ValentinaEl siguiente mes pasó muy rápido, yo iba del hospital al dispensario y del dispensario a mi casa, eso cuando no tenía guardia.
A veces me gustaba quedarme un rato por las tardes a estudiar en la biblioteca del convento, aunque algunas veces las hermanas me encontraran durmiendo sobre uno de los escritorios.
El dispensario cada día tiene más gente, Luisa anda como loca los días que yo no estoy, afortunadamente Sergio y ella hacen una gran mancuerna, casi puedo jurar qué hay algo entre ellos, aunque mi amiga lo niega.
En cuanto a Juliana; ella y yo también hacemos un gran equipo, a veces disimulo uno que otro roce con sus manos cuando estamos trabajando, a mí me hacen feliz, pero no creo que ella los note.
Los días que tiene ensayo con el coro y yo estoy en el convento, me escondo tras la puerta para escucharlas cantar. Soy capaz de reconocer su voz entre la de las otras hermanas, es absolutamente hermosa. Además, es muy gracioso cuando regaña a las religiosas por salirse de tiempo o tono.
Ella, al igual que yo, lamentablemente también ha estado muy ocupada preparándose para la ceremonia en la que pronunciará sus votos y se dedicará a la vida religiosa. A veces me la encuentro estudiando en la biblioteca y cruzamos unas cuantas miradas que no se descifrar, la verdad es; que desde aquel día en el coche, no hemos vuelto a hablar de la misma manera. Pero no me arrepiento, si pudiera hacerlo de nuevo, lo haría. Verla así, hermosa con el cabello suelto y tan desinhibida, valió totalmente la pena.
.....
— ...Valentina....¡Valentina despiértate!...
Salté de mi lugar casi cayéndome de la silla y miré el libro de texto en donde se explicaba una de la vías cerebrales del dolor.
Estaba en la biblioteca del convento.
— ¿Juliana?
Pregunté adormilada mientras me tallaba los ojos.
— Si, soy yo, despierta, quien sabe cuanto tiempo llevas aquí dormida.
Volteé y la vi parada a un lado mío con una especie de camisón largo y el cabello en una coleta. Estaba tan hermosa y tan normal, que lastimaba.
—¿Qué? ¿Qué hora son? ¿Por qué no me despertaste antes?
— Es la una de la mañana, ¿Cómo te iba a despertar si no sabía que estabas aquí?, vine a devolver este libro.
Alzó un libro de pasta negra con una cruz en el centro y lo agitó.
— ¿La una? — Me levanté de la silla alarmada y miré mi celular. — ¡Mierda Juliana van a excomulgarme!, esta vez si no me salvo.
Empecé a caminar en círculos y vi como la morena se aguantaba la risa.
— No es gracioso joder, no te burles.
No era mentira, si me veían en el convento fuera del toque de queda, iban a regañarme y feo.
— Tienes razón, no es gracioso y deja de decir groserías dentro del convento. — Me golpeó el brazo con fuerza.
— Auch... — me sobé. — ¿Convertirse en monja te permite golpear a la gente?
Me miró divertida y justo cuando el comienzo de una carcajada se asomó por sus labios. Me lancé hacia enfrente para taparle la boca con mi mano.
Abrió los ojos sorprendida por el contacto.
— Shhh...
Le pedí silencio y me acerqué más, rodeándole con mi otra mano la cintura. Podía oler su aroma a rosas y jabón.
Suspire y quité lentamente la mano de su boca deslizándola hacia su nuca con cuidado, como si temiera que se me escapara.
Se tensó y me miró la boca, ella quería lo mismo, no podía estar equivocada. Cerré los ojos y la acerqué lentamente hacia mí, hasta que su respiración cálida y acelerada chocó contra la mía, y mi corazón se desbocó. Cuando el roce de nuestros labios se hizo apenas perceptible, alguien nos interrumpió.
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Give me Strength
FanfictionTras ser culpada injustamente de un crimen, Juliana es ingresada a un reformatorio juvenil. Al salir, encuentra refugio en el convento Del Sol, un lugar dedicado a ayudar a niños en situación de calle. Años después de dedicarse a la labor, decide...