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Finalmente, era viernes, el último día de la semana y en sí, de la rutina. Thomas estaba terminando sus clases a los niños del tercer año de primario, el último grupo del día y no quedaba mucho tiempo para la hora de la salida. Pasados unos minutos luego de que explicara unas dudas que tenían los alumnos el timbre sonó; con tranquilidad y un buen gesto en su rostro les pidió que guardaran sus cosas y se despidió de ellos sin olvidar mencionarle a sus alumnos leer unas páginas del libro de historia para el lunes. Se quedó unos minutos más acomodando y ordenando el salón y sus papeles y al acabar pasó por la sala de maestros a saludar a sus colegas y se marchó.
Una vez en su casa, se bañó y comió algo como cena rápido: pasta. Se dispuso a lavar su plato y acomodar la casa un poco y entonces, su celular sonó. Arthur, su mejor amigo desde la secundaria.

—¿Qué pasa, hermano? 

—Warm Man, ¿qué hay? —río al oír ese apodo, desde que eran adolescentes Arthur solía llamarlo así a veces para molestarlo aunque bien era acertado tal apodo.

—No mucho, día largo hoy en la escuela, ya sabes.

—Suerte que te llamé, vas a agradecérmelo —Arthur siempre tenía gran humor y su tono de voz era entusiasta— ¿Qué te parece ir al bar por unas cervezas, eh? Además es fin de semana.

—Tú ganas, ahí nos vemos entonces.


Luego de colgar se prepara y se va hacia el bar donde solían ir muchas veces con Arthur. Una vez allí con él y sus respectivas cervezas charlaron y rieron por un largo rato, había pasado casi un mes sin verlo y más por el hecho del trabajo de ambos,  pero igual hablaban diariamente. Mientras Thomas era maestro de Historia, Arthur era profesor de Matemáticas, pero en diferentes escuelas de primaria. La conversación entre ellos siguió aunque algo fuerte en el tino de voz ya que la música estaba un poco más fuerte que antes porque ya se había habilitado la pista de baile por el horario y en eso, Arthur, como a veces solía hacer, intentaba hacer que Thomas se interese por algunas chicas del lugar pero ninguna llamaba su atención a pesar de que le parecieran lindas. Arthur ante aquello, sospechó si estaba en algo con una chica o empezando una relación formal pero no era así, y fue entonces que le contó la charla con su madre el otro día en el restaurante. Su mejor amigo intentó animarlo y le aconsejó a no preocuparse por ello, después de todo, era joven y tenía una gran vida para disfrutar y muchos peces en el océano para conocer aún. 
Continuaron bailando y bebiendo, no eran excelentes bailarines de techno pero lo intentaban con pasos de baile graciosos que se ingeniaban entre ellos, entonces Arthur hace una pausa en ese momento para ir al baño mientras Thomas le indicó que lo esperaba allí. En ese instante corto, una chica castaña y ojos azules acompañada de un físico muy notable se le acercó, la había notado hace rato a la distancia.

—Hola, soy Lucy —le extendió su mano y él la estrechó respondiéndole con su nombre—. Es un gusto, Thomas, y ¿cuántos años tienes?

—26, ¿y tú?

—27, hoy es mi cumpleaños, por cierto —anunció en un tono coqueto.

—Oh, pues, feliz cumpleaños —respondió con una sonrisa, le pareció agradable y él trataba de serlo también. Tomó un sorbo de su cerveza antes de seguir.— ¿A qué te dedicas, Lucy?

—Soy secretaria en una importante empresa Westminster, sueño que llegar más lejos como una empresaria y estar en la cima, ¿qué tal tú?

—Vaya, se oye impresionante. Mm, yo soy maestro de Historia aquí en Belgravia en una escuela primaria. Trabajo con niños de los primero tres años de primaria, es fantástico enseñar y verlos aprender.

—Oh, okay. Es que había pensado que eras abogado o algo parecido —frunció el ceño abrumada e hizo una pausa corta pero fría—. Mm, discúlpame, mi amiga me espera por allá.

La chica se marchó a su respectivo lugar pero esta vez le perdió el rastro con la vista, le pareció algo extraño aunque al mismo tiempo se sintió debatido cuando le insinuó que había imaginado que era un abogado e inventó una excusa simple y común para poder irse, había sospechado que al vestirse de manera formal o semi formal lograba dar la imagen de un empresario o un abogado. Cuando llegó Arthur le contó lo que había sucedido recientemente y ambos rieron.

—¡Ánimo, amigo! Como ya te dije antes, hay muchos peces de todo tipo en el océano para encontrarte y conocer.

—Tienes razón —rió—. Oye, es mejor irnos, ya es algo tarde.

Arthur aceptó y ambos se marcharon. Una vez nuevamente en su casa pensó lo mucho que había extrañado su cama así que luego de cambiarse la ropa se acostó y encendió el televisor en el cual estaban pasando una película de suspenso que le llamó la atención. Al mismo tiempo y sin querer él admitirlo, su mente divagó en su salida reciente y lo que había sucedido con aquella chica en el bar y se replanteó las cosas nuevamente. Si bien sentía que era alguien inteligente y agradable, no creía realmente que podía ser alguien muy interesante de conocer, pero como decía Arthur ''hay muchos peces de todo tipo en el océano'' y él ya encontraría algún día o tal vez conocería su pez sin prevenirlo. Eso lo reconfortó hasta que, sin poder terminar de ver la película y su final, se durmió.

Por una corazonadaWhere stories live. Discover now