cuello y vi cómo se estremeció discretamente.

-Entonces adelántate si quieres al auto, yo me quedo a pagar, te llevaré tan lejos como pueda, quiero hacer algo diferente contigo.- le dio un toquecito a mi mentón para luego hacer que mi cabeza subiera un poco y besarme suavemente los labios.

-Te espero en el auto.- dije mientras me acercaba a la mesa donde habíamos comido y tomaba mi bolso

Salí de la zona reservada para Tomás y para mí, me enfrenté a una enorme multitud, miré el reloj de mi celular, marcaba las cinco de la tarde a penas, bajé las escuelas del restaurante para llegar al piso principal, mientras cambiaba, tropecé con el pie de alguien, me di la vuelta para pedir disculpas.

-Oh, cómo lo lamento.

-Ah, no te preocupes, fue mi cul...- interrumpió la oración al mismo tiempo que yo abrí los ojos como platos y me quedé mirándolo sorprendida

-¿______?

-Ignacio, ¿cierto?, no sabes cómo lamento que cada que nos encontramos tenga que ser por culpa de mi torpeza.

-Ah, qué va, la verdad es que agradezco ser golpeado siempre por una mujer tan guapo cómo tú.- guiñó un ojo y sentí como el color subía por mis mejillas

-¿Qué haces aquí?- le pregunté amable

-Junta de trabajo.- hizo una mueca -¡Cuidado!- exclamó

Su mano viajó a mi cujtura y me jaló hacia él evitando que una charola llena de comida me cayera encima.

-Gracias.- le agradecí alejándome de su incómodo agarre, era incómodo por que me había causado un cosquilleo en el estómago

-No hay de qué.- bajó la mirada a su traje acomodando lo que estuviera fue de lugar -Tengo que irme, ojalá y otro día podemos convivir sin necesidad de golpes.- rio -Nos vemos luego.- dijo alejándose

Me despedí de Ignacio y salí disparada al estacionamiento para pedir el Audi de Tomás.

El carro flamante había llamado la atención de mucho cuando lo habían traído al lugar de entrega.

Un chico me dio las llaves y me abrió la puerta del conductor, para que entrara, lo hice y manejé hacia adelante para después acomodarme en un espacio vacío enfrente de un callejón, a lo lejos pude ver a Tomás saludando a varias personas (la mayoría mujeres) pero señalando su auto a lo lejos, tal vez les haya dicho que su novia lo estaba esperando.

-¿Manejos tú o manejo yo?- me sorprendió

-Mejor maneja tú.

-Déjame pasa, hermosa.

Me bajé del lugar de piloto y el cuerpo de Tomás me acorraló, me sonrió pícaramente y me dio un beso suave y breve antes de que me acompañara al otro lado del auto para abrirme la puerta y que subiera al asiento del copiloto.

-Por favor.- dijo abriendo la puerta

Hice una reverencia y me metí al auto, seguro de eso, Tomás hizo lo mismo.

-¿A dónde me llevarás?- le pregunté curiosa

-Ya verás.

Sex Instructor | C.R.O | TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora