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Un día antes de la boda.
Desconocido.Creo que después de todo la única opción que me queda es desaparecer a lo que comienza a estorbarme. Sin duda, esta es la hora, de hacer entender que no me quedaré de brazos cruzados.
¿Soy egoísta al solo desear mi propia conveniencia?
A estas alturas. No me importa que puedan llegar a pensar los demás. Es fácil juzgar y señalar. Pero vivir en carne propia el martirio que te acongoja, eso, no es nada fácil de llevar. Y más, todos estos años. Puede que la sanidad externa si haya pasado. Y el muy pequeño intento de curar mi mente, pero, que tal si no se ha curado. Sí mis pensamientos ha evolucionado ha un grado de, querer acabar con quién quiera empañar mi futuro, no pienso permitir que cualquier cosa obstruya en mi vida.
—¿En que piensas? —colocó en mis hombros una manta.
Abarqué en mis labios una sonrisa.
—Solo imagino lo que nos espera con Dumont—un suspiro salió de mis labios—será algo sangriento.
De no salir las cosas como las he planeado, creo que no existe otra alternativa, más qué, hacer pagar a quien lo merece.
—Esto dará los resultados que esperamos—declaró.—estaré contigo.
Acaricié su rostro con mi mano. Acerqué los labios a su mejilla y la besé.
—Lo sé.
Me comencé a alejar de ahí. Necesitaba algo de calor, por el frío de la noche, no pude evitar querer estar más abrazada a la manta. Detuve mi caminar al verla acostada en el sillón, una sonrisa de tranquilidad invadía su rostro. Tú, eres la razón de que esto sucediera. De no haber existido, mi vida y la de todos sería perfecta. Podría llamarte; Una pequeña amenaza.
Sujeté el cuchillo, que estaba en la mesa central de los sillones, estaba en una bandeja con queso y pan. La pasé por la punta de mi dedo, estaba tan filoso que mi dio una muy fácil cortada. Llevé el dedo a mi boca para acabar con la herida.
¿Te gustaría comprobar que, físicamente, ya no seríamos tan iguales?
Hice leves movimientos con el cuchillo. No provoqué ningún daño, aunque mis deseos eran otros. Por ahora, no es conveniente dejar salir mis verdaderos pensamientos. Sus ojos comenzaron a parpadear. Levanté un pan, como muestra de que estaba preparándome algo para comer. Le ofrecí uno con una sonrisa.
—Disfruta.
Pestañó varias veces y bostezo sobre su mano.
—No tienes que darme de comer, al contrario, tu has estado en el hospital,— calló al tener mi mano en su rostro.
—Tú también has sido muy solidaria conmigo.
Podría llegar a controlar la falsedad e hipócrita de una forma muy evolucionada. No me interesa. Si sobrevivo y tengo todo lo que necesito. Es más que suficiente para mi. Defenderé lo que quiero, seré yo quien decida ahora. No pienso dejar ningún cabo suelto, si he de acabar con la existencia de alguien, eso haré.
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M U Ñ E C A
CasualeNO SE PERMITE COPIA, ADAPTACIÓN O TRADUCCIÓN. OBRA LEGÍTIMA DE LA AUTORA VICTORIA A. ADRIAL AYALA Cederé a todo lo que me digas. Sinopsis. Laura Watson es una chica que desde su niñez tuvo que vivir un infierno por culpa de una venganza. Fue vendida...