🌸Día veintinueve🌸

5.8K 593 206
                                    

~°Haciendo algo dulce°~

Los ajetreos a su alrededor, sin duda era algo que odiaba y es que era un fiel creedor de que no había mejor paz que encontrarse a solas en un lugar despejado; quizás esa era la razón por la que a sus veinticinco años prefería el aroma que emanaba el aromatizante de pino en su casa, que el de medicamento en la sala de un hospital y que decir de preferir su oficina, habitación o sala de su casa que el estar en la sala de espera de un hospital, dónde los sollozos y griterios acababan con la paz que las paredes blancas trataban de transmitir.

Carraspeo un poco, tratando de tener suma concentración en el libro entre sus manos, pero los reclamos de la mujer justo a su lado le desconcentraban demasiado, además de los términos médicos que el doctor insistía en hacerle saber, siendo poco consciente de que la mujer si quiera tenía un vocabulario tan extenso para entenderle.

Las gafas de lectura insistían en resbalarse por el puente de su nariz, quitando otra parte de su concentración, solo esperaba que pronto le dejarán pasar a ver a su abuela puesto que juraba y no poder soportar tanto ahí.

- Familiares de la señora Min Suny.

Alzando su mano, se levantó de su lugar y camino hasta el doctor que parecía estar a punto de colapsar debido al cansancio.

- ¿Ya está bien?.

- Si, se le inyectó para que el dolor se rebajará así que ya puede pasar a verla.

- Gracias.

Tomando el picaporte de la habitación lúgubre dónde estaba su abuela, se abrió paso para así obtener la vista, de la mujer recostada en la pequeña cama, mientras en su mano había una intravenosa conectada al suero extendido en lo alto.

- Hola abuela.

La mujer le sonrió y extendió su mano, pidiendo ser tomada como cada vez que le veía.

Su abuela era una víctima que había caído en las garras del anzaimer y está fue la razón que entre uno de sus debates mentales entre recordar y el olvido, no se haya percatado de terminar de bajar la gran escalera en la mansión de los Min y ésto término en un fatal accidente que le costo, una fractura en la muñeca derecha y unos cuantos raspones en sus rodillas y codos.

- Que bueno que llegas mi niño. Ya me sentía sola aquí, los enfermeros son muy amables pero no pueden quedarse tanto tiempo.

- Lamento venir hasta ahorita, estaba terminando el trato en la editorial.

- ¿Ya acabaste ese libro en el que estabas trabajando?.

- Lo hice abuela, prometo leertelo antes de que se publique.

- Eso me alegraría mucho. -Sonrio.

- Lo sé.

Su abuela era sin duda su admiradora número uno y era esa la razón por la que le mostraba su trabajo antes que a nadie, confiaba mucho en las críticas de su abuela y es que ella en su juventud fue la gran escritora que él algún día quisiera llegar igualar.

Su familia no era la típica adinerada y sin corazón, al contrario el dinero sobraba pero lo hacía más el amor, su padre y madre se encargaron de inculcarle buenos valores además de que los escritos y palabras de su abuela siempre le daban lecciones de vida, mostrándole cuan agradecido debía ser con la vida que le toco vivir.

30 días de YoonMin ; YoonMin/윤민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora