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Como si de un día cualquiera se tratase, Thomas se prepara para ir a dar clases en la primaria St Barnabas, Londres. Desde hace tres años que es maestro de Historia allí, a él por supuesto le corresponde los primeros niveles de educación primaria pues luego de los primeros tres años de primaria no tendrían esa materia. Con sus pantalones negros y zapatos del mismo color dejando su torso al desnudo se dirigió a su armario a coger su camisa blanca, pues adoraba vestir formal o semi formal, era su estilo de vestir favorito. Entonces, su celular sonó.

—¿Sí, madre?... Por supuesto, ahí estaré luego de clases... Y yo a ti, adiós— cuelga.

No era de extrañar que su madre le recordara la cena que tenía más tarde con sus padres, pues lo habían planeado por semanas ya que hacía mucho tiempo que no los veía por temas de trabajo y corrección de exámenes de los niños. 
Se miró en el espejo unos segundos para arreglarse el cabello un poco y luego tomando su saco azul claro tomó las llaves de su auto junto a su maletín café lleno de papeles y se marchó al trabajo. Encendió la radio del auto y se puso a cantar a ritmo de la canción que sonaba de Queen ''Somebody to love'' a puro pulmón pues era gran fan de la banda y aquella estación de radio era su favorita pues solía pasar muchas canciones de ellos. Finalmente había llegado.
El día había transcurrido tranquilo, se tomó su café en su descanso y saludó y charló un rato con sus colegas de trabajo pero luego seguir con las clases para así al final volver a su casa y tomar un baño y vestirse para la cena con sus padres en aquel restaurante. Cuando llegó visualizó a sus padres en una de las mesas del centro del lugar y se acercó a saludarlos y se sentaron. 
Mientras aguardaban la comida charlaron un poco sobre cómo estaban las cosas luego de mucho sin verse, ya que al igual que Thomas, sus padres tenían vidas ajetreadas; su padre, William, era banquero y su madre, Camilla, era maestra en una primario igual que Thomas, de quien había heredado la pasión por enseñar y los niños. La cena por fin había llegado y tomaron una breve pausa para comer un poco y luego continuar con la charla. Thomas estaba encantado de ver a sus padres, al ser un muchacho hogareño, era normal ese sentimiento de paz junto a su familia o sus padres en este caso, pues él era hijo único. El ambiente era agradable y familiar, pero entonces, su padre le lanzó la pregunta que Thomas no quería escuchar aunque odiaba molestarse con su madre por eso.

—Y dinos, hijo, ¿ya has conocido a alguien o tienes novia? —la última novia que Thomas había tenido fue a los 21 años, y ahora en sus casi 27, había pasado mucho tiempo sin una, aunque no le molestaba estar soltero, igual le agradaba la idea del amor y estar enamorado, pero sin desesperarse a tenerlo, él prefería que las cosas se den naturalmente.

—No, madre. Siempre te respondo lo mismo, y lo sabes. Además no tengo prisa en conseguir novia o estar con alguien en este momento, estoy bien así enfocado en mi trabajo y me va bien como para quejarme. 

—Pero Thomas, piénsalo. Estas cerca de los 30 y sin hijos o pareja, ¿no sientes un vacío o algo parecido?

Suspiró un momento antes de responder, sabía que su madre lo hacía con buena intención pero a veces con las palabras era muy directa —Cuando tenga que llegar la persona indicada llegará, madre, todo a su tiempo.

Le mostró una ligera sonrisa en su rostro para que sienta que era cierto, lo cual era, y continuaron charlando de otras cosas. Una vez terminada la cena, los acompañó a su auto y luego se marchó en el suyo hacia su casa. 
La distancia desde el restaurante a su casa no era tan larga ya que le había tomado unos segundos en llegar: se colocó la pijama y se acostó luego de su largo día laboral y con sus padres. No estaba cansado así que daría unas vueltas antes de dormir y entonces volvió a pensar por qué su madre tenía tantas ganas de que esté en pareja si él estaba bien así como estaba. Pensó en su vida, su trabajo y le gustaba mucho tal cual vivía pues tenía el trabajo de sus sueños, excelentes alumnos y colegas, una hermosa casa pequeña en Belgravia, nada de lo que se podría quejar y querer algo más cuando sentía que lo tenía todo y fue así como el sueño llegó a él lentamente para finalmente dormir, porque la rutina todavía no acababa.

Por una corazonadaWhere stories live. Discover now