Grito por cuarta vez el nombre de Dumbledore desde la estatua de su despacho, pero sigue sin abrir o responder. Maldigo en voz alta y me giro en dirección a la sala de profesores. Entro sin llamar y me encuentro con el profesor Snape leyendo lo que parece ser un periódico muggle. Oh, no, a él sí que no. Me giro ignorando sus gritos tras de mí y no paro hasta cruzar el cuadro de mi sala común. Hermione sigue en el mismo sitio en el que la dejé leyendo uno de sus libros.
-¡Hermione!- Grito apoyándome en la pared para recuperar el aliento. En menos de un segundo ya está a mi lado.
-¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?- Tardo un instante en recuperarme del todo y sentarme con ellas donde antes.
-Tom es...- Mi voz se corta al mismo tiempo que un gran dolor me recorre el brazo.- Tom es...- Grito de dolor y busco el origen de mi agonía. Descubro que en la palma de mi mano izquierda hay una especie de espiral rojiza, como una leve quemadura. Es la misma mano que tocó el maldito collar. No puedo acabar la frase, no puedo decir que Tom y Voldemort son la misma persona. Agarro el cojín más cercano y hundo mi cara en él. Grito con todas mis fuerzas. Cuando me he desahogado lo suficiente lo aparto y miro a Hermione quien me observa sin saber por una vez qué decir. Piensa Harry, piensa, cómo decir que Tom es Voldemort... ¿Cómo?- ¡Joder!
-Harry, ¿Qué pasa?- Vamos Harry, Hermione es lista, qué pensaría ella... ¡Eso es!
-¿Sabes cuál es el apellido de Tom?- Me mira sin seguir bien mi razonamiento y niega. – Intenta adivinarlo.- Sus ojos parecen perderse, suele pasarle cuando está muy concentrada.
-¿Riddle?-¡Esa es mi sabelotodo! Nunca me he alegrado tanto de que sea tan Ravenclaw. Asiento con la cabeza a la espera de que me ataque un dolor como los precedentes, pero nada pasa.
-Tom Riddle- Digo en voz alta.- ¡Tom Riddle!- Se ve que Voldemort no sabe que conocemos su identidad, su verdadera identidad. Si no fuera por el diario de segundo año jamás hubiera oído su nombre real, ni siquiera de los labios del director. Eso significa que no sabe lo del basilisco, todavía no ha bajado a la cámara, y cuando lo haga... no quiero ni pensarlo.
-¡Hay que decírselo a Dumbledore!- Asiento de acuerdo. Nos levantamos a la par y salimos en su búsqueda. Mi corazón da un vuelco cuando lo veo al final del pasillo. Aceleramos el paso y grito su nombre. No se detiene, gira la esquina más cercana, tengo un mal presentimiento. Seguimos su ejemplo pero cuando giramos no está. ¿Por qué me evita? ¿Por qué justo ahora?- Harry, qué hacemos. Las clases acaban y empieza la cena.-No respondo porque no sé qué responder. Los alumnos comienzan a salir de las aulas.
-Busca a Ron y cuéntaselo.- Sin dudarlo un segundo sale disparada hacia la torre donde se encuentra nuestra sala común. Me apoyo en la pared más cercana para no impedir el tránsito de los cursos más bajos. Todos parecen felices, sin preocupaciones... ignorantes. Cómo los envidio. Mi cicatriz comienza a doler y sé lo que eso significa. Miro hacia todos los lados alerta. Estoy mentalmente preparado cuando veo aparecer al final del pasillo repleto de alumnos a Voldemort junto a Moody, ¿Por qué sigue con él? ¿Está bajo el imperius o simplemente de su parte? Sus ojos me encuentran en menos de un segundo. Ahora lo veo sin ilusiones. Sigue llevando el collar pero no parece que sus efectos me sigan afectando a mí. No comprendo cómo un simple colgante puede enmascarar tanto poder, tal amenaza. Preparo mi varita por si acaso, pegada al cuerpo en mi mano derecha tras mi espalda. Se detienen frente a mí, y maldigo en este momento haberme quedado pegado a la pared. Le sostengo la mirada, esa mirada inhumana, cruel, hipnotizante. Su gesto es serio, no transmite nada, comparable a la frialdad que me transmite el muro de piedra sobre el que estoy apoyado.
-Harry...-Comienza el profesor Moody. No me muevo ni un ápice, no pienso perder de vista a "Tom".- Creo que deberíamos hablar.
-Señor Potter.- la voz de Mcgonagall interrumpe mis intenciones e involuntariamente llevo mi mirada hacia ella, quien se asoma entre los dos hombres presentes.- Espero que no haya perdido ningún punto de nuestra casa...- Esa es su bonita forma de decirme que espera que no me meta en líos.
-No.- Respondo adelantándome a los otros dos presentes.- Pero creo que esta conversación le resultará interesante.- Mcgonagall me observa con atención mientras los otros dos esperan expectantes.- Quiero decir, no todos los días puede uno hablar con...- Voldemort me lanza una mirada maliciosa. Lo siento Tom, la vida no es siempre como la planeas.-Tom RIddle, ¿verdad?- Los ojos de Mcgonagall se abren, y pone la mayor cara de espanto que jamás le he visto poner. Moody me observa con una similar y Voldemort, por su parte, tiene los ojos entrecerrados, dedicando su mirada directamente a mí.
-Obliviate.- Susurra sin dejar de mirarme. Mcgonagall parece parpadear varias veces antes de enfocar de nuevo la vista.
-Señor Potter, ¿piensa ir a cenar?- La miro incrédulo, luego a Voldemort, que me mira desafiante.
-Él es...- Mi voz desaparece, sé que a causa de la magia de Voldemort y no de la censura de la marca de mi mano. Sabía que diría su verdadero nombre, algo con lo que no contaba. Lo miro y levanto mi varita viendo el momento apremiante.
-¡Potter! Cinco puntos menos para Gryffindor. Baje ahora mismo su varita.- Frustrado y comprendiendo tarde que no puedo hacer nada en esta situación bajo la varita sin contener mi mirada de odio hacia Voldemort. Para mi tortura tiene la barbilla levantada en signo de superioridad, no le basta con ser más alto.- Acompáñeme ahora mismo.- Sin pensarlo dos veces la sigo sin mirar atrás. Ignoro la regañina incesante de Mcgonagall mientras nos alejamos. Solo soy capaz de escuchar mis propios pensamientos ¿Por qué me ha dejado ir? ¿Qué pretende estando aquí? Y lo más extraño... ¿por qué no me ha lanzado ya un obliviate?
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Harry Potter y el guardián de reliquias (tomarry) (tomxharry)
FanficHarry se prepara para la última prueba del torneo de los tres magos. Sería una gran suerte que ningún otro problema surgiera, que los muertos siguieran muertos y que su vida dejara de ser un cambio constante. Por desgracia, la suerte no suele acompa...