XXII

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Juliana

Valentina... me estaba enamorando de Valentina.
No se muy bien como se siente estar enamorada, pero estoy segura que tiene que ser algo como esto.

Desde el día que nos besamos en mi cuarto, no había podido dejar de pensar en sus besos. Incluso las pesadillas habían desaparecido y habían sido reemplazadas por sueños en donde Val me besaba y tocaba mi cuerpo con sus manos.  Despertaba acelerada y con una sensación en la entrepierna que no se me quitaba hasta que me metía a bañar.
Lamentablemente no hemos vuelto a besarnos ni a tener un momento a solas desde ese día.

Valentina está llevando a cabo una investigación muy importante en el hospital, así que cuando no está ahí, está en el dispensario llena de trabajo.

Los días que no tiene guardia y escucho que la puerta de la entrada se abre, el corazón se me acelera. Tengo que controlarme para no correr a abrazarla; generalmente Luisa se me adelanta, y se pone a hablar con Valentina sobre su investigación. Por lo que tengo entendido, está en la tercera fase de investigación clínica de una sustancia que desarrolló para quitarle el dolor intenso a los pacientes sin tener que sedarlos o dormirlos. No entiendo mucho del tema, pero Luisa no para de hablar de eso, dice que si el medicamento funciona, Valentina no solo se va a volver muy famosa, si no que también va a poder ayudar a muchísima gente alrededor del mundo.

La rubia por otro lado, se ha convertido en una especie de amiga, nos vamos juntas al convento, nos ponemos de acuerdo para que yo no esté en la casa, si ella está con Sergio y platicamos cuando Valentina no está.
Lo irónico de todo esto, es que estamos enamoradas de la misma persona.
A veces cuando Valentina está en casa, las tres nos ponemos a ver una película, debido a sus horarios tan pesados, la castaña casi siempre se queda dormida y me muero de celos cuando Luisa le acaricia una mano o la cara con disimulo.

En cuanto a mí, decidí apuntarme para hacer los exámenes necesarios para entrar a la escuela de música. Nadie salvo Ally sabe aún.

Justo me encontraba vocalizando sentada en la hamaca del jardín, cuando una voz a mis espaldas me interrumpió.

Wow... es increíble lo que puedes hacer con esas cuerdas vocales tuyas Juls. — Valentina con su uniforme médico azul se sentó a mi lado.

¡Val hola! Gracias... ¿y ese milagro que llegas temprano?

La volteé a ver y se veía realmente cansada, las ojeras le llegaban prácticamente a la mejilla.

Llevo prácticamente tres días despierta Juls, necesito bañarme y dormir un poco.

Bañarte si... — Me llevé la mano a la nariz molestándola y Valentina empezó a reírse.

Aún en su risa se notaba el cansancio.

¿Quieres que te prepare un café? — Pregunté.

¿Harías eso por mí mientras me baño Juls?

Asentí y me paré de la hamaca rápidamente.

— Claro, vaya a bañarse doctora, ahorita se lo llevo...

Le sonreí y ella me guiñó un ojo antes de irse a su habitación.

Fui a la cocina, le preparé un café no tan cargado para que pudiera dormir y un sándwich.
Cuando subí, la puerta de su cuarto estaba entreabierta.

Me asomé, y se me secó la garganta.

Valentina estaba de espaldas a la puerta totalmente desnuda secándose con una toalla blanca.
Con cada movimiento se le marcaban los músculos de la espalda y dios, su trasero... era de un redondo perfecto que incitaba a tocarlo. Se me contrajo el vientre, esta mujer era la perfección hecha persona.

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