Valentina.Era hoy, la fiesta de inauguración del dispensario. Llevaba una hora esperando a que Luisa terminara de arreglarse.
Si había alguien más emocionado que yo con la apertura, esa era mi amiga.Fue una semana cansada, llena de pacientes y casos clínicos. Me quedé de guardia cuatro de los cinco días que fui al hospital ; sobra decir que no tuve tiempo para ir al dispensario. Luisa se encargó de afinar los últimos detalles y según ella el quedó fenomenal, hoy lo constataría.
— ¿Qué tal me veo?
Luisa bajó por las escaleras con un vestido azul de tirantes, que le llegaba por arriba de la rodilla.
Cuando llegó a mí al pie de la escalera, la hice girar para verla bien. Por la parte de atrás tenía un escote pronunciado que dejaba ver parte de su blanca espalda.— Te ves muy bella Lu. — Se sonrojó y volteó hacia otro lado para que yo no lo notara.
— Tu tampoco vas mal... — Me palmeó el brazo.
Yo había decidido usar un atuendo más sencillo: pantalón blanco ajustado, botas y cinturón negros, una camisa gris sin mangas con algo de escote y mi chamarra de piel.
—¿Nos vamos? — Le ofrecí mi brazo.
Se enganchó a el, salimos y nos subimos al auto.
— ¿Estás segura de que no quieres cambiar de auto?— hizo cara de disgusto.
— ¿Cuando vas a entender que es un clásico? — Fruncí el ceño y mi amiga volteó los ojos.
Llegamos al convento y Sergio nos dejó pasar. Siempre que veía el mustang lo alababa, haciendo enojar a Luisa. Para ella el auto es una aberración.
El jardín estaba lleno de gente que comía o platicaba. Habían puesto una tarima para bailar, con un par de bocinas que sonaban con música popular; un pequeño escenario en el que había un piano, una guitarra y un par de micrófonos y también rentaron un inflable para los niños que ya estaban encima brincando como locos.
Algunas de las hermanas estaban detrás de la barra de comida y otras platicaban con la gente o jugaban con los niños.
Lo primero que hice al bajarme del auto, fue buscar a la hermana Juliana con la mirada, pero no la veía.
— Gracias por ayudarme a bajar de tu carcacha hee, mala amiga. — Luisa se quejó, pero yo seguía con el cuello estirado buscando entre la gente. — ¿A quién buscas?.
Di un par de vistazos más al lugar y me rendí.
— Hee... no, a nadie Lu, vamos. — Caminamos hacia la gente y Sor Lupita empezó a presentarnos. En una hora ya habíamos saludado a toda la gente del lugar.
Luisa y Sergio estaban en una conversación con una persona sobre cómo mi amiga le había enseñado a vacunar, cuando decidí ir al dispensario a ver cómo había quedado.
Entré al convento para tomar el camino más corto, y cuando estaba cruzando por el atrio escuché a alguien vocalizando con la ayuda de un piano. La voz entró por mis oídos y me causó un escalofrío que me erizó toda la piel.
Caminé lento hacia la puerta entreabierta de donde venía el sonido con el fin de pasar desapercibida y entonces la vi. Era la hermana Juliana. Estaba sentada detrás del piano tocando las notas en escala mientras las imitaba con su voz.
— No se Ally, estoy nerviosa, no es lo mismo cantar en el coro con todas ustedes a cantar sola. — Siguió vocalizando.
— Por favor Juli, tienes la voz más hermosa del mundo, yo no se de que te preocupas.

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Give me Strength
FanfictionTras ser culpada injustamente de un crimen, Juliana es ingresada a un reformatorio juvenil. Al salir, encuentra refugio en el convento Del Sol, un lugar dedicado a ayudar a niños en situación de calle. Años después de dedicarse a la labor, decide...