||2|| Destruir a quién me destruyo.

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Luz...

Cámara...

Acción...


...Seis años atrás.

¡Bip! ¡Bip!

La máquina no dejaba de sonar por la habitación. Habia sido una operación complicada, después de tantos intentos de electro shock con su cuerpo, pudieron lograr restaurarla por completo. Su estado estaba mejorando por completo, ya han pasado dos días desde que se logró restaurar por completo, ha sido casi un milagro su restauración.

Los que la han apoyado, estos días han venido a visitarla, la han cuidado y protegido, los mejores doctores del país estaban aquí, con el firme propósito de que se recuperarán.

—Buen día, ¿Cómo ameneciste? Te he extrañado tanto, no me importa lo que digan los médicos, que tú corazón siga latiendo es un milagro para mi. Saldrás a adelante, ya verás que si.—Besó el dorso de su mano.

Notó como la mano que sostenía comenzaba ha apretar ésta. No pudo creer que estuviera pasando, tocó el botón para que vinieran a la habitación, el pronóstico era favorable, necesitaba verla bien, ella se salvaría sin duda alguna, no pierde que esa esperanza seria posible. Fueron horas de exhaustivos chequeos y estudios, y sí, después de horas de espera la salvación que tanto han deseado ha llegado.

Despertó.

Aún estaba débil por lo sucedido, pero con todo y eso, ha llegado un verdadero milagro a ella: la vida.

—Y-yo,—Intentó hablar pero el doctor no lo dejó.

El hombre que ha velado sus sueños se encontraba ahí, acompañado de la mujer rubia que no ha dejado el hospital.

—No te forces, ambos aún están muy delicados.—Informó con preocupación palpable en su rostro—el doctor dijo que debes guardar energía, tus preocupaciones y esa amenaza de muerte ha sido una caída fuerte.

Asintió.

—Lo importante es que ya has reaccionado,—Acarició su majilla, la mujer de cabello amarillo—verás que las cosas se reponderán pronto.

Negó frenéticamente.— Él volverá.—Habló con poco de esfuerzo—no quiero volver a su lado, ambos peligramos, también ustedes y los demás.

La muchacha rubia sentada en la silla negó y tomó su mano— Escuchame muy bien, ese hombre no te tocará mientras esté con vida.

El hombre de esmoquin, colocó su mano junto a las de ambas—Cuidaré de ustedes,—Aseguró en un juramento—No importará lo que Christopher Dumont haga, no permitiré que algo les suceda, daré mi propia existencia para velar por su tranquilidad.—Afirmó, como selló de su palabra, besó la mano de ambas.

Las pupilas de laura se empañar—No sabemos eso, no conoces a ese hombre, él podría atreverse a,—la mujer rubia la interrumpió al levantar la mano.

—Estarás bien, él no es Dios, como todo humano en algún momento cometerá un error, y al suceder eso estaré yo para verlo caer,—En su regazo descansaban sus manos, que estaban cerradas en forma de puño—y les juro, que haré pagar a ese maldito lo que hizo.

M U Ñ E C ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora