||11|| No soy fuerte, Sr. Watson, pero yo, deseo serlo.

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Luz...

Cámara...

Acción...


Laura Watson.

Sonreí al verla venir a mi dirección con el vestido que diseñe especialmente para ella. Mantuvo su mirada baja y su brazo entrelazado al otro.

Suspire. Esto para nada iba a ser sencillo, me iba a juzgar y gritar, inclusive odiar al saber que planeo contra su hijo. Pero no hay de otra. No se puede ir a la guerra sin armas. Con él se tiene que tener más que simples armamentos. Hay que calcular cada segundo u acción a realizar, no se podía fallar en estos meses de completa plantación.

La vida te regresa al pasado, a pesar de no querer ir, te da una estocada tan fuerte que te hace hacerlo sin opción alguna.

No quiero esto, planeaba continuar como si nada. No deseaba voltear a una vida que tanto dolor y desgarramiento, provocó en mi. Pero, heme aquí, regresando a esta vida en busca de ese verdugo que irónicamente hizo algo bien.

No retrocedo ante un percance.

No renuncio a mi objetivo.

No me contengo a la hora de hacer valer mis ideales.

Se sentó frente a mi quedando del otro lado de la mesa. Personas le sirvieron su desayuno para después retirarse.

—¿Amaneció bien? Si se siente mal puedo llamar al doctor, —me levanté al instante de mi asiento para ir a la mesa con el teléfono de casa.

Negó al instante, apresurándose a detenerme.

—No, tranquila, Laura.

No muy segura de sus palabras tome asiento y le serví jugo de naranja. Le regalé una media sonrisa y tome asiento en mi lugar.

—¿Durmió bien? Si no fue así podría comprarle algo para dormir mejor.

Mi piel se estremeció al sentir la calidez de su piel en mi mano.

—Sólo quiero que me platiques de tu historia, con eso es más que suficiente.

Bajó mi vista a nuestras manos y di una leve afirmación con mi mirada.

—De acuerdo. Comenzaré con la persona que al inicio me ayudó.

Tomó un sorbo de su tasa para luego dejarla nuevamente el pocillo en el platillo.

—¿Cuál era su nombre? Probablemente conozco a la persona.

—Candy Denson.

Negó luego de pensarlo por unos minutos.

—No me suena.

Eso significa que estuvo más años de lo que pensé en coma. Es triste ver lo que ese hombre ha hecho todo este tiempo, lo peor es que hasta su propia sangre ha sido perjudicada, pero no soy como él, jamás caería tan bajo como para acabar dañando vidas como lo hizo.

—No se preocupe, le hablaré un poco de como fue.

Seis años atrás….

—La verdad.—era todo lo que sentía necesitar en ese momento que deseaba huir.

Me analizó por cortos segundos.

—Bien, te contaré mi parte de los hechos y te diré por qué quiero darle un balazo a Christopher Dumont cada vez que lo veo—dijo Candy mirándome fijamente—Pero antes, tienes que jurarme que no le dirás a ese perro infeliz quién fue la que te contó la verdad.

M U Ñ E C ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora