||Prólogo||

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Cinco años.

Sólo ese tiempo había pasado desde que Laura no esta.

Cinco años.

Desde qué Dumont se marchó de Inglaterra y no ha vuelto hasta el día de hoy.

Cinco años.

En el que la vida dio y quitó muchas cosas.

Tomó por desición ir el día del aniversario de su muerte. Vería el lugar donde dejó las cenizas de su difunta esposa.

Internamente. Él sabía que esto era su culpa, aunque haya mandado a desaparecer al doctor que la atendió, él reconocía que la responsabilidad era en gran parte de él. Fue quién la guió a desear y añorar la muerte como único motivo de escape. La llegó a destrozar tanto que el perdón para él puede que no exista en este mundo. Su odio y reconocer por la vida siguen aún intactos. Fueron si dudar momentos duros y fríos. Llenos de soledad y dolor, sentía por muchas razones culpa. Pero exsisten veces en los que se justifica con que ella no obedecía.

El auto aparcó enfrente del cementerio. La puerta del auto se abrió, colocó sus lentes oscuros y salió del vehículo.

- Sus flores Sr. Dumont.- Se las pasó su asistente.

Él las recibió y caminó a pasó seguro a la tumba de su esposa. Detuvo su andar al llegar enfrente de la lápida dónde estaba suscrito. 'Laura Watson de Dumont. Fecha: 1982~1997' Depósito las rosas en el ataúd, observó por unos segundos la tumba.

-No sé si me odies en este momento, tal vez no y puede que obtuve tu perdón. Sólo sé que intenté demostrar que la mujer perfecta estaba conmigo. Tú cometiste el error, así que estás son las consecuencias, Muñeca.

Un auto acompañado de seguridad y camionetas, aparcó en el cementerio. Una mujer de cabello azabache bajó de éste, su impecable y muy sofisticada apariencia se hacía resaltar. Se encontraba compañaba de la seguridad ordenada por su esposo.

Christopher. Frunció el ceño al ver a la chica llegar a su lado.

-Acaso, ¿conociste a mi esposa?

Sé quitó los lentes-¿Así que tú eres el pedófilo que la compró?

Tenso su mandíbula- ¿Cómo te atreves,-

- Sra. Lombardo, ¿me encargo?- Preguntó uno de sus guardaespaldas.

-Sé defenderme sola,- Giró su mirada a Dumont.-tanto, que no dudaría en matar a este imbécil, no me sorprendería que tu tuvieras que ver con su muerte.

Dio un paso hacia ella-No te permito,-

Armas comenzarón a apuntar a Dumont, y la misma seguridad de él apuntó a los otros.

-Notó que ambos podemos destruirnos de un sólo balazo.-Comentó amargamente.

Dumont alzó su mano para que se detuvieran.-No disparen.

Ella ordenó que bajarán sus armas, al darles una señal.

Pasos llegaron a ellos, un hombre de esmoquin y tez bronceada, hizo presencia.

-¿Sra. Lombardo?

Christopher alzó una ceja.

-Si. Auque puede llamarme, Aurora.

-Bien. Todo esta listo.

-Andando.-Se dirigió a su seguridad. Miró a Dumont por última vez-Nos veremos, Christopher.

Alzó una ceja-¿Cómo sabes...?

-Lo sé todo, qué te quedé claro.

Continuó su caminar al lado de ese hombre que la acompañaba.

M U Ñ E C ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora