-Venga ya Harry, ¿Estás seguro?- Hermione me mira aguantándose la risa.
-No me hace gracia, Hermione.- Observo cómo se tapa la boca intentando disimular su sonrisa. No sé para qué le cuento tantos detalles. Podría haberle resumido lo de ayer, pero no, voy yo y le cuento hasta el final feliz del encuentro.- Tómatelo en serio.- Se aclara la garganta y me mira, ahora sí, con semblante serio.
-Perdona, llevas razón. Es muy raro todo.- Qué aportación más útil... Espero a que siga hablando pero no parece saber muy bien qué decir.- Sabe que hablas Pársel, que en parte también es culpa mía. Pero no reaccionó mal según me cuentas. –Sonríe una vez más y yo ruedo los ojos.- No solo eso, sino que tampoco reaccionó negativamente ante la muerte de su basilisco. No parece querer matarte Harry...- Nos mantenemos unos minutos en silencio cada uno ensimismado en nuestros propios pensamientos. –Bueno, ¿Y te gustó?- Abro la boca para protestar cuando Ron aparece justo detrás de ella.
-Que si le gustó el qué.- Aparto la mirada incómodo mientras me levanto del sofá.
-Nada, vámonos a desayunar.- Salimos con tranquilidad hacia el gran salón. Después de haber descansado este fin de semana hemos sido capaces de levantarnos con bastante antelación. Llegamos sorprendiéndonos de encontrar nuestra mesa casi vacía. Vaya, entonces lo de no madrugar demasiado es algo Gryffindor. Las mesas de Ravenclaw y de Slytherin, por el contrario, están bastante repletas. Mi mirada se cruza con la de él. La aparto rápidamente mientras me siento dándole la espalda a su mesa. Me sirvo un poco de zumo y miro la comida sin demasiado apetito.
-Qué ganas de que sea fin de semana...- Comenta Ron mientras se sirve más de lo que le cabe en su plato. Bebo de mi vaso mientras me percato de que el dolor de mi frente parece haberse vuelto más bien una especie de cosquilleo, molesto pero para nada doloroso- ¡Hola Tom! Siéntate. –Me atraganto con el zumo y toso intentando controlar de nuevo mi respiración.
-Buenos días, ¿Estás bien Harry?- Me pregunta mientras se sienta. Me limito a ignorarle mientras recupero por completo la calma.
-Eres el único Slytherin buena gente que conozco.- Hermione y yo miramos sorprendidos a Ron. Creo que vamos a tener que hablar con él cuanto antes.
-No lo conocemos.- Le corrijo secamente. Me mira extrañado y, encogiéndose de hombros, sigue con su montaña de comida. Me sobresalto cuando veo caer una tostada sobre mi plato vacío. Miro a Hermione pero ella está concentrada en su manzana.
-Come.- Me ordenan desde mi izquierda. Cierro los puños controlándome para no abalanzarme sobre él ahora mismo. Sin responderle ni mirarle aparto el plato con cuidado. Noto cómo se acerca a mí.- "Come"- Me sisea susurrando mientras acerca el plato. Lo miro desafiante mientras lo alejo.
-No.- Entrecierra los ojos y echa un vistazo rápido a los manjares que hay encima de la mesa.
-Hermione, ¿Cuál dirías que es el desayuno favorito de Harry?- Hermione lo mira confundida y, como si se acordara de algo, corta el contacto visual con él. Me mira con una mirada culpable... mierda, se ha metido en su cabeza. En menos de un segundo veo aparecer en mi plato un trozo de tarta de manzana que parece recién hecha. Lo miro enfadado pero el olor procedente del dulce frente a mí me distrae de mis intenciones originales. Alejándome de él, cojo los cubiertos y comienzo a comerme la tarta. Está buenísima. En casa de mis tíos siempre la hacía Petunia, pero nunca, nunca, me dejaron probar bocado. Por eso en las ocasiones especiales en que la ponen en Hogwarts no puedo resistirme.
