XXXI

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Maratón 3/3

Valentina.

Aparqué en el estacionamiento del hospital, y desde lejos se veía la gran afluencia de gente en la entrada, ¿qué demonios estaba pasando?
Me acerqué y vi que la mayoría eran camarógrafos y reporteros de distintos medios. ¿Habría una celebridad atendiéndose en el hospital?
Caminé entre la gente intentando abrirme paso. Eva ya me había dicho que viniera lo más pronto posible o no iba a poder entrar. Los guardias de seguridad, hacían lo posible para retener a los reporteros.

— Disculpe. - Preguntó una mujer vestida con un traje ajustado y un micrófono en la mano. — Usted podría decirnos algo sobre la doctora Valentina Carvajal.

¿Yo? ¿Me buscaban a mí?

— ¿Gané un premio Nobel y no me han avisado? - Me burlé. - Soy yo.

La mujer sonrió victoriosa y llamó con la mano a un hombre que cargaba una cámara sobre su hombro, al ver eso, la gente que estaba ahí reunida caminó hacia mí, por un momento creí que me iban a aplastar, no entendía nada.

¿Piensa vender su investigación a algún laboratorio?... ¿Qué se siente que muchas de las mejores revistas se peleen por publicar su artículo?...¿Qué apoyos gubernamentales ha recibido para su investigación?... ¿Cree que lo que se dice de los efectos secundarios del medicamento sea probable?...¿Va a apoyar a los países más necesitados?

Las preguntas llovían por todos lados, miré a los costados, hacia donde estaban los pacientes intentando entrar al hospital y empecé a molestarme.

— No sé que está pasando aquí, pero si no se han dado cuenta, están en un hospital, hay gente que necesita entrar, y muchos enfermos ahí adentro que necesitan descansar, en silencio.

Hice énfasis en las últimas dos palabras y como si no me hubieran escuchado, empezaron a bombardear con preguntas de nuevo, algunas hasta en inglés.

— Hagamos algo. - Dije ya desesperada. - Vayamos al fondo del estacionamiento y ahí contesto sus preguntas. - Propuse. - Pero por favor, dejen pasar a la gente.

Los reporteros comenzaron a dialogar entre ellos y parecieron estar de acuerdo, ya que empezaron a moverse. Yo me disculpé con los pacientes, que tenían cara de pocos amigos y después seguí a los medios al fondo del estacionamiento.

Después de muchísimas preguntas, fotos y videos, poco a poco se fueron dispersando hasta que me quedé sola. Esto era una locura.
Corrí al hospital y subí las escaleras corriendo hasta el tercer piso, tenía que hablar con Eva y con Mateo, ya que ellos eran los que me ayudaban con la investigación, pero a la primera persona que me encontré fue al doctor Camilo.

— Señorita Valentina, que bueno que la veo, necesito hablar con usted.

Me rodeó un hombro haciéndome sentir totalmente incómoda con su repentino afecto.

— Hola doctor, ¿qué necesita? - Me aparté un poco.

— Vamos a mi oficina doctora. - Me guió con la mano y yo me adelanté.

Entré al lugar blanco con olor a alcohol, y ni siquiera me molesté en sentarme, tenía mucho trabajo que hacer y quería aprovechar que había llegado temprano. El doctor Camilo tomó unos documentos que estaban sobre su escritorio y me los entregó.

— ¿Qué es esto? - Pregunté sin apenas leerlo, por un momento me ilusionó que fuera un trabajo fijo en el hospital.

— Necesito que los firme Carvajal, son unos documentos en lo que usted expresa que se da de baja voluntariamente de la investigación nueva sobre el medicamento que esta probando.

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