JulianaLa doctora Luisa estaba sentada detrás del escritorio del dispensario escribiendo rápidamente. Busqué con mi mirada y me extrañé de no ver a la doctora Valentina por ningún lado.
Como si leyera mis pensamientos, la rubia rompió el silencio.
—Lamento decepcionarla hermana, pero la doctora Carvajal no va a venir.
Era la primera vez que escuchaba el apellido, sin embargo era obvio que se refería a Valentina.
Me sentí decepcionada y me senté enfrente de ella. Quería saber más ¿Estaría Valentina enferma?
Luisa desvió un segundo la mirada hacia mí que la miraba confundida y después regresó su vista al ordenador.
— No me vea así hermana ¿Acaso no le dijo la doctora que se está preparando para ser neuróloga? Si tiene suerte, va a poder verla unas dos, o tres veces a la semana.
En realidad no podía saberlo, Valentina y yo nunca nos sentamos a platicar y menos de algo personal.
Siguió escribiendo presionando con fuerza el teclado, se veía molesta por algo.
— ¿Le puedo hacer una pregunta doctora?
La rubia volteó a verme con curiosidad y dejó a un lado el trabajo.
— Usted y Valentina son...
Usé la misma seña que utilizó Ally alguna vez, juntando los dos dedos índices.
Luisa comenzó a carcajearse.
— Miren nada más...me salió curiosa la hermanita. No... Valentina y yo no somos pareja.
Su voz sonaba totalmente decepcionada.—¿Por qué la noto decepcionada? ¿Quiere a la doctora?
Abrió los ojos como si no pudiera creer lo que le estaba preguntado.
— Mire hermana... si esto es una especie de interrogatorio para juzgarnos con sus normas...
— Solo Dios puede juzgar, yo no lo hago... no es nada malo, solo quiero entender.
Se removió incómoda y volteó hacia todos lados para asegurarse de que estábamos solas.
— Lo que le voy a decir no puede salir de estas cuatro paredes hermana Juliana... prométalo.
Asentí con la cabeza, y pude ver en sus ojos la necesidad de liberarse de una carga que aparentemente la abrumaba.
— Estoy enamorada de ella desde que la conozco...
Inmediatamente cuando lo dijo, sentí una punzada dolorosa en la boca del estómago, no distinguí que era, pero quise correr, me arrepentí de haber preguntado.
La sensación era comparable a la que sentía cuando era niña y veía a padres siendo amorosos con sus hijos; me enojaba por que a mí mi madre nunca me abrazó.— Quiero decir... es Valentina, solo un tonto no se enamoraría de ella. Pero es imposible, al parecer soy la única con la que no quiere acostarse, ni tener nada más allá que una amistad.
Las palabras "Enamorada" e "Imposible" se repitieron en mi cabeza una y otra vez. Hasta que el dolor punzante se expandió y se convirtió en otra cosa, lo reconocía, me había pasado antes, un ataque de ansiedad.
De pronto el aire parecía insuficiente, boquee y me aferré al escritorio tratando de respirar.
—¿Hermana Juliana? ...Oh, mierda... — En tres segundos la doctora ya estaba a mi lado llevándome del brazo hacia una de las camas, me sentó ahí. Yo no podía respirar, el mundo me daba vueltas.
— Tranquila hermana, míreme, respire a cachitos, todo está bien.
Trató de tirar del hábito para despejar mi garganta, pero era inútil. Yo seguía luchando por jalar aire, hasta que empecé a ver todo negro y noté como la rubia se iba de mi lado.
Dejé de ver hasta que sentí un piquete en el brazo que me hizo volver a la realidad poco a poco.
— Esta bien hermana Juliana, la tengo.
Las imágenes volvieron despacio a su lugar y mis pulmones lograron expandirse.La doctora estaba parada enfrente mío con una jeringa.
—Discúlpeme hermana, supongo que fue mucho para asimilar ¿No? ¿Desde cuando tiene estos episodios de ansiedad?
Negué con la cabeza, no pensaba contestar a eso.— Yo guardo su secreto, si usted guarda el mío.
Le propuse, la rubia lo entendió y asintió.— Hecho, pero tiene que tratarse. Ahora duerma, le va a hacer bien.
Me ayudó a recostarme y me quedé dormida.
...
Cuando abrí los ojos Sergio estaba encima mío tomándome los signos vitales.
— Juliana... ¿Estás bien? Lu me dijo que se te bajó la presión y te dio un medicamento para que durmieras.
¿Lu? Miré a la rubia que estaba en el escritorio, me guiñó un ojo cómplice.
— Estoy bien Sergio, no te preocupes. — Me incorporé un poco, aún me sentía con sueño.
—¿Creen que sería bueno llamar a la doctora Valentina? — preguntó mi amigo.
— ¡NO! — gritamos las dos al mismo tiempo y el alzó las manos como si hubiera cometido un delito.
— No me desautorices greñas, soy tan buena doctora como Valentina, incluso mejor. — Guiñó un ojo. — Además, en este momento ella debe de estar atendiendo pacientes con enfermedades más complejas.
Sergio asintió y luego cambiamos de tema.
El sábado es la fiesta de inauguración del dispensario, aunque el padre Macario y Sor Lupita no estuvieron muy de acuerdo. Luisa insistió en que se debía de hacer para que la gente supiera que ya habíamos abierto. Terminaron aceptando, así que nos dedicamos a planear el evento.
Decidimos lo que se iba a servir y para ahorrarle dinero a Valentina, Sergio y yo nos encargaríamos de ambientar.Después decidimos como íbamos a distribuir el trabajo en el dispensario, acordamos que yo iba a estar ahí los días que estuviera Valentina; ya que Sergio insistió que quería estar con Luisa.
Me pude dar cuenta de que mi amigo mira a la doctora con los ojos brillosos. Me preocupa que sufra, pero no puedo decir nada, se lo prometí a la rubia. Ahora soy guardiana de un secreto que nos puede hacer sufrir a todos.
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Give me Strength
FanfictionTras ser culpada injustamente de un crimen, Juliana es ingresada a un reformatorio juvenil. Al salir, encuentra refugio en el convento Del Sol, un lugar dedicado a ayudar a niños en situación de calle. Años después de dedicarse a la labor, decide...