-Como porque quiero.-Le aclaro con la boca parcialmente llena. Ignoro su sonrisa y me acabo la comida. De repente se levanta y, sin decir palabra, se va. ¿Qué me pasa? Él mató a mis padres, mató a decenas de inocentes, es el malo... ¿Por qué no me lo parece? Llevan todos estos años preparándome para odiarlo, para, en el fondo, matarlo. Esta es la primera vez que me planteo si es lo correcto...
-Vayamos ya a clase, quiero coger sitio en la primera fila.- Ron bufa y yo me levanto siguiendo a Hermione sin rechistar. Las clases de toda la mañana se me pasan como un suspiro, básicamente porque no presto ninguna atención. Intento descifrar mis encuentros con Ridd... Voldemort. Desde ayer me cuesta más llamarlo así. Salimos de nuestra última clase para ir al comedor. Reconozco avergonzado que no tengo tanta hambre como de costumbre gracias a mi desayuno. La cicatriz me avisa amablemente de su presencia cerca y le mando una mirada significativa a Hermione. Ella asiente y busca por el pasillo haciéndome un gesto hacia la izquierda con la cabeza. Asiento estando de acuerdo. Se engancha del brazo de Ron, quien se pone tan rojo como su pelo, y lo arrastra hacia la izquierda dirección al gran salón. Yo me giro en dirección contraria sabiendo lo que me voy a encontrar o, más bien, a quién. A mi lado con un gesto indescifrable me observa Riddle. Su cercanía me obliga a levantar levemente la cabeza para mantenerle la mirada.
-¿No vas a comer?- Me pregunta casi sin parpadear. Dios, esta situación es surrealista. Es el puto Voldemort, ¡Voldemort! Me revuelvo el pelo nervioso cuando veo girar el pasillo alejándose a Moody.
-Voy al baño, luego voy.- Le explico mientras me alejo siguiendo los pasos de Alastor Moody. La falta de presión en mi frente me indica que Riddle no me está imitando. Acelerando el paso lo veo entrar en una habitación que nunca antes me había llamado la atención. La puerta es casi del color de la piedra, y está bastante deteriorada. A primera vista parece un cuarto de escobas. Antes de arrepentirme entro tras él. La imagen que veo me deja sin palabras, la manga remangada me muestra la marca tenebrosa en su antebrazo, activa, señalada, imponente. Me mira y se prepara para atacarme, antes de que le dé tiempo a actuar salgo por donde he entrado. Corro escuchando pasos tras de mí hacia el despacho del director. Llego a la puerta con la esperanza de que lo que le dijo Riddle a Hermione sea un farol, que Dumbledore esté por favor. Llego y digo todas las contraseñas que me vienen a la mente, pero la estatua no me dice absolutamente nada. Miro hacia atrás pero ni rastro de Moody. Suspiro aliviado, pero mi tranquilidad se acaba cuando siento una varita clavarse en mi espalda.
-Quietecito y callado.- Me susurra al oído. Sabía que Moody no era de fiar, tenía la esperanza de que estuviera bajo el imperius, pero la marca de su brazo elimina esa posibilidad. Siento de nuevo un cosquilleo procedente de mi cicatriz y, extrañamente, me tranquiliza.
-Déjalo.-Una voz fría ordena contundentemente. Ni un segundo después la varita que me apuntaba desaparece. Me giro despacio y veo a Moody agachando la cabeza con respeto en respuesta a la presencia de Voldemort. Su mirada se fija lentamente en mí y, parcialmente, se suaviza.- Tienes que comer, vamos.
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Harry Potter y el guardián de reliquias (tomarry) (tomxharry)
Hayran KurguHarry se prepara para la última prueba del torneo de los tres magos. Sería una gran suerte que ningún otro problema surgiera, que los muertos siguieran muertos y que su vida dejara de ser un cambio constante. Por desgracia, la suerte no suele acompa...