17. Fue un gusto ayudar.

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Advertencia no soy buena escribiendo capitulos así, apenas estoy aprendiendo. Asi que les pido su completa compresión ( °n°)

Luz...

Cámara...

Acción...

La habitación de la suith estaba decorada con velas aromáticas, las sábanas de la cama eran rojas como las rosas de mi ramo. Era algo realmente hermoso y elegante a la vez. La ambientación era romántica y a la vez perfecta. El sr. Dumon me paso una copa de vino, la acepté, y tomé un trago, me gusto, aúnque fuera amargo. Primer vino que tomo, no esta para nada mal.

—Luces preciosa.—Acarició mi rostro, apartando un cabello que se encontraba en el.—me gustó mucho verte con este vestido—Su semblante cambió a serio—lo que me desagrado fue que otros te vieran con el puesto.—Acercó mi rostro a él—No quiero, ni puedo soportar que otros te miren, tú sólo puedes verte así para mí.

Su cercanía conmigo era tanto, que nuestros labios chocarían de solo un rose. Tanto él como yo teníamos y sentíamos un deseó imposible de contener, ambos deseábamos, queríamos que esto sucediera.

—Sí, lo sé, mí señor.

Bajó una de sus manos a mi cintura, la apretó y comenzó a acariciar—Laura, ¿no quieres tomar un baño?—Preguntó luego de alejarse.

Asentí—Sí—Caminé al baño.

Su mano sostuvo con fuerza mi cintura, deteniendo mi paso—¿A dónde vas?

—A tomar un baño—Señalé al lugar en donde se encontraba.

—Eres mi esposa ahora,—Me atrajo a él, quedando yo entre sus brazos—así que este baño lo tomaras conmigo.

Caminamos a el baño, el Sr. Dumont aún sostenía mi cintura, una vez que llegamos al gran y bien decorado baño él me soltó.

—Desvistete.

¿Cómo?

Sr. Dumont, yo—

Su verde mirada mi envió una advertencia—Desvistete, no me hagas repetirlo.

Gire mi mirada hacia otra dirección, sentía verguenza. Desamarre mi cabello, provocando que cayera en mis hombros, aparte cada tacón en mi pie, llevé ambas manos a mi espalda e intente bajar el cierre, pero no pude. Sentí unas grandes y fuertes manos reencontrarse con mi palida piel, el Sr. Dumont acariciaba y besaba mi hombro con suavidad.

Sentí su aliento chocar con mi hombro, cerré mis ojos disfrutando de su toqué—¿Necesitas ayuda con eso?—su voz se oía ronca y sexy a la vez.

—S-sí—Dije casi en un jadeo.

Sus manos viajaron por mis brazos hasta llegar a mi espalda, sentí el toque de sus labios con mis hombros. Sentía mi piel erizarse, deseando mucho mas que eso. Sus manos viajaron a mi cierre el cuál bajó lentamente. Como disfrutando de cada segundo, sentía que moriria sino se apresuraba.

El vestido cayó al piso del baño, quedé en ropa interior blanca de encaje, sentía los húmedos labios del Sr. Dumont besar cada centímetro de mi piel, sus manos viajaban por todo mi cuerpo acariciando. De mi solo se podía escuchar los jadeos y gemidos provocados por sus expertas manos que tocaban y comenzaron a adentrarse en mis pezones.

—Volteate.

Obedecí, y me  Sr. Dumont en completa desnudez, tragué. Lucía extremadamente atractivo con traje, pero sin el, vaya que es un Dios. Sus fornidos brazos estaban cruzados realizando más su musculatura, su tonificado pecho bien trabajado, su mirada verdosa que me analizaba y veía con deseó.

M U Ñ E C ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora